Deolinda — Dois Selos e Um Carimbo (2010)

Deolinda es una chica joven que vive en pequeño piso de un barrio humilde de Lisboa, tan sólo acompañada por sus gatos. No tiene mucha suerte con los muchachos y desde su ventana observa y comparte con nosotros la vida cotidiana de la ciudad: sus gentes, sus tiempos y sus preocupaciones, los modos de vida y sí, también parte de la suya propia y sus historias del día a día. Y aunque Deolinda es un personaje inventado por la propia banda y que protagoniza buena parte de las composiciones, ya con este segundo trabajo adquiere casi forma humana mientras nos vamos dejando llevar por su peculiar visión de la calle de la Lisboa actual. El título del álbum se refiere a los documentos de los años de dictadura que debían llevar precisamente dos sellos y un timbre para ser oficiales, aunque desde luego está mucho mejor explicado en la canción Fado Notário, cuya letra no tiene desperdicio. Además, no es la única letra en que la banda recuerda los ominosos tiempos de Salazar, a quien por cierto Franco consideraba “el hombre más completo y digno”, lo que nos da una idea de lo que pasaron nuestros vecinos. Sería interesante tener en España más músicos jóvenes cuyas letras también tuvieran un poco, aunque fuera una pizca, de nuestra historia reciente.

Pues dejando las cuestiones temáticas a un lado, esto es música popular portuguesa. Fado moderno, sin estereotipos ni clichés y sin ese aura de tristeza apenas contenida, tanto en la lírica como en la música. Porque aquí hay mucho sentido del humor e ironía, que complementan magníficamente las divertidas ilustraciones de João Fazenda que sirven como complemento a las historias de Deolinda. El trabajo de los guitarristas Pedro Da Silva Martins y Luis José Martins, en el que se funde la mejor escuela de bossa de Jobim, Toquinho o Vinicius de Moraes con los sonidos del Bairro Alto lisboeta, es una de las claves de la música de Deolinda. Por supuesto, partiendo siempre de la tradición portuguesa de gente como José Afonso, Sérgio Godinho, Madredeus o Amália Rodrigues. Pero a eso hemos de sumarle la elegancia del jazz en la voz de Ana Bacalhau y el bajo de Ze Pedro Leitão.

Se Uma Onda Invertesse A Marcha abre el álbum suave, pausada, con un compás casi bossa. El primer single ha sido el siguiente corte, Um Contra O Outro. Muy bien elegido, porque es probablemente de los primeros que te atrapan desde la primera escucha con un gran estribillo seguido de otra pegadiza melodía de cavaquinho, que es una guitarra portuguesa de menores dimensiones que la española y con un sonido muy particular. Passou Por Mim E Sorriu es la pequeña preciosidad en este disco. Llega pronto, casi sin avisar, precedida de otros temas más animados, con una letra bellísima, a pesar de que hace unos años el propio Pedro Da Silva nos decía en su Cançao Ao Lado “Não sei falar de amor“. Sem Noção sigue en esa línea de calma, casi lánguida, en la que dejarse mecer suavemente y que será la tónica general en la segunda mitad del álbum, exceptuando A Problemática Colocação De Um Mastro o la enorme -y con un cierto aire a Haris Alexiou y Eleftheria Arvanitaki– Quando Janto Em Restaurantes.

Para quienes aún tienen la imagen de Lisboa como esa París decadente, húmeda y oscura, deben acercarse urgentemente a bandas jóvenes portuguesas como esta para descubrir otra ciudad, mucho más luminosa, divertida, alegre y con muchas, muchas ganas de pasarlo bien. Porque Lisboa tiene mucho talento que exportar pero que, por extrañas y desconocidas razones, no llega a España. Porque Portugal está tan cerca que a veces no la miramos de frente en un acto de osadía y desdén cultural francamente imperdonable. Hay mucho más allá de Amália Rodrigues, Dulce Pontes o Mariza e incluso también de Clã, Mundo Cão o Da Weasel. Tenemos que asomarnos más a menudo.

Texto: Juan Manuel Vilches