No hay ninguna duda sobre la enorme importancia de Extremoduro dentro del rock español, y, sin embargo, la banda carecía de un texto que relatase su historia, con sus grandes éxitos y fracasos explicados por ellos mismos. Con el lanzamiento de Extremoduro. De Profundis. (Grijalbo Ilustrados) queda saldada esta deuda. Nos ponemos en contacto con su autor, Javier Menéndez Flores, ya conocido y reconocido por otros volúmenes sobre la vida y obra de Joaquín Sabina o Miguel Bosé.
El volumen es francamente completo, biografía, fotos, entrevistas y letras todo en uno, ¿se proyectó que fuera así desde el principio o fue creciendo poco a poco?
Desde un primer momento se planteó como lo que es, un libro biográfico ilustrado, es decir, con fotos o ilustraciones en todas las páginas. A partir de ahí, todo lo que tiene que ver con el contenido (la estructura, los capítulos…) fue cosa mía. Sin que suene petulante, siempre he tratado de escribir aquellos libros que no encontraba en las librerías, y es obvio que Extremoduro, a mi modo de ver el gran grupo de rock español, y el cual lleva en activo casi tres décadas, estaba pidiendo a gritos una biografía desde hacía ya bastante tiempo. Y lo que tenía muy claro es que debía ser una biografía con voluntad enciclopédica, en la que cupiesen todos los asuntos capitales de la historia del grupo.
Una constante en la música de Extremoduro es la necesidad de las drogas como catalizadoras de las canciones, letras como Golfa lo dejan bien claro, ¿cómo has querido tratar este tema en el libro?
En realidad, en Golfa el sexo y las drogas no son más que una coartada para hablar de la llegada de la musa: esa “mujer” que llama a la puerta no es otra que la Inspiración, que aparece cuando quiere y se marcha cuando le da la gana, la muy golfa. Respecto a las drogas, en el libro señalo que Robe escribe, sobre todo, de tres temas: el amor y sus reversos, el individuo frente el mundo y las drogas como forma de evasión. Y no solo cito y comento la mayoría de las canciones de Extremoduro en las que las drogas tienen un gran protagonismo, sino que especifico que Robe las conoció bien, y le pido su opinión sobre ese particular y él me la da. Es, en fin, un tema que se aborda en el libro, que en absoluto se rehúye. Aún así, habrá quienes echen en falta ciertos detalles escabrosos (los mismos, qué curioso, que dicen indignarse con los programas del corazón), pero yo, como escritor, he entendido que no eran necesarios. Es una cuestión de enfoque y de estética. Te pongo el ejemplo de esas películas que muestran escenas de sexo gratuitas, que no vienen a cuento, cuando el director bien podría haber resuelto ese pasaje sin necesidad de explicitarlo, con más poesía y menos grafismo. Y eso es lo que yo he tratado de hacer. Y luego sucede que hay gente que piensa que Robe e Iñaki han empleado más tiempo en divertirse y en el vicio que en escribir canciones, lo cual es un disparate. Si así hubiera sido, de ninguna de las maneras habrían podido armar un cancionero como el que tienen. Porque las canciones no surgen por ciencia infusa, sino que son el resultado de afilar hasta lo indecible el primer brote de inspiración; de trabajar mucho y dedicarle infinidad de horas a pulir todos los aspectos del texto y de la música hasta que la pieza dice basta, ya estoy lista.
La gran mayoría del libro parece una nota de prensa complaciente, resultado una hagiografía que deja de lado muchos temas espinosos, ¿es ese el precio para que la biografía sea autorizada?
¿Te has leído el libro de cabo a rabo? Si es así, lamento que hayas sacado esa impresión, aunque me vas a permitir que discrepe por completo. Para empezar, no he tenido que pagar ningún precio para obtener la autorización de Extremoduro puesto que en todo momento he escrito el libro que quería escribir, sin presiones ni consignas de ningún tipo. ¿Cuáles son esos temas espinosos que he dejado de lado? ¿Las drogas? Como ya te he dicho, están, y creo que ocupan un espacio considerable. Se trata de una cuestión de mirada, de enfoque. Y el mío ha sido el de ahondar en lo que considero el verdadero valor de Extremoduro, sus canciones. Jamás he visto una nota de prensa en la que se dediquen 80 páginas a analizar a fondo las letras de un artista. Ese análisis filológico que he llevado a cabo, así como la interpretación de las principales obsesiones que conforman su cancionero, era algo que no se había hecho hasta ahora. Pero es que además hay un larguísimo capítulo que se ocupa de la biografía pura y dura, y en el que relato toda suerte de vicisitudes y anécdotas., Ahora bien, si eso, el haberle dado prioridad a su obra, se considera un ejercicio de complacencia, pues qué lástima.
Una vez has estudiado todas y cada una de las canciones de Extremoduro, ¿cuál crees que es la que mejor te define?, ¿cuál crees que define mejor a Robe?
Hay muchos versos en sus canciones con los que me siento identificado. Pero citaré unos de Quemando tus recuerdos que en realidad podría hacer suyos cualquiera, dependiendo del día y de nuestro estado de ánimo. Si estamos de bajón: “Y vivir, qué cuesta arriba. / Y sentir que no sé qué hago aquí”. Y si por el contrario estamos eufóricos y optimistas: “Volar siempre hacia arriba. / Y pensar que no puedo perder”. En cuanto a Robe, creo que todas sus letras, sin excepción, hablan de él. Son como un gran puzle, una suerte de mecano. Un todo en donde caben sus inquietudes, tristezas y alegrías, y que supone el retrato más completo de sí mismo. Es como aquel cuento de Borges en el que un hombre empieza a trazar sobre un mapa el itinerario de aquellos lugares que le gustaría visitar, y al terminar comprueba, asombrado, que todas esas líneas que ha marcado conforman su propio rostro.
Robe Iniesta o Joaquín Sabina son dos de los artistas más difíciles de acceder para un periodista y tú te has encargando de sus biografías, ¿por qué crees que te eligen a ti?
Quizá he sido más audaz, o más insensato, que la mayoría de mis colegas y me he atrevido a proponerle escribir sobre su vida a una serie de artistas ya encumbrados sin miedo a lo que me dijesen, y sabiendo que el no ya lo tenía. Hay otra cosa: siempre que he entrevistado a un músico, un escritor, un cineasta o un actor he procurado llevar los deberes hechos. Es decir, que escucho los discos, leo los libros y veo las películas antes de esos encuentros. Eso hace que ellos se sientan a gusto y que les resulte fácil hablar, pues enfrente tienen a alguien que conoce bien su trabajo. Supongo que eso fue algo decisivo para obtener su beneplácito.
Los dos son célebres por sus textos, ¿qué similitudes y diferencias ves entre las letras de ambos?
Las dos se asientan en un lenguaje cargado de lirismo y nos revelan que sus autores poseen una honda sensibilidad. Robe es más salvaje y visceral, más directo y descarnado, menos elaborado, y se atreve a decir cosas que a Sabina, y a la inmensa mayoría de los escritores de canciones, le dan pavor. Creo que ahí reside el secreto del éxito de las canciones de Extremoduro: fundir los versos y las imágenes más hermosas con la ferocidad y la visceralidad más extremas. Su método es el de alternar de forma constante la rosa y el látigo, con resultados sorprendentes.
¿Qué artista te gustaría que fuera el próximo que se pusiera delante de tu grabadora?, ¿algún fallecido con el que ya no podrá ser?
Hay varios, pero no diré sus nombres para que no me pisen la idea. ¿Alguno ya fallecido? Por supuesto. Me habría gustado poder charlar largamente con Lennon, con Marlon Brando, con Marilyn, con Luchino Visconti… Y con otros muchos. Pero siempre y cuando se hubieran abierto de verdad y se hubieran prestado a ser entrevistados no por obligación o imperativo promocional, sino por la necesidad de contar las cosas tal y como sucedieron.
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