¿Cómo surgió la idea de escribir “Piedra contra tijera”?
Periodistas, historiadoras, divulgadores… las personas que habitamos estos espacios vivimos en el fondo de contar relatos. Historias que nos ayuden a construir y explicar qué o quiénes somos. En mi caso, tras tirarme muchos años en el underground del periodismo y el rock, en una época en la que todos vivíamos bajo una perspectiva del aquí y ahora con un componente lúdico y efímero, sentí la necesidad de demostrarme a mí mismo en primer lugar que podía hacerlo, y en segundo lugar, que podía aportar una visión diferente a lo que se estaba haciendo. En ambas, la respuesta ha sido satisfactoria.
¿Cuál fue la motivación para abordar la historia del rock español en el periodo concreto entre 1991 y 2021? ¿por qué ese inicio? ¿por qué ese final?
Lo de ese periodo en concreto es en primer lugar porque me toca, abarca gran parte de lo que viví. En segundo lugar, porque tiene sentido, hay un ciclo que se inicia con la euforia de los JJOO de Barcelona de 1992 y la crisis del año siguiente, y finaliza con la pandemia y la llegada del trap y las músicas llamadas urbanas para cambiar el marco, tanto a nivel musical como a nivel político. Por último, porque en la historia de la música española es de lo que menos se habla. A veces la prensa especializada termina recurriendo a los mismos lugares comunes una y otra vez, y me apetecía forzar la máquina para ver qué podía contar que no se hubiera contado antes.
Hablas de devolver a la luz una música y a sus protagonistas que a menudo no dejaron rastro en los medios de comunicación. ¿Cómo abordaste la investigación para rescatar estos aspectos menos conocidos del panorama musical?
Es lo que te decía antes. En la vida la mayor parte de la gente suele ir a lo fácil y caminar por senderos por los que hayan transitado con anterioridad. Eso deja a mucha gente fuera y creía necesario que no cayeran en el olvido o en el sobre exceso de información que hay en internet. Sobre cómo afrontarlo, creo que el principal error del periodismo musical es reducir el contenido a analizar desde un punto de vista formal un disco o una crónica, así se quedan muchas preguntas en el tintero. Por eso quise enfocarlo desde un punto de vista global, sobre cómo se relacionan los músicos con su tiempo, rompiendo además la barrera entre el punk-rock contestatario y el pop-rock, entre el underground y el mainstream. Es lo que me interesa, y en el fondo, lo que de verdad importa.
A primera vista parece que la escena musical cada vez está menos politizada, o al menos que las escenas más politizadas están de capa caída ¿crees que esto es así?
Depende de qué entendamos por politizado o si es el contenido que esperamos. Está claro que no vivimos en 1995-2005 cuando el rock antisistema era el que marcaba el camino, pero artistas sin canciones contestatarias como Santiago Auserón, Mercedes Ferrer, Nacho Vegas, Vetusta Morla o Freedonia también se asomaron al cabreo del 15-M y su posterior aprendizaje. Por otra parte, a pesar de la pandemia, la ola feminista de 2018 también ha dejado un argumentario muy sólido en las últimas referentes femeninas, y quiero creer que las gañanadas machistunas que aún abundan se toleran menos, y ya no salen gratis. La añorada Gata Cattana (aunque hiciera rap), Zahara, Hinds, Las Odio, Mafalda… el cambio en el discurso ha sido notorio.
¿Existen temas o movimientos políticos específicos que sean especialmente relevantes en la historia del rock español?
En el fondo, todos. En un estilo o en otro, porque el rock es muy amplio y cada subestilo ha nacido siempre de abajo arriba, aunque luego fuera fagocitado por el sistema. Los temas más relevantes te los puedes imaginar, el desafío territorial del Estado, la insumisión al ejército, la denuncia de las tropelías de la casta empresarial, eclesial, política, monárquica y mediática, la vivienda y la okupación, el feminismo, el medioambiente, las relaciones laborales, el uso de las drogas… contra la crisis de Felipe González, contra la de Aznar, contra la crisis inmobiliaria del 2008, ahora contra la ultraderecha… el rock siempre ha estado en primera línea de combate.
¿Cómo fue la transición de su experiencia en la creación de revistas y periódicos a la escritura de un ensayo más extenso?
Un horror, me sentí como si estuviera empezando a escribir de nuevo. El mayor problema vino cuando tuve que recortar, me había ido a más de 1.200 páginas por lo que se hacía inviable. Y al recortar frase por frase me enfrenté a un trabajo muy denso y farragoso. Pero me apetecía hacer esta obra tan global. Eran miles las voces que se asomaban por estas páginas, y no me apetecía silenciarlas. Estoy bastante satisfecho por haber sabido aunar partes narrativas con otras necesariamente enumerativas, aunque se hicieran en alguna ocasión más espesas.
Este ensayo ha sido un trabajo de más de 10 años ¿cuáles han sido los mayores desafíos y satisfacciones de este proceso?
A nivel técnico como te he dicho, el recortar todo a la mitad. Fue como empezar un libro nuevo hace ya más de 5 años. Luego encontrar una editorial a la que le encajara este libro, que no deja de ser muy distinto al resto de los que se hacen normalmente, más enfocados a las biografías orales o temáticas concretas. La Oveja Roja aúna contenido musical y político-social, en sintonía con “Piedra contra Tijera” y les estoy muy agradecido a mis editores Alfonso Serrano y Valentín Ladrero. En cuanto al contenido, evidentemente darle un significado coherente a la historia. Intentar interpretar todo lo que ha acontecido en el Estado español en estas tres décadas y cómo se han ido sucediendo los distintos movimientos musicales. Ha sido arduo, lo reconozco.
Es un periodo que tú has vivido en primera persona, ¿cuáles son los mejores recuerdos musicales que tienes de cada una de estas tres décadas?
Conocer a gente soñadora, verte entre iguales. Obviando las ganas de pasarlo bien y todas las liadas propias de la edad, que han sido unas cuantas, me quedo sobre todo con poder haber pasado de ser un simple fan que entrevistaba a sus grupos favoritos, a crecer generacionalmente con mi gente y haber creado con ellos y ellas cosas buenas en muchos encuentros. También por haber sido reconocido por un trabajo honesto, humilde, pero honesto. Es la mejor recompensa para un periodista, y me he sentido valorado por ello.
Finalmente, ¿qué mensaje o reflexión esperas que los lectores obtengan de “Piedra contra tijera”?
Que piensen, que reflexionen. Que sean personas críticas ante todo, y que crezcan en común, que bastante individualismo hay ya en el mundo. Que crean que la música aún puede salvar este mundo gris que nos somete, porque nos va la vida en ello. A título personal, que la gente vea que este es un libro escrito por un apasionado de la música y el rock que va con la verdad por delante, y me refiero a que no está pensado para caerle a nadie bien en la industria, que ya dice mucho. Y como bien explica mi editor, este libro no pretende cerrar un conocimiento, sino que invita a recorrer nuevas sendas colectivas.
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