Los gobiernos se han caracterizado en numerosas ocasiones por sus deseos de acallar las voces de aquellos músicos que de una u otra forma han luchado y difundido ideas consideradas “peligrosas” por ciertos dirigentes. Y la herramienta más importante que usan los gobiernos son los servicios de inteligencia que, para resumir, son agencia gubernamentales cuyo objetivo es conseguir y gestionar información consideraba de interés para la seguridad nacional y la defensa del país. El trabajo de las distintas agencias de inteligencia en relación a los movimientos musicales y artistas no ha sido objeto de una extensa bibliografía, pero sí han sido públicos y conocidos un puñado de casos muy interesantes, como los que comentaremos a continuación.
Alan Lomax
El MI5, el servicio de inteligencia inglés, investigó y vigiló al etnomusicólogo Alan Lomax durante gran parte de su vida por “sospechosas inclinaciones comunistas“. El señor Lomax había comenzado en los años 30 a trabajar con su padre, el también etnomusicólogo John Lomax, recogiendo muestras del folklore musical de diversos países, como Estados Unidos, España o Italia, entre muchos otros. Pero en los años 50 con la llegada del senador Joseph R. McCarthy y su brutal y alocada persecución de supuestos comunistas hizo que Lomax abandonara el país para emigrar a Gran Bretaña.
Fue allí donde jugó un importante papel en el renacimiento del folk inglés gracias a sus participaciones en radio y televisión. Aquella misma actividad fue la que llamó la atención del MI5 -aunque posiblemente estuvieran advertidos desde los Estados Unidos- porque Lomax apareció en la BBC acompañado de dos músicos conocidos por haber actuado en conciertos organizados por entidades comunistas. Pero, sobre todo, los servicios secretos se enfocaron en su trabajo de recuperación del folklore tradicional, ya que había trabajado en las zonas mineras de Clyde Valley, Tyneside y el rur de Gales, tenía contactos con periodistas húngaros y en su trabajo con canciones españolas había impreso una “tendencia de izquierda que no se ajustaba a las originales“.
El jazz
Casi desde los orígenes del FBI a comienzos del siglo XX la agencia ha estado muy interesada en el devenir de la música norteamericana, fijando su atención especialmente en el jazz y las supuestas actividades antiamericanas de algunos de sus músicos más conocidos. Duke Ellington fue objeto de uno de esos informes después de que un periódico informara sobre un concierto que dio en 1938 en una conferencia de la All-Harlem Youth, considerada una de las más importantes organizaciones comunistas en la “subclasificación racial“. Pero este hecho sólo fue el principio, porque Ellington mostró también años más tarde su oposición al régimen de Franco en España y declaró abiertamente que había estado “trabajando por los negros y su condición en el sur desde los años 30“. Aún quedaban algunos años para la caza de brujas del senador McCarthy, pero el miedo al comunismo y su expansión en territorio norteamericano ya era notable, como podemos observar en este caso.
En los años 50 el FBI puso la lupa sobre otra figura destacada del jazz, Louis Armstrong, por su apoyo en el caso de Little Rock, que ya mencionamos en la entrega dedicada al blues y al jazz en los sesenta y que explica mucho mejor Manuel Recio en este artículo sobre Louis Armstrong y que resumiremos aquí. En 1954 se prohíbe al fin la segregación racial en las escuelas, pero en una de ellas, en Arkansas, no se hizo efectiva la prohibición gracias a la labor del gobernador cuyo interés seguía siendo mantener a los blancos alejados de los negros. Eso provocó una serie de incidentes y conflictos que tres años más tarde alcanzaron el punto máximo de tensión con el encierro de varios alumnos negros en la escuela de Little Rock. En esos mismos días Louis Armstrong, que se encontraba en Dakota del Norte para dar un concierto, lanzó unas declaraciones incendiarias: “por la manera en la que están tratando a mi gente en el sur, el gobierno puede irse al carajo“. A pesar de las innumerables críticas recibidas por ello, algunas incluso por colegas de profesión, Armstrong siguió en esa línea, lo que propició que FBI abriera un expediente dedicado a las actividades del renombrado músico.
Ya en la década de los 60, cuando el género se había convertido en un vehículo importante de muchas de las reivindicaciones de aquellos años, el trabajo del FBI en relación a los músicos de jazz se intensificó. Algunos de los investigados fueron Max Roach, que ya había dejado claro su apoyo al Movimiento por los Derechos Civiles en la portada del álbum We Insist! o Charles Mingus, que había asistido a actos en contra de la Guerra de Vietnam y conocía a gente como el escritor Norman Mailer, otro bien conocido en el FBI.
Pero también estuvieron en el punto de mira del FBI Lena Horne, por su versión de la canción tradicional Hava Nagila y que fue un símbolo de la lucha contra la Guerra de Vietnam o el gran Cab Calloway, que había defendido en 1946 una huelga de trabajadores que acabó convirtiéndose en un movimiento antisegregacionista. Incluso Nat ‘King’ Cole, bien tolerado e incluso apoyado en sus inicios, fue también investigado, siendo curiosamente el encargado de hacerlo un señor llamado Mark Felt, más conocido algunos años más tarde como “Garganta Profunda” por su importancia en el caso Watergate.
La lista de músicos de los que encontramos archivos del FBI es amplia y en algunos casos difícil de explicar, como el expediente que se refiere a Jelly Roll Morton, de tan sólo cinco páginas y que apenas incluye información relevante, o el dedicado a Thelonius Monk, que hace referencia a una visita del músico a Japón e incluye algunos recortes de periódico. Informes breves, con imágenes, recortes y algún incidente relacionado con drogas o inmigración podemos encontrar de un buen puñado de músicos, como Marvin Gaye, Bob Marley, Ella Fitzgerald, Billie Holiday o Sammy Davis Jr.. Unas pocas líneas en la mayoría de los casos, pero que dejan al descubierto el interés de los gobiernos norteamericanos por el papel y la influencia de los músicos negros en los cambios políticos y sociales que se estaban produciendo en aquellos años.
El espionaje en la música (2ª Parte) aquí.
Fuentes (además de las ya enlazadas en el texto):
– Archivos del FBI en la web negroartist
Texto: Juan Manuel Vilches
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