Sir Elton John, tan amado como odiado, tan buen músico como insoportable persona, tan innovador en los inicios de su carrera como predecible en las últimas décadas, presenta tantas dicotomías como uno quiera encontrar. Poseedor de una variedad de gafas tan icónicas como las de Buddy Holly o Ray Charles, en esta ocasión dejó de lado el barroquismo y apostó por la sencillez de un recital de piano enriquecido con las energéticas percusiones de su compañero de gira, aunque se enfrentó en solitario a más 10.000 personas durante la mayor parte del show.
El inicio fue frío, muy frío, y únicamente algunos arrebatos rítmicos consiguieron despertar del público unas tímidas palmas. La cosa cambió con ‘Border Song‘ o ‘I Guess That’s Why They Call It The Blues‘, con tonos azules para iluminar a este romántico empedernido envuelto en pretensiones glitter, aunque en Madrid sólo las disfrutaramos por su atuendo brilli-brilli.
Cuando llegan los grandes éxitos las secciones pregrabadas aumentan y canciones como ‘Rocket Man (I Think It’s Gonna Be A Long Long Time)‘ son acompañadas por molestos órganos sin ningún propósito aparente. Los barnices glammies en ‘Philadelphia Freedom‘ supuso otro momento álgido de la noche, seguida de la aclamada ‘Your Song‘. Asimismo obtuvo una buena acogida ‘You’re Never Too Old To Hold Somebody‘, un avance de su esperado nuevo álbum junto a Leon Russell.
Ray Cooper es un desconocido con un currículum apabullante, ya que ha estado encargado de la percusión en algunos de los mejores trabajos de The Who, Rolling Stones, Clapton o Pink Floyd, conformando un póquer de colaboraciones muy difícil de superar. Con una gran batería de percusiones a su disposición, el inglés se mostró tan eficaz como teatral, atrayendo todas las miradas durante sus interpretaciones.
Un inicio a capella en ‘Indian Sunset‘ o un vibrante ‘Bernie And The Jets‘, donde mostró el ingrediente de rock primigenio -por la vía Little Richard– que su carrera atesora, fueron muy destacados, si bien los momentos de mayor euforia se vivieron cuando firmó autógrafos, saludaba entre canciones y, por encima de todo, cuando se atrevió a improvisar sobre ‘Y viva España‘ (sic).
A ratos brillante -los remarcados- y a ratos tedioso, con el hándicap adicional de una gran parte del público de pie clamando por un asiento, error garrafal en un concierto de las características planteadas por el inglés, pero, por favor, no disparen a Elton, él tan solo es el pianista.
Texto y fotos: Pointer
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