Cualquiera diría que el viernes 11 de Diciembre fue un mal día para que una banda novel diese un concierto en Córdoba. Esa misma noche tocaron en la ciudad Joaquín Sabina y El Chojin, dos cantantes de gran éxito que dejaron a pocos melómanos sin nada que hacer. A pesar de ello, y de un cambio de sala a última hora por motivos ajenos a la banda, Dinero dio un gran concierto en la sala 37 grados.
De teloneros salieron los 99 Shawarma, con un pop melódico tintado de oldschool rock. Conforme avanzaba el tiempo la sala, pequeña, se iba abarrotando hasta el momento en el que, sorprendentemente, a la llegada de Dinero cabía poca gente más.
Si tuviera que definir al trío con una palabra, ésta seria potencia. Comenzaron el concierto con “El momento perfecto“, electrizando desde el primer segundo. Le siguieron prácticamente todas las canciones de su primer y único disco: “Utópicos anónimos“, “Qué más da“, “Ahora“, “No puedo explicarlo mejor“, “En invierno“… Llama muchísimo la atención que el disco es completamente fiel al directo, ambos son directos, sin florituras pero con mucha sonoridad. Al contrario que en la mayoría de bandas actuales, el bajo tiene un gran poder melódico en este conjunto, y en el directo se aprecia aún más.
El frenesí continuó con canciones como “El fin del mundo“, “Trastorno bipolar” -a la que el público respondió efusivamente- o “Mentiras“. Esta última no está incluída en el disco, sin embargo declararon que es una de sus favoritas, y que se quedó fuera por falta de espacio.
El único momento en el que se relajó el ambiente fue con la canción de despedida, “Saboreal“, con la que dejarón el listón altísimo.
Desde mi punto de vista, Dinero aprovechó una de las grandes ventajas de las salas pequeñas: se dejaron sentir cercanos a la audiencia, conectaron con el público magistralmente y consiguieron transmitir todo aquello que querían contar. Nos dejaron con un gran sabor de boca, y con tan sólo una pregunta: ¿cuándo volverán a nuestra ciudad?
Gonzalo Vázquez