Alfredo Fernández creó Buenas Noches Rose, rock visceral madrileño, y formó parte de Le Punk, rock canalla de inspiración lunfarda. Desde hace 2 años es simplemente Alfa, la visión más personal de su vida en sus canciones. El Ocaso de los Cines Luna es el cuarto EP que lanza en solitario, nos sentamos a charlar sobre música, compañeros de piso, relaciones de pareja y más música.
Ahora que ya tienes 4 EPs editados vas a tocar en la sala El Sol, ¿es como si ya tuvieras un LP entero?
Creo que no hay una estrategia al respecto, vamos al paso de las cosas. Hemos hecho tres presentaciones, en Siroco con el EP en acústico y las otras dos en Moby Dick. Te vas cansando un poco de los sitios y donde más mola tocar en Madrid -para los aforos que yo puedo manejar- es en El Sol. Tocar en La Riviera molará más, y en la Joy mola, te lo digo que he tocado, pero ahora mismo estamos para El Sol el día 2 de noviembre y estamos apostando por ello.
¿Por qué decidisteis sacar las canciones poco a poco, en formato EP?
A nivel artístico hicimos tabla rasa desde el principio, saliendo desde Le Punk, inventándonos un personaje nuevo y en medio de una hecatombe a nivel nacional de la industria y de todo en general. Nos planteamos que no podíamos ser ambiciosos con esto, han cambiado muchísimo las costumbres, la forma de pensar… y Le Punk había llenado la sala Caracol, pero sabía que en solitario era otro rollo y que no lo podría hacer.
Además, yo mismo tampoco sabía lo que quería hacer. Tampoco tenía banda, la estaba juntando, y acompañaba el proceso con esos EPs que son como polaroids de cómo estaba la cosa en cada momento, en parte para que yo mismo viera el pulso de las cosas, cómo estaba funcionando y hacia dónde iba. Estoy muy contento porque ahora estoy en el momento que sé lo que estoy haciendo y lo que voy a hacer.
¿Cómo se componen y graban canciones de cuatro en cuatro?
El pulso creativo de componer en el momento para saber que tienes que grabar en dos meses es muy interesante para un músico, te obliga a trabajar mucho más rápido y te libra del hastío vital que tienes cuando tienes que preparar 17 canciones para grabar 12. Creo que va más acorde con los tiempos, mira cómo te tienes que publicitar ahora, puedes hacer un disco genial y al mes está muerto con tanta oferta y tanto ajetreo. Creo que esta manera es buena para llegar a algo sólido, pero hace falta tiempo.
En este último EP, El Ocaso de los Cines Luna, y en el anterior Autorretrato de un Hombre Invisible, se notó un salto de calidad importante respecto a los anteriores.
Esos dos están grabados juntos, son frutos de la misma sesión de grabación, aunque El Ocaso se mezcló cuatro meses después. Una cosa muy importante fue la aparición de Miguel Herrero -dueño del estudio y productor de los dos últimos EPs- ha tenido que ver en el sonido y también ha participado como músico (batería y bajo).
Casi todas las canciones de Alfa son medios tiempos, ¿es lo que te sale componer?
Me salían porque supongo que estaba en casa, tenía la guitarra acústica, estaba pasando un desamor en el sentido de que había pasado 10 años con unos amigos tocando en un grupo… pues estaba así y salían canciones de esa textura. Ahora la banda está más rodada, ensayamos más, tengo un par de guitarras eléctricas nuevas, pedales, un amplificador, y me empieza a pedir otra historia. De hecho vengo de grabar el próximo EP y he quitado todos los teclados. Es un disco guitarrero a tope.
Tu visión es casi siempre la del perdedor sentimental, ¿es duro escribir letras siempre sumergido en la melancolía?
Esas canciones tienen fuerza, son momentos en los que, de alguna manera, bajas, pero no quiere decir que tu vida sea así constantemente. Siempre he escrito cuando bajo, ahora estoy empezando a aprender a escribir cuando subo, no sabía hacerlo. Siempre me parecieron más sugerentes los momentos de enfrentamiento y tensión, de buscar la autoafirmación en esos momentos, un poco de orgullo del perdedor.
Tus letras siempre están en primera persona, e incluso cuando es en tercera da la sensación de que tú eres el protagonista.
Es verdad que hay letras muy directas que hablan de mí, pero no siempre es así. (Escribir en tercera persona) es algo un poco juglaresco, contar una historia como un narrador sin ser el protagonista. Me gustaría entrar en la narrativa pura y dura, pero es inevitable que pongas tu cosa.
¿Le das muchas vueltas a las letras?
Me encanta la palabrería, ha sido siempre de mis cosas preferidas. Me encanta leer, la comunicación hablada en toda su gama de matices es la madre del cordero de la comunicación. Me encantan las letras. No creo que para que una canción sea buena tenga que tener una buena letra, pero a mí me gusta hacerlas.
Hace poco un bar cantaba “Una Noche Más” de Buenas Noches Rose y sin embargo tú parecías muy incómodo con la letra.
Yo que sé, me parece que es una canción con mucho rollo, pero tiene una letra adolescente a tope, un pavo que describe un polvo, o algo así, desde la perspectiva adolescente. Es fruto de que uno escribe lo que está viviendo en cada momento (risas). Ahora estoy volviendo a esas texturas musicales, pero estoy mucho más vivido. Cuando hice “Una noche más” no conocía las cosas que más me gustan del mundo ahora, tenía ensoñaciones sobre todo lo que quería y me gustaba pero eran ensoñaciones de un adolescente.
¿Es por eso que apenas tocas canciones de Buenas Noches Rose?
Totalmente. Mucha gente me ha dicho: “son tus canciones y en algunas de ellas no hay una distancia estilística y dialéctica tan grande como tú crees”, pero yo sí la veo. Un montón de matices y de planteamientos básicos.
Explícanos brevemente quienes fueron Buenas Noches Rose
Un grupo de rock de chavales. (silencio) Ya con eso creo que es suficiente. Chavales, como todos, completamente ignorantes del mundo en el que vivían, pero con una ambición alucinante. Una de las características principales del rock es que tiene la capacidad de hacer que 4 pipiolos se junten y hagan algo interesante independientemente de cual sea su bagaje. Es una energía adolescente pura y dura. La camaradería que crees que nunca vas a perder, el misterio del sexo opuesto, ir a tocar a una sala con 150 personas y salir como si estuvieras tocando para 20.000, tratar de conectar con la masa, aunque la masa sean 300 personas. Yo ahora toco para 300 y me da la sensación de que toco para 300 individuos, no para una masa (risas). Eso es lo principal, fue mi primera novia y fue una relación intensa.
¿Le Punk?
Fue un amor más sobrio, más divertido, mucho más consciente y que murió de una manera razonable, sin dramas. La música de Le Punk fue un laboratorio sónico para muchos, aprendimos a acercarnos a otras músicas, a tocar de otra manera. Creo que fue valiente y estuvo bien, no creo que sea un grupo que vaya a morir, de vez en cuando resurgirá para tocar, porque lo pasábamos bien. Lo que pasó es que éramos muchos y empezaba a haber necesidades acuciantes a nivel económico.
Empezamos Buenas Noches Rose con 16 años, cuando tienes 30 años te planteas que tienes que ganar dinero y si no das el siguiente paso empiezas a frustrarte. A nivel anímico Le Punk no pudimos superar la barra, no nos dio la estabilidad mínima. Cosa que tampoco le ha pasado a nadie, todo el mundo está subsistiendo.
¿Alfa?
Un reflejo absoluto de mí. Un tipo que sabe lo que le gusta y que, de alguna manera, ese gusto va a cambiar, y trata de llevarlo como una manera de expresión personal. Trato de conocer gente a través de la música y seguir aprendiendo. Ahora creo que tengo el control de mis registros y empiezo a disfrutar de otra manera la música.
¿Qué ha cambiado siendo Alfa?
Ser yo solo es una tranquilidad a la hora de subsistir. Hay gente implicada, claro que sí, músicos y gente que trabaja contigo, pero en el peor de los casos seguiré yo solo con la guitarra. Cuando en última instancia las cosas dependen de ti te libras de alguna manera, tienes más trabajo, pero eres el único responsable y el único damnificado si sale mal. Para sobrevivir me he planteado las cosas a corto plazo todo el rato: ¿que hay que hacer ahora? una canción, pues hago una canción. No tengo ambición por el éxito, creo que es algo que condiciona mi música ahora, no deseo ser una estrella del rock, estar en el candelero ni que la gente me reconozca por la calle.
Últimamente pongo mucho el ejemplo de que la música antes era como cultivar trigo, tú plantabas, sembrabas… todo eso, y luego recogías más o menos, pero recogías algo. Ahora esto no vale ya, no es el clima para que salga trigo y hay que plantar otra cosa. Me gusta jugar con la idea de que estoy plantando un campo de almendros y que tienen que crecer todavía un par de años más para poder producir. Y todo está condicionado a que no te caiga un granizo, por ejemplo. No podría seguir adelante si el planteamiento fuera que poniendo X ahora tuviera que sacar X por 10 enseguida, creo que casi nadie lo puede hacer.
Además de músico eres escritor y vas a publicar tu primera novela, “La cumbia cimarrona”
Saldrá a principios de diciembre. Es la primera novela que escribí, me encontré con una editorial pequeña, Desacordes, les gustó y la van a editar. He escrito dos novelas más, pero creo que esta es la mejor, me puse a escribir por un impulso y yo mismo me divertí mucho. Para mí fue como traspasar una frontera psicológica, ¡puedo hacer una novela! y creo que cuando escribí la segunda me las di de novelista, por decirlo de alguna manera, y perdí fascinación, era más pretenciosa.
Empecé la primera en los finales de Le Punk, con Mátame, y desde entonces he hecho una por año. Ahora estoy escribiendo otra, igual a finales del año que viene puedo editarla. Creo que haber escrito otras dos antes y haberlas desestimado es algo maduro como escritor. Es duro de hacer porque inviertes tanto tiempo en escribir, corregir, dejar pasar el tiempo, releer… para ver que no mola.
Alfa estará presentando El Ocaso de los Cines Luna, en la sala El Sol de Madrid el próximo 2 de noviembre, entradas a la venta en taquilla10.com