Entre conciertos, el running, las horas de edición con NYSU Films, algunas funciones de teatro y otras actividades, la artista ubetense recargó las pilas para volver al estudio. El resultado ha sido Santa, álbum interactivo de portada variable y cargado de material adicional publicado el pasado 21 de abril que abre un nuevo capítulo de su ya extensa carrera. Hablamos con Zahara de las múltiples novedades que trae consigo el disco —editado bajo su propio sello— el cual presentará nuevamente en Madrid esta semana, al enfrentarse a su segundo sold out en el Teatro Lara.
La Mujer América de tu anterior entrega, La Pareja Tóxica (2011), ha dado paso a Santa Zahara. ¿Cómo surgió este apodo?
Salió entre mis seguidores y yo como una broma, y se ha extendido en el tiempo hasta el punto de que decidí llamar el disco Santa, y no solo porque me gustara la palabra. En la música hay una cosa que tiene una conexión con la religión, el fanatismo, y me gustaba porque representaba esa devoción. La gente se ha comprado el disco sin escucharlo, eso es un acto de fe, y lo hacen porque me siguen, una palabra que también viene de la religión. Me parecía que el imaginario está muy compartido.
Tu evolución ha sido una de las más radicales del panorama actual, y se ha producido a varios niveles; ahora tienes tu propio sello, G.O.Z.Z Records.
Han pasado cuatro años. El que no haya mostrado nada no significa que no haya habido microcambios, y la evolución ha sido mucho más natural. En cuanto al sello, para mí era algo vital. En el momento de mi carrera en el que estaba y con lo que me ofrecían las discográficas, veía necesario apostar por lo que yo quería hacer. No estaba dispuesta ni a ceder, ni a hacer algo muy mío y dejarlo en muchas manos y que no se cuide el producto como yo quería. El disco que he hecho hubiese sido inviable en una discográfica por el formato, mi nombre no aparece escrito entero, la producción, etc. A día de hoy, una discográfica nos ofrece algo que nos pueden dar los bancos, los amigos, los padres, o lo que uno haya ahorrado: dinero. Sacrificar lo que para mí es la obra de arte a cambio de eso es absurdo.
¿Las siglas G.O.Z.Z. tienen algún significado oculto?
(Risas) Tiene una historia muy graciosa. Mi sello se iba llamar Godzilla Records, porque cuando le dije a Ken Stringfellow, el guitarrista de The Posies, que me llamaba Zahara Gordillo, lo pronunció “Godzilla”, y decidí que si un día tenía un perro, montaba una tienda o creaba un sello, se llamaría así. Me informé sobre patentes y no había problema, hasta que la productora japonesa de la película Godzilla me mandó una carta. Con el disco enviándose a fábrica, tuve una hora para cambiar el nombre, y acabé con G.O.Z.Z. para que tuviera que ver con el original pero a la vez no se pareciera a nada y así nadie podría decirme nada.
Después de un año horrible, La Pareja Tóxica desprendía mucha crudeza. Santa también tiene letras desgarradoras pero con una nueva vuelta de tuerca al sonido. ¿De dónde ha salido su contenido?
Tiene más escenarios musicales y letrísticos. Ahora escucho La Pareja Tóxica, y pienso, “Benditos seguidores”, porque menudo dramón (risas). Ahora estoy en otro momento. Hablo sobre el origen del amor (“El Deshielo“), hay mala leche y despecho (“Rey de Reyes“), y hay muchas canciones sobre relaciones, pero no necesariamente sobre amor. Profundizo más en el ser humano, en cómo vive las cosas, y abro un abanico de lugares. Me gusta porque, cuando terminas el disco, tienes ganas de volver a escucharlo porque han pasado muchas cosas.
Creo que nadie estaba preparado para “Crash“. ¿Es este el disco que afianza tu sonido?
Cuando hago una cosa y ya sé hacerla, en lugar de quedarme en esa zona de confort, tengo que experimentar y buscar otra. El anterior disco era más americano, de salita de pequeña, y este es más británico, con un sonido más frío y procesado. Y no se debe a que me haya encontrado; esta es la música que escucho y la que hago. Para el siguiente, nunca se sabe… A saber dónde estoy en cuatro años.
Es un disco de contrastes: “La Gracia” resulta casi angelical, la acelerada “El Deshielo” da paso a “El Frío“, que recuerda más a la Zahara más cruda…
Aunque no lo parezca, porque hay mucha diversidad, para mí sí que es un disco conceptual, aunque el concepto sea llevarte por varios lugares. Quería que la gente me conociera como soy yo. Hago muchas cosas, tengo muchos formatos, tengo una parte divertida, una intensa y otra más rockera. Los músicos y la producción le dan una unión a todo, pero me parece interesante que quieras escuchar unas canciones u otras según tu estado de ánimo.
También las une cierta temática religiosa: el título, la portada (donde te falta la aureola) y canciones como “Hágase tu voluntad” o “Inmaculada Decepción“. Pienso en tus paisanos Guadalupe Plata y en Supersubmarina y su Santacruz (2012)… ¿Ha sido intencionada?
En Úbeda tenemos la broma interna de que es la ciudad de la Semana Santa, no del Renacimiento que dicen los carteles. En Andalucía hay un apego a la religión muy fuerte, y lo que me quedó fue ese imaginario; nuestra forma de hablar, pensar y estructurar está muy ligada a nuestra formación religiosa. Al margen de lo que yo pueda creer, que es irrelevante, lo que sí me gustaba era la potencia de esas imágenes. En “Hágase…” hablo de una persona muy buena que era incapaz de dejar a alguien que no quería y la comparé con Jesucristo, que puede hacer muchas cosas pero falla en el último milagro. Fue de las primeras y me gustó su fuerza, y me pareció fácil que la gente conectara con ella porque todo el mundo sabe de lo que hablo. Todo surgió de forma natural.
Han pasado cuatro años desde tu anterior disco, pero eres una chica que no para: cine con NYSU, teatro (Frenchy), corres, escribes Semaforismos, mantienes un blog… ¿Decidiste tomarte un tiempo para dedicarte a estos proyectos?
Sí. Me di cuenta de que, cuando te dedicas a esto, no sales nunca. Siempre estás relacionado con la música, con músicos, y se vuelve muy egocéntrico: mis canciones, mis vivencias, mi gira… Entonces me tomé un año para aprender costura, escribir los Semaforismos, correr y cuidarme… Decidí tener rutinas, hacer cosas de humano. Estamos tan metidos en nuestro mundo y nuestros horarios que se nos olvida que hay una vida ahí fuera, gente con trabajos de ocho horas que se levanta a las siete de la mañana y hace otras cosas. Llevaba años sin parar y tenía ganas de vivir eso, me flipó, y a la par, volví con mucha más energía para centrarme en lo mío.
Controlas las redes desde siempre, y hasta diste una charla en Casa de América. Pero ese mundo ha evolucionado mucho desde MySpace. ¿Te ha llegado a abrumar en algún momento?
Al contrario. Instagram es una de mis redes favoritas, me vuelve loca, y me la tomo muy en serio. No subo cualquier cosa, y tengo en cuenta qué subo y a qué hora lo subo. Lo decía en la conferencia: si no te gusta, no va a funcionar, porque la gente lo nota. Como a mí me gusta, voy por la calle leyendo los comentarios y sonriendo, y me gusta responder, aunque no siempre tengo tiempo. Me parece guay que haya una vía para decir lo que uno piensa. Obviamente hay a quien no le gusto y me lo dice, pero otra gente dedica tiempo en decirme algo porque quiere decirme algo bueno, y yo no me acostumbro. Yo siempre estoy empezando y ahora hay un montón de cosas nuevas que a lo mejor no gustan. Y ver que sí lo hace me parece increíble, y que me lo digan y estar pendiente, no me cuesta.
¿Te alegra vivir este momento en el que renace el vinilo y los artistas vuelven a currarse las ediciones de sus trabajos? Aunque esto derive de la búsqueda de reclamos para vender…
Lo he dicho siempre: tú no puedes estar en contra de que el mundo evolucione. La industria se adapta, las empresas se adaptan, pero el mundo de la música se ha negado. Si esta es la situación, y no va a cambiar, hay que buscar una manera de darle valor de nuevo al disco, como es el vinilo, o de hacer que el disco tenga algo. Yo siempre he querido cuidarlo mucho, y si no he podido es porque he estado en discográficas que no me lo han permitido, se vuelven locas. La gente que compre Santa va a tener un objeto especial, que es agradable para tocar, interactivo, divertido. Yo tengo un montón de discos que son muy feos, y me da mucha rabia. En lugar de intentar sacar dinero de los conciertos, tu imagen y los derechos de autor, hay que currarse un disco que la gente quiera comprar. Yo en ese sentido me alegro mucho.
Has vivido en tus carnes que el contar con más dinero no garantiza el éxito, e incluso se gestiona peor.
El sistema de las discográficas está completamente obsoleto, siguen hablando de “marketing” y “estudios de mercado”, como en los noventa. El estudio del mercado lo hago yo cada día que me levanto y veo la gente que me escribe en Twitter, que escribe a otras bandas parecidas. Ese es un estudio de mercado real, estar ahí todo el puñetero día. Muchas veces la banda lo sabe mejor que un tío que está en una oficina y que viene de un universo donde las cosas funcionaban porque una canción sonaba en la radio. Ahora las radios no tienen ese poder, lo tiene el que decide compartir tu música. Tienes que hacer algo lo suficientemente interesante para que alguien quiera compartirlo. ¿Dónde está el marketing? Hay que crear algo bueno, no venderlo bien, porque la gente no es tonta. La gente que escucha nuestra música no la va a escuchar porque se lo pongan en la tele.
Tu debut, Día 913, va a cumplir 10 años. ¿Con qué te quedas de esta década?
Todo ha sido muy fluctuante y la pereza te puede vencer en cualquier momento, pero siempre he sacado energía para seguir. En el cole yo estudiaba el último día, nunca he tenido constancia ni rutina. ¡Lo que me sorprende es llevar 10 años y seguir sacando discos! Me quedo con esa perseverancia. Y también con que gente a la que admiro haya venido a mí, como Pancho Varona, Joaquín Sabina, Santi Balmes o Jorge Drexler, que me mandó un mensaje diciendo que le había gustado “El Deshielo“. Me considero muy pequeña y esto me sorprende y me sigue sorprendiendo.
A continuación puedes consultar las primeras fechas de la gira de Zahara. Las entradas, como siempre, puedes adquirirlas en taquilla.com
Texto: Beatriz H. Viloria Foto: Noemí Elías Bascuñana
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