Sus quejíos flamencos se han oído en París, en Amsterdam, en Londres… hasta en el lejano Japón. Así es su obra, profunda, de largo recorrido.
Enrique Morente es un ejemplo de artista sin complejos. Porque los artistas sin complejos no se preocupan por romper fronteras, las atraviesan con despreocupación, como Morente con su flamenco universal. ‘El arte no debe tener fronteras y el flamenco es una música viva, muy de hoy y que puede perfectamente entroncar con cualquier otros instrumentos del mundo‘, dijo una vez el artista.
Para entender lo que su trayectoria ha aportado a la música, hay que empezar de cero y observar como un cantaor es capaz de generar un Big Bang en el que la poesía (de Lorca, Miguel Hernández o Alberti, pero también de San Juan de la Cruz, de Lope de Vega, Juan de la Encina…), el rock (con Sonic Youth), el pop (de Largartija Nick o Los Planetas), las voces búlgaras (‘Angelite’), los ritmos árabes (junto con la Orquesta Andalusí de Tetuán)… se transforman en planetas que giran a un mismo sol, el de su formidable voz.
Enrique Morente, se crió en el barrio del Albaicín de Granada, donde el aire sabe distinto, a vibraciones de cuerdas de guitarra flamenca y a alegres palmeos. Cantó en el coro de la Catedral de Granada, se crió entre cantes y bailes. Con 15 años ya estaba en Madrid, ávido de conocer a otros flamencos, a otros músicos. Metido en ese ambiente, de calles y bares, de los templos del cante en Madrid como la peña flamenca Charlot, las Cuevas de Nemesio o el Café Chinitas su primer disco no se hizo esperar. En 1967 su voz quedaba registrada por primera vez en ‘Cante Flamenco’ y ‘Cantes Antiguos del Flamenco‘.
Sin embargo hacía ya dos años que había hecho su primera gira europea. Así es Morente, voz de la calle. De hecho, al sacar su último disco ‘Morente + Flamenco’, una recopilación de cantes que tenía grabados en formato analógico perdidos por su casa, confesaba que no canta igual si sabe que le están grabando.
Abrió nuevos escenarios al flamenco, como el Ateneo de Madrid, donde fue el primero en actuar en 1970. Símbolo de su papel de pionero. Pero sobre todo abruma su versatilidad: máximo representante del cante jondo, que ha cantado con Camarón, y con guitarristas como los Habichuela, Manolo Sanlúcar o Tomatito entre otros muchos… Pero también abrió el camino de ‘la fusión’, ‘las modernuras’ como él lo llamó alguna vez, con los indies granadinos Lagartija Nick y Los Planetas, con los neoyorkinos Sonic Youth.
Entre sus proyectos destacan su participación en el montaje ‘La Celestina’, el ‘Loco Romántico’ (adaptación de ‘Don Quijote de la Mancha’), y sus más de veinte discos. ‘Pablo de Málaga’ (dedicado a Picasso), ‘Omega’, ese trabajo de laboratorio con los Lagartija, ‘La Leyenda del Espacio’ su ‘respuesta’ junto a Los Planetas a la ‘Leyenda del Tiempo’ de Camarón, o Morente ‘Sueña la Alhambra’ son ya joyas sobre las que se levanta el imaginario del flamenco del siglo XXI.
Enrique Morente quedará para siempre como sinónimo de búsqueda constante, ejemplo de artista universal (capaz de hacer de su obra un mapamundi), de la evolución radical que el flamenco ha sufrido en el Siglo XX, y de la evolución que está por venir.
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Grande es Morente, y grande será su estela.
Sin duda la puerta al flamenco del siglo xxi...