¿Se diferencia mucho del método de discos anteriores?
Totalmente. En los discos anteriores había una producción muy clara de Manuel Colmenero. Esto no queremos que suene a que es mejor lo de ahora que lo de antes, es diferente nada más. Nosotros hemos tenido que hacer un ejercicio de acercar nuestro pasado, quererlo, amarlo y pasar pantalla. Cuando íbamos a grabar al estudio, Manuel Colmenero nos tenía medido hasta el potenciómetro de cualquier pedal de distorsión o cualquier previo sabíamos a qué punto tenía que estar, con la foto, con el ensayo. Y este proceso ha sido todo lo contrario.
¿Más natural?
No, todo lo contrario simplemente en el sentido de que no ha habido nada medido. Ha sido un constante fuego artificial de sensaciones, de ganas, de ilusión, de miedo, de incertidumbre, también de creatividad: nos hemos dejado crear hasta el final. No queremos llamarlo mejor ni peor, simplemente ha sido así. También todo el trabajo que hemos hecho en los discos anteriores con Manuel nos ha hecho ser como somos, nos ha hecho aprender mucho y nos ha hecho evolucionar; a Manuel le debemos un porcentaje altísimo de nuestro carácter, sólo que, en esta ocasión, para hacer cosas nuevas, teníamos que hacer los procesos diferentes a como los hacíamos, porque si los seguíamos haciendo igual el resultado iba a ser más o menos parecido.
¿Cómo ha sido el proceso de composición de estos diez temas que forman el álbum?
La composición también ha sido diferente, porque normalmente venía uno de nosotros con una idea por lo general muy en modo boceto: unos acordes, quizá un riff o algún motivo principal, y la melodía de la voz, y entre todos, con los instrumentos que teníamos a mano en el local, solamente con esos instrumentos y solamente lo que supiéramos tocar, armábamos la canción a lo largo de varios meses; cuando la canción estaba más o menos construida —más más que menos—, le tomábamos una foto: en eso consistía grabar. Ahora hemos pensado que teníamos que romper esa dinámica, ya no hace falta respetar los mismos roles: el batería no tiene por qué hacer el ritmo, el bajista no tiene por qué tocar el bajo y el guitarrista no tiene ni por qué tocar, literalmente, en alguna canción determinada [risas]. Rompiendo esos roles nos hemos permitido utilizar instrumentos que no teníamos controlados o instrumentos que no teníamos en ese momento en el local pero teníamos en otro lado o los podíamos recrear con el ordenador; eso ha abierto el abanico de manera inacabable. También da mucha incertidumbre, porque antes era “esto lo sabemos tocar y lo podemos tocar y suena”; ahora no siempre era así. Había que confiar en que en fases posteriores del proceso eso se iba a completar. Así ha sido al final, y para bien, para encontrar nuevos caminos, pero visto hace unos meses o un año atrás era como “¿qué va a pasar?, ¿cómo va a salir esto?”.
¿Cómo surgió la idea de trabajar con Nacho Vigalondo, Lolita y Nacho Vegas en el videoclip de vuestro primer single, Te lo digo a ti? ¿Qué peso creéis que tiene la parte visual en Vetusta Morla?
Siempre hemos sido muy conscientes de que todo suma. Lo que pasa es que justo en el tema de los videoclips nos ha gustado mucho delegar en los directores, que ellos creen. Ya en La Deriva a los directores con los que trabajamos les dijimos: “haced lo que queráis, de verdad”. Les explicamos un poco la filosofía, pero ellos luego hicieron lo que les dio la gana. Y Nacho Vigalondo igual, hizo lo que le dio la gana. Eso sí, hace una interpretación maravillosa, es brutal la interpretación que hace de la letra, de la canción, de todo lo que envuelve musicalmente esas palabras; ha hecho un trabajo muy bueno. También está bien la sensación de no tener control sobre algo de lo que formas parte, dejarte sorprender por tus compañeros.
Ya habéis anunciado fechas de gira. ¿Cómo es estar tocando hace menos de 10 años en salas relativamente pequeñas, como Joy Eslava, y ahora anunciar vuestro próximo concierto en la capital en la explanada de la Caja Mágica? Al haber cambiado las salas pequeñas por grandes estadios, ¿cómo creéis que ha cambiado vuestro directo?, ¿creéis que vuestros temas cambian por el espacio en el que son interpretados?
Sí, están obligados a cambiar. Nosotros siempre nos hemos recreado en tener una relación muy directa con las personas que nos seguían, casi personal; hemos tenido la suerte de que la gente que nos seguía recomendaba nuestra música como si fuera suya, y es muy bonito ver que las personas que nos siguen desde siempre sienten nuestro éxito como si fuera suyo también. Y es así. Mantener esa misma relación de confianza y de cercanía cuando tienes 150 metros de distancia, unas pantallas y una PA enorme y hay veinte mil personas ahí sólo se consigue si entiendes que ese es el nuevo terreno de juego y tratas de crear esa relación de complicidad de otra manera, tocando de otra forma, planteando otro espectáculo.
¿Y eso influye ya desde el momento en el que componéis los temas o sólo a la hora de interpretarlos?
No, solamente a la hora de interpretarlos. Nuestros temas, y más en este disco, no han tenido en cuenta para nada el directo, hasta tal punto, como comentábamos antes, que algunas canciones no las podíamos tocar; tocabas lo que podías y lo demás proyectabas; la palabra mágica de todo el proceso del disco era “proyectar”, imaginar cómo va a ser, un salto al vacío. No pensábamos en el directo porque pensar en el directo en realidad era una limitación. Ahora ya veremos lo que hacemos para tocar esto; de momento, las primeras sensaciones de los ensayos que estamos haciendo son buenísimas, excelentes, pero el punto de partida no era pensar en qué íbamos a hacer en directo, sino en qué necesita la canción.
También habéis fijado bastantes fechas en América Latina, donde ya habéis presentado otros trabajos anteriormente. ¿Cómo es recibida allí vuestra música? ¿Afrontáis los conciertos fuera de casa de una manera diferente?
Llevamos yendo desde 2009, desde Un día en el mundo. ¿Diferente?, pues como cuando vamos a Málaga, que también es diferente. Hay algunas diferencias que nos obligan a reconfigurar un poco el modo en el que afrontamos los shows, pero no son dramáticas tampoco. No contamos allí, por lo general, salvo en un par de conciertos que hemos hecho, con nuestra escenografía habitual; tocamos en lugares más pequeños, por lo general; luego también hemos tocado en grandes festivales, pero cuando vamos a conciertos nuestros son lugares más pequeños que aquí en España y no contamos con esa otra parte que ayuda a completar el significado del show; tenemos que volver un poco atrás en el tiempo y sacar otros recursos expresivos. Como tenemos un recorrido ya de unos años y hemos estado en 15 países, de alguna manera aprendes a tener callo y a amoldarte a lo que hay; igual de repente tocas delante de cien mil personas, como en Bogotá, pero las condiciones técnicas son lamentables y no te escuchas, y tienes que adaptar esa dualidad tan rara; igual si de repente vas a un garito pequeño y de repente a un teatro maravilloso, o si tocas delante de quince mil personas en el Palacio de los Deportes. De alguna manera tienes que hacerte camaleón y adaptarte a todo, independientemente del país. Hay que analizar la jugada con inteligencia: llegas, observas de qué va la peli y te adaptas a ello.
Desde que empezasteis la gente ha buscado hacer comparaciones (¡la gente no puede vivir sin hacerlas!) diciendo, por ejemplo, que sois los Radiohead españoles. Pero, ¿qué es lo que realmente os ha hecho ser como sois? ¿Qué ha inspirado a Vetusta Morla para crear este último trabajo, en concreto?
Siempre decimos que somos un poco inconscientes y por otro lado conscientes de que nos influye todo. Desde un cuadro, los museos de arte abstracto, canciones de cualquier palo… Somos conscientes de que todo nos influye pero somos un poco inconscientes de qué en concreto; no tenemos una referencia clara y, además, somos seis diferentes.
JUANMA: Yo, en esta ocasión, me he fijado en otros discos que han sido hechos en una tesitura parecida a la nuestra, que es la de tratar de buscar una nueva identidad, tratar de buscar la propia esencia a través de la transformación. No tanto en un sentido estilístico de “me gusta cómo suena”, sino en la actitud y el testimonio de quien lo ha hecho, cómo se siente y cómo afronta eso. Por poner algunos ejemplos, el Revolver de los Beatles, donde ellos pasan de ser una banda de ídolos de adolescentes a ser una referencia para la historia de la música; el Third de Portishead, donde, después de estar más de una década desaparecidos y haberse inventado un lenguaje musical, vuelven y siguen siendo los mismos, pero no utilizan ninguno de los recursos estéticos que solían utilizar, le han dado la vuelta a todo y siguen siendo Portishead; le pasó a Radiohead, por seguir con el ejemplo, con Kid A y Amnesiac, que después del éxito mundial de OK Computer llegan y hacen esa especie de disco doble grabado a la vez, y le vuelan la cabeza a todo el mundo, y redefinen cómo va a ser el rock en el siglo XXI; U2, cuando llega a Hansa, donde nosotros grabamos, y graba el Achtung Baby, llega en una crisis de personalidad y empieza a utilizar un montón de cajas de ritmos y a darle la vuelta a su propio concepto de banda. A mí me ha interesado escuchar esos discos porque están en un mismo punto emocional que nosotros, no tanto estilístico, pero sí emocional.
Eso también son influencias, testimonios, algo que lees, inspiración. Todo influye.
¿Creéis que en este trabajo sigue estando presente ese factor reivindicativo que caracterizaba en parte a La Deriva?
Mismo Sitio, Distinto Lugar parte desde un núcleo central de los seis, más que desde lo que está pasando en la sociedad. Parte de un vínculo entre nosotros y habla mucho de eso. Lo que pasa es que luego, cuando ves la obra completa, te das cuenta de que eso que nos pasaba a nosotros, como si fuésemos nosotros una pareja de seis, ha ocurrido también a muchos niveles: a nivel político, no sólo en España, sino a nivel mundial; a nivel emocional, en mucha gente cercana; e incluso en nuestra vida fuera de Vetusta. La Deriva sí que se nutría más del contexto social, no sólo político, sino más social en general.
¿Cómo veis el panorama musical actual, tanto nacional como internacional?
Vivimos en una época tan interesante como amenazante. Nunca en la historia de la música se han hecho tantos discos y tan buenos como ahora, o por lo menos no se conocían, era muy difícil acceder a ellos. La cantidad de bandas haciendo cosas interesantes y el acceso que el público tenemos a tanta música buena no tiene precedentes. Lo que pasa es que eso es posible gracias a ciertos procesos (tecnológicos en muchos casos), que también traen consigo amenazas; está cambiando el modo en el que se accede a la música y algunos nos estamos quedando fuera de cierto modelo de consumo. Pero hay que ser optimista y sacar lo bueno de cada situación; en este caso, la capacidad de conocer un montón de música distinta, de darte a conocer en muchos lugares, también como músico, de intercambiar experiencias con muchísima gente, de conocer un montón de propuestas, dejando un poco aparte el hecho de que tanta opción a veces asusta e intimida la falta de trascendencia o de hacer de la música algo importante en nuestras vidas, de convertirlo en un ritual.
La banda saldrá de gira en 2018 y las fechas son las siguientes:
Texto: Ana Martínez Bautista
Fotografías: Jerónimo Álvarez
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