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Pudo ser un sábado cualquiera en Madrid pero, lejos de ello, la ciudad se encontraba inmersa en el más puro auge. La oscuridad impregnaba las calles dando paso a la fría e insensible luz artificial. Farolas que alumbraban besos, robos, lloros, amores y engaños, bajo la potencia de unos vatios llenos de polvo y hollín. El metro de Madrid, ese que dicen que vuela… lo hacía en mil direcciones, como siempre, sin variar su lento traqueteo, sin salirse de los raíles, sin desafiar su diaria rutina.
Era un sábado distinto en Madrid…
Las bufandas, las banderas, nos escoltaban a cada paso. Las máscaras y antifaces distraían al viandante que, cigarro en mano, iba camino del bar más cercano, ese con un gran televisor… Era noche de Carnaval, de fútbol, de básquet… Todo en uno, como un 3×2 en el súper de la esquina. Miles de ofertas, diversión asegurada, en fin…
Era un sábado distinto en Madrid…
Éramos pocos pero, aún así, suficientes los que dejamos de lado las multitudes, las grandes citas y los disfraces y fuimos capaces de, en el más pequeño de los locales, disfrutar de buena música, un par de cervezas y… cómo no; de buena compañía.
Y en ese sábado distinto en Madrid se cruzó un “europeo“, catalán de nacimiento que, tras una caña y las presentaciones oportunas nos prometió no dejar ningún Cabo Suelto.
A la vuelta de la esquina del bar de los insurrectos, entramos en un garito ni muy grande ni pequeño. Un micrófono presidía un escenario bajo fondo negro y, sobre él, ensayando, la B.S.O. de ese sábado carnavalesco; Pedro López y su guitarra o una guitarra en las manos de Pedro.
“Psicoanalízame“, si quieres, tienes todos los derechos y es que, “Cuando estaba contigo” se paró el tiempo. Cuatro acordes por aquí, cinco versos por allá, varios tercios, un paquete de tabaco y varias fotos en blanco y negro.
Y es que, “Ya ves“, fue un gran directo. Canciones vivas, fuertes y llenas de sentimientos, a veces alegres, otras más tristes pero, sin dejar paso al silencio. Y eso que no trajiste la “Vieja Maison” a ese concierto…
Nunca había escuchado un “Concierto de Rock’n Roll” con tantas colaboraciones y talento. Xavi Aparici, Albert Sans, Pablo Ager, Pablo Vidal y algún que otro talento escondido, se lanzaron junto a ti, junto a tu guitarra y a tu tempo a cantar, estribillo en boca, un tema de antojos, sabor y labios, un “Te voy buscando” mientras sonaban los aplausos, arrítmicos sí, pero no nos pidas más sin ensayo previo.
Obligada por las horas y el trabajo me volví a casa, tarareando, con buen sabor en la boca y no por la cerveza ni los cigarros, sino por lo bien que lo había pasado en un garito que más que eso, parecía un salón de cualquier casa; Trovadicta… bonito nombre, mejor lugar.
Y, maqueta en mano, mientras buscaba el sueño (que al final no llegó a su cita, como siempre…) seguí escuchando “conciertos de Rock’n Roll“, “Te voy Buscando“, “Cabos sueltos“…
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Y, tras mucho tiempo, he vuelto a romperme en carcajadas recordando lo distinto de aquel, ya viejo, sábado madrileño… Desde aquel día “Te voy buscando” para comprarte otra de esas maquetas que te acompañan en cada concierto porque esta, cada día, suena más a desconcierto que a concierto, será porque la he rayado de tanto escuchar tus versos. Suerte tiene la ciudad de Barna con poder escucharte en directo, al menos, una vez por semana, mientras aquí en Madrid te seguiremos esperando con los Cabos Sueltos.
Fotos y texto: Toñy Espada
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