Muy a nuestro pesar, suele ser precisamente su contraria con la que más nos toca lidiar y de la que tenemos que hablar con mayor frecuencia de la deseada, si bien, muy de tarde en tarde, todavía existen casos de justicia poética en el mundo de la música. Acaeció uno de tan extraños fenómenos el pasado 16 de diciembre en la madrileña sala El Sol, fecha y lugar en los que la neonata compañía Pop Up (encabezada por el que fuera responsable de Astro Discos, Roberto Nicieza) tuvo a bien galardonar con un simbólico y merecidísimo Disco de Diamante a Ilegales, banda perennemente proscrita la corrección política que, sin lugar a dudas, ha facturado a lo largo de su carrera copias más que suficientes para obtener varios discos de oro o incluso platino, pero a la que la desidia y el ninguneo de sus anteriores compañías había privado hasta ahora de tal reconocimiento.
Sirvió además dicho acto, cuya presentación perpetró el Gran Wyoming, como presentación en sociedad del lanzamiento de 126 canciones Ilegales (y dos reprises), fastuosa caja compuesta por 9 CDs y un libro en los que se recopilan las obras completas del grupo (desde maquetas fechadas en 1979 hasta temas grabados este mismo verano) y que sirve de punto y aparte en la trayectoria de Ilegales, puesta temporalmente en barbecho mientras Jorge dé cancha al que será su nuevo proyecto para el año que viene, Jorge Ilegal y los Magníficos.
Como colofón al evento y anticipo de
lo que se pudo ver esa misma noche en la propia sala El Sol,
Ilegales enchufaron sus instrumentos, se dejaron de cháchara y se dedicaron a lo que mejor saben (armar un ruido de mil demonios), deleitando a los allí presentes con un mini recital en el que descargaron
“Tiempos Nuevos, Tiempos Salvajes”,
“Suena En Los Clubs Un Blues Secreto”,
“Soy Un Macarra” (con el
Gran Wyoming a las voz y a la guitarra, pero sin
Herman Tertsch a los coros),
“Yo Soy Quien Espía Los Juegos De Los Niños”,
“El Norte Está Lleno De Frío” y
“Enamorados de Varsovia”. Temas que ya son más que de oro o de platino: de diamante. Con un par.
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El autor tiene derecho a que se reozocnca su obra y a lucrarse con ella a1para eso es suya! lo que ya no veo tan claro es que se lucren tantos intermediarios (entie9ndase sgae), a costa del usurario y el autor no vea ni las migajas largo pero buen artedculoabrazo