Sin prisa pero sin pausa, las canciones de Muerdo han ido instalándose en las cabezas de todas las personas que se han cruzado con su música. De su natal Molina de Segura (Murcia) saltó a Madrid, más tarde a Argentina y ahora su música es totalmente universal. Charlamos con Pascual Cantero, el alter ego de Muerdo, tras la edición de su octavo disco Sinvergüenza.
¿Cuál es tu método de trabajo, tienes un concepto previo de cómo quieres que sea un disco o vas acumulando canciones hasta que de ellas sale el tema del álbum?
Yo soy de los segundos, nunca supedito la creatividad a la conceptualización. Y no lo hago porque nunca hago canciones como un ejercicio de estilo, sino por pura necesidad. Las canciones no las hago para el público, las hago para mí. Son mi terapia, mi manera de poner en orden mis ideas, de decir las cosas que no puedo decir en otros ámbitos… Para mí la composición es algo tan personal y tan sagrado que soy incapaz de componer para darle sentido a un concepto.
Yo lo que hago es componer, acumular canciones, tratar de conceptualizar el conjunto de esas canciones y luego elegir las que se adaptan a ese concepto. Concepto musical, estético y ético también. Para mi formación humana y personal la música fue importante, porque referentes o referencias que no tenía en casa las encontré en las canciones de Serrat, Violeta Parra, Manu Chao…
Respecto al contenido de las letras, realmente tus temas no han cambiado en estos años. Van madurando, se ven desde otra óptica, pero siguen siendo los viajes, estar apegado a la tierra… tus temáticas son muy recurrentes
Sí, pero en este disco a nivel temático sí que creo que ha habido cierto cambio. Ese Muerdo de los discos anteriores, como tú dices, hablando de la naturaleza, de espiritualidad, de política… creo que no está. Es un disco que está atravesado por los mismos valores que el resto de los discos, pero las temáticas son mucho más personales, más íntimas.
Yo diría que tus discos anteriores surgen de experiencias que te pasan y tú las verbalizas, mientras que en este disco es un poco al revés, son cosas que sientes y tú las externalizas, como de dentro hacia afuera
Sí, de alguna manera sí. Hay como mucho más de Pascual, o, como tú dices, de dentro hacia afuera. Quizás en otros discos se trataba mucho de deducir del exterior, interiorizar y escupir. Sin embargo este álbum creo que es más de una experiencia personal hacia afuera. Yo siempre digo que Muerdo es la mejor versión de Pascual.
Después de un par de discos de colaboraciones, en este sin embargo sólamente hay una
La verdad es que no iba a haber colaboraciones. Teníamos clarísimo que queríamos hacer un disco sin featuring porque veníamos de hacer 10 Años de Flores, Viento y Fuego, una revisitación de temas todo con colaboraciones. Veníamos también de hacer los acústicos de fin de la primera vida, otras 20 colaboraciones. Entonces dijimos, ya basta. Yo también tenía una necesidad de que la gente me escuche a mí solo. Y yo creo que las canciones se sostienen, no hacen falta colaboraciones.
Pero apareció Eliades Ochoa
Eso es, conocimos a Eliades y dije, buah, no quiero perder la oportunidad. Para mí es una persona que es historia de mi vida. No sólo historia de la música sino historia de mi vida. A mí Buena Vista Social Club me abrió la cabeza hacia el world music. Creo que es un disco muy icónico que nació también un año muy icónico. En 1997 sale Buena Vista Social Club y el Clandestino de Manu Chao. Es el primer año que se empieza a hablar de músicas del mundo, empieza a haber festivales de world music y la gente se empieza a interesar por el folklore de los pueblos. Creo que es algo que me interpela directamente porque es el territorio en el que yo me muevo.
¿Cómo fue la grabación con él?
El disco lo grabamos con músicos cubanos en Madrid. Músicos que llevan ya más de 20 años exiliado. Grabar con Eliades de alguna manera nos legitima contra ese fantasma de la apropiación cultural, que a la gente woke le ha dado por decir todo esto de la apropiación cultural. Para mí no existe la apropiación cultural, la cultura es inapropiable. De alguna manera nos avalaba, que estuviera Eliades, nos daba una entidad. Fue una experiencia increíble estar con él en el estudio y poder compartir una tarde hermosa con él que además ha sido el germen de una amistad.
Dices que es un disco muy cubano pero también están las palmas flamencas de ‘Ay Madrid’, la trompetas mexicanas de ‘Todo, Todo’…
‘Todo todo’ es de las más mexicanas que he hecho. Hemos grabado una versión con Vivir Quintana que saldrá como en un mes. El disco también tiene mucho de Madrid, tiene a Tino Di Geraldo y a Fernando Illán. Hay flamencura y hay esa cosa castiza de Madrid. Yo amo Madrid, pero también odio Madrid. Sabina decía que Madrid es una ciudad tan insufrible como insustituible.
En tus canciones aparecen muchos lugares, pero yo creo que el que más aparece es Madrid. Curiosamente en los últimos meses han aparecido un montón de canciones sobre Madrid. De Vetusta Morla, Ginebras, Punsetes… y tú has sacado ‘Ay Madrid’. Todas tienen un denominador común, todas quieren a Madrid pero les duele Madrid
Sí, Madrid es una ciudad muy difícil. Madrid es una ciudad… muy difícil (insiste). Es una hermosa ciudad desde la cual proyectarte al mundo, que te hace crecer. Es un hervidero cultural, un hervidero nocturno, pero es una ciudad muy compleja. Sobre todo creo que una parte de esa complejidad se la pone la noche. La noche de Madrid es tan maravillosa como peligrosa (risas), es la realidad. Es una ciudad, de alguna manera, elitista. Abraza pero cuesta que abrace. Por ejemplo la Ciudad de México creo que es una ciudad que llegas y te abraza así (chasquea el dedo) al toque.
Creo que Europa en general, y España en particular, tienen todavía esa cosa elitista de la vieja Europa. Algo que a mí, la verdad, me carga muchísimo. Por eso yo me desarrollo más en América latina que en España. Una de las cosas que yo más detesto de Madrid es la industria musical, con muy pocas personas controlando todo. Tres grupos mediáticos, cuatro medios importantes, tres discográficas, cuatro mánagers y si no entras ahí pues te dan por culo. Es como muy limitante y muy acotante, al mismo tiempo que si entras puede ser muy propulsora.
Antes hemos hablado de Serrat o Aute, toda esta gente que ha hecho canciones sanadoras para nosotros. En este momento son tus propias canciones las que son sanadoras para otras personas, ¿qué sientes al estar en el otro lado?
Satisfacción. No me paro mucho a pensarlo, pero satisfacción. Yo sigo creyendo que estoy en el otro lado (ríe) y de alguna manera lo sigo estando, porque me sigo nutriendo de otros artistas y sigo siendo consumidor de música ávido. Consumo música porque lo necesito.
Ahora sí, soy consciente de que mis canciones también le sirven a mucha gente y la verdad es que para mí esa es la mayor gratificación. Ni los likes, ni los números de spotify, ni el dinero, ni nada. Mi mayor pago es que la gente se me acerque y me diga “mi hija nació mientras sonaba Claridad”, o “mi madre expiró mientras sonaba tal tema” o “me iba a suicidar, pasó un auto con tu música, algo hizo click y tomé la decisión de vivir”. Para mí esto es mucho más valioso que que te pongan una reseña en billboard de puta madre o llenar el Carnegie Hall. Para mí es mucho más valioso porque sé que es real, a mí las canciones también me han cambiado la vida.
Quizás por esto has elegido cómo es tu carrera. Da la sensación de que, una vez alcanzaste unos mínimos de público y económicos, has visto que no necesitas un hit single ni nada parecido, sino que prefieres una carrera larga
Sí, claramente. ‘Sendero de paso lento’ tío. Las carreras cortas se van a la mierda muy rápido, yo ya he visto a mucha gente entrando y saliendo del foco. He visto a mucha gente que se ha puesto de moda un año y a los 3 años nadie se acuerda de él. Además que yo no aspiro a llenar estadios, ni a ser número 1, ni aspiro a tener mi pared decorada con discos de oro. Yo a lo que aspiro es que, en cada capital de provincia que yo visite del mundo, pueda vender 500, 1000 o 1500 tickets. No quiero más.
Es que no quiero más, porque también sé que más es sacrificar cosas que tengo que no quiero sacrificar, como mi anonimato. Yo soy popular pero no soy famoso, y eso a mí me encanta, yo no quiero ser famoso. He convivido con famosos y sé lo que es que te paren por la calle cada dos por tres, perder tu intimidad y tal y cual.
Por último te quería preguntar por tu abuela. Cuando la gente entra en tu música enseguida le llega muy adentro su historia, que tú relatas en ‘Lejos de la ciudad’
Mi abuela murió estando yo aquí en México, justo antes de la pandemia. De lo cual me alegro muchísimo porque a los dos meses empezó la pandemia y no me hubiera gustado nada que hubiera tenido que vivir todo eso. Murió pero me dejó un legado increíble. Yo creo que mucha gente nos identificamos porque todos venimos de esa generación que no pudieron estudiar, en una coyuntura de guerra, de analfabetismo, de pobreza… y sin embargo con una sabiduría brutal. Es que nos pensamos que la intelectualidad es sabiduría y no lo es.
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Súper interesante. Me encanta Muerdo.
No conocía a Muerdo, muy bien. Vámonos al Esperanza Iris