Y qué problema hay en ello. Tanto Kevin Morris como Steve Walwyn y Phil Mitchell se unieron a lo largo de los años 80 al combo —siendo el tercero de los citados el único que abandonó la apuesta durante una temporada en la siguiente década— y se nota que las largas jornadas sobre los escenarios les han convertido en uno de esos actos musicales que van más lejos de las propias notas sobre el pentagrama, una de esas citas artísticas que para salpimentar el rock utilizan algo de blues, de boogie o de r&b si es preciso; incluso son diestros a la hora de acercarse a las olas entre surf y rock and roll de un imperecedero ‘Tequila‘ que The Champs convirtieron en banda sonora de toda fiesta con baile que se precie hace ya unas cuantas décadas atrás.
La sala Caracol no se abarrotó de público, pero la parroquia de incondicionales no faltó a la cita, arropando con cantos y danzas a esta banda británica que, para muchos, es el mayor exponente del denominado pub rock que ha dado la Gran Bretaña. Y ellos, aunque parezca una redundancia, comenzaron por el principio, es decir, entonando la pieza que abría su LP de debut, aquel que saliese a las tiendas inglesas en enero de 1975 bajo el título de Down By The Jetty. ‘She Does It Right‘ saltó a la palestra y ya todo fue rodado. ‘Roxette‘, ‘Baby Jane‘ o ‘If My Baby Quits Me‘ no fueron por tanto otra cosa que auténticas demostraciones de poder, de control de un espectáculo que les sale cual habilidad innata, como cuando un actor deja de interpretar un papel y directamente lo vive, como ver a Michael Caine frente a la cámara.
Las versiones, como no podía ser de otra manera, despliegan sus alas con la naturalidad de lo lógico, de lo comprensible, de algo que es de cajón. El ‘Who Do You Love‘ de Bo Diddley parece que lo hubiesen escrito ellos, al igual que pasa con ese ‘She You Later Alligator‘ original de Robert Guidry y que Bill Haley & His Comets transformaron en uno de los verdaderos himnos del rock and roll de todos los tiempos. ‘Great Balls Of Fire‘ o esa fusión entre el ‘Bonie Moronie‘ y el ya citado ‘Tequila‘ tampoco decepcionaron, momentos entrañables en los que Kane se meneó como nadie e hizo de los cuartos y el forro interior de su chaqueta un auténtico capote de matador.
Se regresó a la noche con ellos, nocturnidad en la que nos hicieron bajar para hacer la obligada visita al doctor. Las gargantas rebosaron leche y alcohol mientras se atravesaba la ciudad. Alguien pidió una copa más y la invitación se hizo residencia fija para amantes de la música con raíces y ritmos. Nos volvimos a enamorar como colegiales escuchando la espina dorsal que conforman la batería de Morris y el bajo de PH Mitchell, sabedores todos los asistentes que jamás dejarán de sentir una deuda de gozo y satisfacción con los muchachos de Dr. Feelgood.
Y es que es irrisorio que estén en la cincuentena larga, que Phil cumpla el próximo año los seis lustros; bobadas, son todos unos chavales, adolescentes de espíritu que se lo pasan estupendamente viéndonos sonreír, haciéndonos mover las piernas, las caderas, agitando nuestras cabezas a su compás. ‘Milk And Alcohol‘, ‘Down At The Doctors‘ o ‘Back In The Night‘ son canciones a las que no estamos —ni estaremos nunca— dispuestos a resistirnos.
Texto: Sergio Guillén. Fotos: África Paredes