El grupo, una de las más firmes promesas del panorama actual, según han podido comprobar y aprovechar algunas empresas discográficas extranjeras, bastante menos miopes que el rígido y acomodaticio negocio patrio, se halla ahora mismo disfrutando de uno de los momentos más dulces de su carrera. Completada por fin la formación tras la marcha de Nano y la incorporación de ese animal escénico que es Paco López, quien ha sabido aportar espectáculo y feeling, dejando quizás un poco de lado la esquisitez técnica que luciera su antecesor, han logrado lo que pocos grupos alejados del circuito mainstream: editar un segundo CD que supera con creces, en decir tanto de la crítica especializada como del público consumidor, al primero.
Y en esta presentación del segundo trabajo y de la, esperemos, definitiva formación de Eldorado, los augurios no pudieron ser más positivos. Ejecución impecable, entusiasmo entre el público asistente y un sonido, el de la sala, que pudo haber sido algo mejor pero que no deslució la actuación de los madrileños, volcados en exhibir a su último retoño y en demostrar su buen hacer como músicos. Las versiones de “Children of the Revolution“, “The Wall” o “I Dont Need No Doctor” compitieron con joyas propias como “Caída Libre” o “Desertor“, uno de los grandes momentos de la noche para quien esto suscribe.
Tras el preceptivo bis, que incluyó los temas ‘Atlántico‘ y ‘Meteoro‘, daban por terminada la actuación y consecuentemente la presentación de su nuevo CD que, en un mundo perfecto, estaría llamado a figurar en las listas de ventas de este país, pero, como queda dicho antes, nos tememos la previsible indiferencia de una industria más preocupada en mirarse el ombligo y asegurar su jubilación que en buscar alternativas y nuevos valores. En cualquier caso, por un lado la redacción de vuestra red de blogs favorita se alegra por ellos de que Eldorado encuentren salida en otros mercados y, por otro, se siente satisfecha al comprobar que, con grupos así, esa frase que circula insistentemente por Internet de que “dentro de unos años no habrá música” es, no sólo una falacia, sino una soberana estupidez.
Texto y fotografía: Almudena Eced
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