Hay muchos festivales en España pero sólo hay uno que alcance cotas míticas como para perdurar en el tiempo y traspasar fronteras. No haber ido nunca a un FIB es algo que un nacido en la década de los 80 no se puede permitir así que en semejante empresa decidimos embarcarnos unos cuantos amigos este año.
Llegamos al campfib el miércoles, como unos señores, para preparar con un día de antelación lo que sería la mayor de nuestras batallas musicales y lo primero que te llama la atención es que aunque tu GPS te haya asegurado que te encuentras en Benicassim, territorio nacional de España, tu mente comienza a hacerse a la idea de que te encuentras en alguna zona muy calurosa del Reino Unido. Los únicos españoles que andaban por allí eran los camareros a los que se les saltaban las lágrimas de emoción al ver un compatriota, un tío que dijese aquello de “un mini de cerve”…y con el alcohol hemos topado. Primera mención en este texto al elixir protagonista del festival, y es que como contaba era miércoles y no había festival pero sí que había alcohol, de hecho había mucho alcohol y muchas inglesas, dos factores que unidos nos dan un resultado casi siempre satisfactorio a la hora de montarse una buena fiesta.
Creo que no debo mencionar las lujosas instalaciones con las que cuenta el camping, no las menciono porque no existen, aquello es la conquista del Oeste, llegas con tu tienda y si ves un milímetro donde quepa, ahí te quedas, olvídense de lavabos, grifos o espejos, la cosa se reduce a unas duchas “campo de concentración style” y unos servicios de los cuales cualquier descripción que el lenguaje castellano pueda hacer de ellos se verá siempre eclipsada por un solo segundo de su aroma. En ese “Palace” es donde uno se pasa 5 días, que no durmiendo porque el sol y el calor asfixiante no te lo permite, sino haciendo vida…conociendo el Reino Unido y sus costumbres.
Total que con un par de horas de sueño encima se presenta uno ante el ansiado momento de llegar al recinto del festival, va a empezar el FIB, y además la mejor banda de todo el cartel va a ser la encargada de dar el primer puñetazo sobre la mesa el mismo jueves, Oasis¡¡¡. Pero vayamos por partes, uno no puede ser omnipresente y no lo puede ver todo así que elige. Mi primera elección, ya que no llegué a tiempo de la playa para ver a No Reply (nunca dije que yo fuese un cronista serio), fue ir a bailar sin parar con Los Coronas, que no The Coronas, otro grupo que también tocaba en el festival de este año. Guitarreos surferos, trompetas que se atreven con pasodobles, pasodobles surferos tocados como se dijo “como un hombre”, mucha fiesta y una gran primera toma de contacto con el festival con este grupo madrileño pero lo mejor de la noche estaba por llegar…Como no soy nada objetivo lo voy a decir bien claro, Oasis es sin ningún tipo de duda la mejor banda que ha pasado por el FIB 2009 con mucha diferencia. Gran momentazo a eso de las once de la noche, 50.000 almas coreando sus canciones de pé a pá, eran 35.000 ingleses así que nada de “wachi wachi” se las sabían enteritas, el mejor repertorio del festival, el mejor ambiente (era el primer día, las energías estaban al cien por cien), para mi fue un auténtico lujo ver “eso” allí, era como ver a Curro Romero en la Maestranza, era como verles en Wembley, jugaban en casa. Gracias a esto se me olvidará en breve el catastrófico sonido del escenario verde, los problemas de la banda para interpretar ciertos temas emblemáticos como “Wonderwall”, o el increíble asalto de 50 o 60 personas a una de las torretas de sonido de unos 30 metros de altura que casi hacen que Oasis parase su concierto a las primeras de cambio…y es que el alcohol corría por las venas de todos.
Para terminar la noche, primer descubrimiento del festival, We are standard, un grupo bilbaíno que con toques Franzferdinianos les dieron a los asistentes de última hora del escenario verde todo aquello que anhelaban “fiesta” pura y dura. Muy divertidos, casi tan divertidos como la carpa Mustang en la que un servidor se pasaba las horas que van desde el fin de los conciertos hasta el amanecer escuchando canciones que iban desde Elvis hasta Morrisey, pasando por Madness, Blondie o Led Zeppelin. Sí, ese era mi campamento base, estoy hecho un clásico. Con el amanecer, lo de siempre, una horita de sauna en la tienda de campaña y a la playa “que son dos días“.
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