Todavía hay gente que se sorprende al ver a unos sevillanos haciendo jazz vocal de la época del crack del 29, pero lo cierto es que O Sister! son ya unos veteranos de la escena con cuatro discos bajo el brazo, incluyendo su último plástico Stompin’ in Joy, donde nos presentan una gran cantidad de temas propios. Sobre cómo componer temas vintage en pleno siglo XXI y la relación que tienen con productores, bailarines o salas de conciertos hablamos con la banda a unos días de tocar una semana en el Café Central de Madrid.
Hace más de cuatro años que salió vuestro último disco de estudio, Shout, Sister!, y en este nuevo plástico el sonido que habéis conseguido es espectacular (especialmente contrabajo y batería). ¿Habéis grabado con más calma? ¿cómo fue la grabación? contadme un poco.
Muchas gracias, nos alegra que te guste. Nuestras grabaciones no son calmadas porque entre los músicos invitados que vienen de fuera y las fechas limitadas en que tenemos el estudio reservado, está todo muy planificado; tenemos que terminar las tomas en el día prefijado. Pero si son distendidas, las disfrutamos mucho. Este disco en concreto, donde la mitad del repertorio es de composición propio, ha sido un disfrute. Lo hemos trabajado mucho para disfrutarlo a la hora de grabar y encontrarnos con los músicos invitados.
El estudio (Sputnik) y el productor (Jordi Gil) han sido los mismos de discos anteriores, los que nosotros consideramos los mejores para nuestro proyecto, por eso repetimos. En este álbum hubo una reflexión importante grupo-productor sobre el sonido que queríamos conseguir, en los anteriores también la hubo pero quizás no tan marcada. Las canciones nos pedían algo muy determinado y creo que hemos conseguido un sonido muy personal y adecuado para las composiciones, los arreglos y la formación. Como siempre, Jordi Gil ha aportado muchísimo con sus propuestas y su labor de producción. Ha hecho un trabajo espectacular.
¿Qué ha diferenciado la grabación de Stompin’ in Joy de las anteriores? ¿Vuestro objetivo es intentar sonar a años 20 o preferís darle un toque más actual?
Pues no sabríamos decirte… quizás eso que te contábamos antes, en cuanto a que considerábamos que teníamos entre manos algo importante para nosotros y las ganas de disfrutarlo, de que brillara. Por otro lado había una energía y un bagaje, después de las giras de discos anteriores y las experiencias internacionales, que de algún modo teníamos que sacar a relucir. En este sentido, el LP comunica una situación especial de la banda, expresa un momento significativo en nuestra trayectoria.
En esta ocasión más de la mitad del disco son composiciones vuestras, ¿cuál ha sido la mayor dificultad a la hora de componer una canción que podría haberse creado en 1928?
La mayor dificultad al enfrentarnos a composiciones propias quizás fue el hecho de mezclar en ellas diferentes ingredientes que queríamos incluir, y hacerlo de manera natural y atractiva. Cuestiones como escribir letras que expresaran situaciones y vivencias personales que nos interesan o marcan de alguna manera; conservar el sabor a música de principios del siglo XX, pero a la vez imprimirle un carácter propio y actual; arreglar todas las composiciones de forma que transmitieran el carácter adecuado en cada situación… en fin, muchos aspectos a tener en cuenta, lo cual supone un reto que requiere un gran esfuerzo, pero que nos da también muchas satisfacciones cuando vemos que hallan tan buena aceptación por parte del público.
¿De cuál de vuestros originales estáis más orgullosos?
Realmente nos es muy difícil elegir un tema favorito. Cada cual tiene su historia detrás y nos sentimos atados emocionalmente a todos ellos de distintas maneras, ya que los hemos concebido tras muchas horas de dedicación y cariño.
Como habéis explicado alguna vez, la primera canción compuesta por vosotros fue la adaptación a medias de You-dle-ee-oo-dee-oo, ¿fue el detonante de empezar a componer vuestros propios temas?
Sin duda la experiencia de trabajar con ese tema y comprobar que lo que hicimos tuvo buenos resultados y gustó, nos dio ánimos para decidirnos a dar el paso a la composición en este último disco. Cada cosa tiene su tiempo, y nosotros sentimos que justo ahora es cuando la banda había alcanzado la madurez suficiente para dar este salto.
Spooky Sessions sirvió para escucharos en castellano (Rascayú) o en un tema muy cinematográfico y narrativo (Ol’ Man Mose). También recuerdo haber visto fotos vuestras muy maqueados para Halloween, ¿tenéis intención de volver a hacer algo de este tipo?
Nos encantaría volver a hacer conciertos como los que hicimos en ese contexto de Halloswing pero ciertamente nos lleva un tiempo organizarlos, buscar el espacio adecuado, etc. No lo descartamos, pero de momento estamos centrados en girar con el nuevo disco, componer y montar nuevo repertorio, juntarnos para ensayar, preparar el festival de swing que coorganizamos en Sevilla… ¡Quizás en un futuro lo hagamos de nuevo!
¿Alguno de vosotros baila lindy hop? En alguna ocasión hemos visto a Marcos dar algún paso con mucho estilo…
Sí, algunos integrantes del grupo hemos estado asistiendo a clases de estilos diversos en diferentes momentos, ya que estamos además muy relacionados con los impulsores de la escuela Sevilla Swing Dance (el genial bailarín cubano Samuel Rigal incluso tiene un cameo de claqué en Stompin’ in joy). Nos parece interesante el hecho de que, en su origen, la música y el baile de estos estilos se desarrollaran a la par. Y, por otro lado, conocer algunos de estos pasos nos ayuda a enriquecer nuestra puesta en escena.
¿Qué preferís, tocar para bailarines o para un público sentado que esté más atento a la música? ¿Tenéis repertorio diferente en ambos casos o se enfoca el concierto de manera distinta?
Son experiencias diferentes, pero ambas igualmente disfrutables. El concierto en un auditorio con el público sentado (¡aunque no siempre!) nos permite crear momentos escénicos especiales, más recogidos y bonitos; nosotros somos bastante teatreros y disfrutamos ideando ese tipo de espectáculos donde lo que ocurre entre canción y canción también es muy importante. Un ambiente festivo y de baile te aporta otras cosas, una energía que nos encanta, sobre todo porque el swing es jazz para bailar y ver a gente bailando con tu música es una maravilla. Sí intentamos adaptar un poco el repertorio cuando sabemos que vamos a tener a lindyhoppers entre el público, a lo mejor haciendo menos baladas y menos rarezas, pero los temas del nuevo disco la verdad es que son todos muy adecuados para el baile.
He hablado con varios bailarines, todos os ponen por las nubes, pero también coinciden en el mismo pero (mientras se ríen): ¿Sois conscientes de que vuestros cambios de ritmo ponen en aprietos a muchos de ellos?
Sobre esto nosotros hemos encontrado diferentes opiniones, pero nos gustaría pensar que esa riqueza rítmica ayuda a desarrollar más matices para aquellos que disfrutan interpretando la música a través del baile. Quizás el reto no esté sólo en ejecutar pasos y figuras de manera automática, sino en conseguir un diálogo entre músicos y bailarines.
¿Sabéis si mucha gente ha empezado a bailar lindy hop por vuestra culpa?
No sabemos si fue por nuestra culpa, pero sí es cierto que tuvimos mucho que ver con el resurgir de este estilo de música aquí en España. Desde que empezamos a trabajar en este proyecto hace ya casi diez años, han brotado muchísimas agrupaciones que han desarrollado una labor importante en este renacimiento del swing. Es un estilo de música que estaba pidiendo a gritos ser bailada. Por eso han surgido academias y la gente se ha estado formando a todos los niveles, se organizan cada vez más fiestas y eventos, se trae a gente especializada… ¡es una locura y una auténtica fiebre! Y todo ello además sumido en la estética propia de la época: lo vintage (o viejuno) está a la orden del día y nos parece maravilloso que así sea.
Sois los impulsores del Sevilla Swing Festival, conocido por tener su enfoque más en las bandas que en las clases de baile, ¿cuál es vuestra implicación en el festival? ¿Tocaréis este año?
Efectivamente, esta ya es la quinta edición desde que decidimos comenzar esta aventura del Sevilla Swing Festival. Si bien los miembros de O Sister! empezamos llevando la estructuración del festival y la programación-producción artística, junto con Samuel Rigal coordinando las clases y actividades de baile, actualmente y tras estos años de recorrido, hemos llegado a ser un equipo más amplio que incluye a un puñado de gente del mundo del swing, muy apasionados e implicados ya sea desde el aspecto de la producción, como de la moda vintage, el diseño y el baile en todas sus modalidades.
Es cierto que, a pesar de ser un festival en el que el baile tiene bastante peso —como en la mayoría de los festivales de swing a nivel internacional—, siempre quisimos darle el mismo protagonismo a la música en vivo. Por eso hacemos mucho hincapié en la oferta de conciertos, las masterclasses y demás actividades donde la música juega un papel principal, además de la amplia oferta en torno al baile que se puede encontrar cada año.
Con respecto a nuestra participación artística en esta edición, solo podemos adelantar como pista que todos los años, en un determinado formato u otro, con un proyecto u otro, nunca hemos podido resistirnos a subirnos a las tablas en alguna ocasión, a compartir nuestra música con la gente. Este año no será diferente en ese aspecto.
Cuando tocáis fuera de España, ¿entienden vuestro sentido del humor? recuerdo por ejemplo en el Café Central, hace unos años, a Helena metiéndose (de buen rollo) con unos señores que habían llegado tarde.
Sí, obviamente hay cosas que se pierden, pero una parte fundamental del tono de nuestros conciertos viene dada y se transmite por la música misma, y como complemento, en el extranjero usamos el inglés para comunicaros con el público. De hecho, muchos gags que se han vuelto recurrentes se originaron en ese idioma, como la narración de la historia de Ol’ Man Mose, que surgió durante unas actuaciones en Grecia. En todo caso, intentamos mantener la frescura y espontaneidad en la manera de afrontar los conciertos y de relacionarnos con el público.
El ambiente de determinados sitios, como el Café Central de Madrid, ayuda a meterse en los años 20, ¿cuáles son vuestros sitios favoritos para tocar? ¿Y dónde todavía no lo habéis hecho pero os gustaría?
El Café Central es especial porque te ofrece la oportunidad de tocar una semana entera, lo cual es un lujo para una banda (y más hoy en día, teniendo en cuenta el panorama): podemos ir ajustando el espectáculo y crecer. Otro espació que nos ofreció tocar de seguido a lo largo de una semana fue el Half Note de Atenas. También recordamos como una experiencia especial la de tocar en el legendario Snug Harbor de Nueva Orleans. Más recientemente, hay muchos lugares y ciclos donde ha sido un placer tocar, como el Festival Jazz Madrid, el Teatro Lope de Vega de Sevilla o el Alhambra de Granada, donde siempre nos tratan muy bien. Siempre tenemos ilusión por tocar en lugares nuevos, claro, para un público que nos conozca por primera vez, y por supuesto viajar al extranjero… algo de eso esperamos anunciar en los próximos meses.
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