Con paladar renovado degustan unos estribillos jugosos, de textos capaces de saciar expectativas y abrir oídos a otros mensajes más allá de las tres o cuatro reglas primordiales en las tonadas de amor. Me atrevería a decir que hay algo de la pluma de Antonio Vega en sus frases cuando en ‘Castillos En La Arena‘ escucho: «Siempre voy corriendo a ningún lugar; yo sólo voy despacio cuando no quiero llegar. Y no encuentro calma si tú no estás, y cuando estoy contigo no se me ocurre de qué hablar». Excelsos y siempre de etiqueta en cuanto a lo sonoro se refiere.
A medio camino entre Jeff Buckley y Coldplay, acariciando los desarrollos de la faz más calmada de los Manic Street Preachers post 1998, Ende encuentran un lugar desde el que vender sus instantáneas musicales cargadas de un peso en sus letras que no suele ser norma en la escena pop del nuevo siglo.
Sergio Guillén