No sé si fue el sonido de las vuvuzelas de imitación que hacían sonar aquellos fervorosos seguidores de “la Roja” que marchaban hacia el centro de la capital en busca de una pantalla grande, de jarana y pandereta regada de algo fresquito y ataviados con la fe de ganar el pase a otra eliminatoria. Quién les iba a decir en aquel momento que, pocos días después, “la Roja” se convertiría en campeona del Mundo de fútbol… Sorpresas que te da la vida, ¿no?
Puede que, tal vez, la lluvia y el calor sofocante que caían aquella tarde-noche hiciesen de Madrid un lugar encharcado, agobiante, de paraguas rotos y “humores alterados” por el mal tiempo. Ya se sabe que: nunca llueve a gusto de todos…
O tal vez fuese que había un concierto en la capital. Bueno, vale, en Madrid siempre hay muchos conciertos todos los días del año y a todas horas pero éste guardaba y tenía un toque especial.
Por primera vez y, no sin darse buenos golpes contra lo absurdo de algunos dueños de salas que siguen apostando por Bisbales y Shakiras y que no dan opciones a los demás (esto es algo de lo que ya hablaré más adelante), Opal perdía la virginidad (musicalmente hablando) y daba su primer concierto en Madrid, de la mano de Patricia Durán que, gustosa (como siempre), le abrió las puertas de su casa y la nuestra, de esa sala Trovadicta que enamora cada noche con su ambiente y con la música que allí podemos escuchar.
Como aderezo a todo esto; la dulce voz de Opal y la música, un cómputo perfecto que hicieron que una noche de fútbol se convirtiese en el concierto perfecto, en la canción adecuada en el momento adecuado, en el lugar en el que unir corazones y sueños, en risas, en momentos aún hoy inolvidables.
Allí sonaron las canciones de una “Dulce Princesa” (acompañada de una Barbie sobre el escenario) que se mantiene “Atrapada en el tiempo“. Tras dejar pasar una “Nube Negra” y siempre “Después de Ti“, nos desveló los “Recuerdos” que traía “El Viento“.
Fue mágico escuchar esas historias escritas en “Hojas de otoño“, cuya caída sigue grabada “En tus ojos” y ver que no hay nada mejor que los sabores de ese “Agua y Pan“.
Y aunque creas que “Pienso Distinto” no dejó de sorprenderme ese “Conectada a ti” que cantaste a viva voz y que, seguro, a pesar de la distancia, escuchó tu hermano y se emocionó al igual que todos los presentes.
Y, en fin, Opal nunca dejes de cantar “Aïcha” y de hacer locuras sobre el escenario, ni de bailar mientras suena una danza del vientre.
No ha pasado más que un mes y poco más y ya se echan de menos esos gorgoritos imposibles, ese guitarrista que lo mismo te hacía un blues, que se arrancaba por bulerías o te cantaba un la, la, la… Imágenes y momentos que pudimos disfrutar aquellos que sabemos que la música no sólo es vender millones de discos, no sólo es llenar las Ventas o el Palacio de los Deportes. La música es llenar los corazones de ritmo a los arrítmicos, hacer cantar a quien nunca lo ha hecho, hacer vibrar al más frío de los humanos.
Vuelve pronto Opal, déjate querer por esta triste y gris ciudad que a veces es demasiado desagradecida con quienes menos se lo merecen.
Y siempre, siempre, sigue Pensando Distinto…
Fotos y texto: Toñy Espada