“Nos hemos puesto el listón de grupos como Nickleback, no sabemos si lo habremos conseguido, aunque hay que decir que ellos se gastan millonadas”, comenta Iker Piedrafita, alma de Dikers y uno de los productores más importantes del país de rock duro a pesar de ser tan joven. Su sonido tan contemporáneo y tan americano es buscado a menudo por las bandas del norte que buscan en sus manos una reinvención de sus canciones.

“Hemos ido a buscar un sonido gordo, con peso y que se oiga todo, no sólo la caja, sino la voz, todo, nos hemos acercado bastante a lo que queríamos. Lo hemos grabado en el sótano de casa, otras veces se graba por el estudio, y luego pasa por la mesa pero después ya no hay manera de cambiarlo, de esta manera lo hemos podido retocar para dejarlo como queríamos”, asegura mientras escuchamos su nuevo disco.
Casi Nunca Llueve (Warner) contiene doce nuevas canciones y saldrá a la venta el próximo 6 de marzo (el 8 estarán en Moby Dick y el 21 en la Fnac de Callao). “Estaremos haciendo una gira de Fnacs pero se coló la de Moby Dick y quisimos aprovecharla, porque en las Fnacs no puedes tocar apenas con batería, no se puede armar”, sonríe prometiendo jaleo.
En el disco encontramos desde luego temas con un muro de guitarras a lo Nickleback como en Absurda realidad o Dos Pasos que posee la marca indiscutible de Foo Fighters o Corazón de trapo, primer single contundente. Hay espacio para todo ya que es uno de sus álbumes más variados, donde lo que une es una sorprendente base rítmica, con guiños para el hard rock como en Una Última Vez, baladas y medios tiempos como Nada, incluso guiños al hardcore en los coros y en las segundas voces, muy arriba y secciones de vientos que dan tintes de farándula. También hay colaboraciones exquisitas, que merecen mención, como la de Kutxi Romero (Marea) en Casi nunca llueve, y su familia, por un lado su primo Fredy Piedrafita que rapea en El Temporal y por otra su padre Alfredo, de Barricada, que se firma una guitarra en Tan Difícil de Engañar.

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