Como quien rompe monigotes de papel, Amparo Sánchez decidió hace casi dos años romper con toda una década de canciones y vida. Dijo adiós a Amparanoia y marchó en búsqueda de sí misma. La voz, la mujer y el fantasma indígena uterino han dado vida a “Tucson-Habana“, un salto viajero como la película de Wim Wenders, “París-Texas“. De hecho, este álbum se masterizó en la capital francesa… La misma Amparo hace cuentas de como ha ido y de como le irá próximamente.
Te gastaste con Amparanoia y después te metiste con “Tucson-Habana”, que cuenta con músicos de uno a otro confín. ¿No te gastó el alma tener que volver a empezar a —ya no sólo componer- sino formar una banda?
Todo lo contrario, asumir retos es lo que me hace crecer. Era todo un desafío que deseaba; vaciar de instrumentos, comunicar de otra manera, buscar otro punto de complicidad con el público… era un álbum que quería hacer para marcar un cambio de rumbo bien diferenciado.
¡Y hablamos de una banda de más de cinco y hasta casi siete músicos, sin contarte a ti! En la variedad está el gusto, vaya. ¿Qué músicos no pudieron formar parte de tu compañía aunque tú lo propusieras?
No fue una cuestión de proponérselo. Algunos se quedaron y otros se fueron a partir de la última gira. Por la grabación de “Tucson-Habana” sabía que necesitaba contrabajo, piano, batería y trompeta, esos eran los instrumentos que tenía claro, excepto el batería, que es un viejo compañero de antes, incluso de Amparanoia. Los otros son los mismos de la anterior banda. Y también la nueva incorporación es la de Cary Rosa Varona al cello, hija de mi trompeta de toda la vida. ¡Así que estamos en familia!
Claro, que también es verdad que en los últimos voleteos de Amparanoia tú ya estabas mascullando el nuevo proyecto. Si no me equivoco muchas de las canciones que componen “Tucson-Habana” estaban grabadas antes de la gira de despedida de Amparanoia. ¿No sentías que era como ponerle los cuernos a tu pareja?
[Risas] Empecé a escribir los temas y veía que realmente no eran para el proyecto de Amparanoia, entonces fue cuando se los enseñé a Joey Burns y él me invitó a ir a Tucson a grabarlos. Después de este viaje tomé la decisión de terminar Amparanoia y empezar una nueva propuesta musical.
Curiosamente, esto que haces ahora me recuerda ligeramente a Amparo & The Gang. Igual son cosas mías, pero ¿de todas las canciones de “Tucson-Habana” hay algo que hayas rescatado o cambiado de aquella primeriza etapa?
Pues no, pero es cierto que de alguna manera vuelvo al origen de mi primer álbum, unas raíces que estaban esperando ser descubiertas de nuevo.
Ya dejando “lo pasado”… ¿es más que gratificante tomar decisiones por voz propia y más siendo algo tan íntimo?
Sí, el paso ha sido muy positivo en todos los sentidos. A nivel de interpretación y de emoción, poder tocar en teatros este repertorio es una maravilla y volver a clubs cerca del público, ver sus caras… y también poder preparar el segundo álbum con total libertad sin pensar en que estilos o que se espera, simplemente creando.
Me pregunto si te resultó vergonzoso (en el sentido de enseñar algo inacabado o muy personal) mostrarle a Joey Burns (Calexico) los primeros retazos de las canciones que tenías grabadas en solitario, propiamente dicho.
No, con Joey tengo una relación preciosa, hay mucho cariño y respeto y sabía que si alguien podía entender lo que estaba haciendo era él, desde luego.
¿Estaríamos ante tu propio “Paris-Texas”? Catorce historias que de tan personales consiguen mimetizarse con el “escuchante”, a modo de película…
Esa era la idea, por eso la foto de la portada estilo road movie, el titulo del álbum… Hay historias dentro muy personales y muy íntimas. La idea era cantarlas al oído del oyente, y no fue casualidad mover toda la segunda parte de la grabación a la Habana para meter a Calexico en toda la película.
A parte de jugar con lo personal que estamos hablando, está la otra cara, que es ese carácter frívolo a la par que entrañable de La Habana y sus gentes. Grabar en los Estudios EGREM fue, como has contado, encontrarse con la historia de la música cubana. Allí grabaste ‘La Parandita de las Santas’ a dúo con Omara Portuondo, entre otras muchas. ¿Este disco habría perdido todo su sentido sin la experiencia de grabar allí? Obviando, además, el título del propio álbum.
Desde luego, grabar en EGREM era un sueño para Calexico y para mí, y si no hubiéramos ido a la Habana no hubiéramos desarrollado el lado latino que esta en los temas y no hubiéramos tenido tampoco la maravillosa colaboración de Omara.
Amén de que Tucson, siempre fronteriza, también ha sido crucial. Primero porque fue allí donde, en 2007, grabaste con Jordi Mestres Gasso. ¿Habría quedado igual un (por ejemplo) “Barcelona-Chicago”?
Creo que no, fue decisivo que Jordi y yo viajáramos hasta allí con las canciones maquetadas y encerrarnos a tocar con John Convertino y Joey en el estudio de ellos. Así que cuando el tema estaba listo lo grabábamos todos tocando al mismo tiempo y luego salíamos a pasear o a ver grupos de allí o estar en un pueblo que no conocíamos y que no nos conocían. Eso nos dio libertad y mucha inspiración para los sonidos más desérticos.
Una pregunta alejada —en parte- de lo musical. Cuba, con su pros y sus contras (políticamente hablando) tiene una gente muy vividora y vivida, al igual que otros países y/o ciudades sumidas en la miseria. ¿Realmente la persona es feliz siendo rico de espíritu, y pobres cuando únicamente ostentan dinero?
Siempre que vuelvo de Cuba pienso en todo esto; ¿cómo teniendo una vida tan dura pueden ser tan felices? Y la respuesta es fácil: lo importante para ellos son las relaciones, hablar, compartir, reír de las alegrías y también de las desgracias, tienen amor por la cultura y practican la solidaridad con el vecino de su cuadra pero también con los vecinos de Tahití. Hay mucha más humanidad que en muchos países desarrollados.
Reparo en que hubo dos cortes que se quedaron fuera aunque aparecieron en la edición digital. Dichas canciones son: ‘Flor del desierto’ (con Mariem Hassan) y ‘Mujeres sin miedo’ (con Tiken Jah Fakoly). ¿No encajaban dentro de la filosofía y fisonomía sonora de “Tucson-Habana”?
Grabamos y mezclamos veinte canciones y fue muy duro elegir cuales irían en el disco. Entre seis personas hicimos una votación dando más puntos a los temas que más encajaban en el concepto del álbum y estas dos se quedaron fuera. Me dio pena porque tanto cantar con Tiken como con Mariem han sido de las cosas mas bonitas que pasaron. Pero no pierdo la esperanza de que algún día sea el doble que siempre soñé: un CD Tucson y otro Habana.
Quizá no estas canciones, pero sí otras parecidas puedan formar parte del nuevo trabajo en el que ya andas embebida y que grabarás en Noviembre. Pero me consta que habrá mucho blues, así que quizás el ejemplo que antes puse de “Barcelona-Chicago” no está tan alejado…
Pues sí, hay blues, country… la preparación esta siendo completamente diferente al primero, vamos tocando ya algunos temas en directo y la respuesta está siendo muy positiva. Este disco lo grabaré con la banda que me acompaña estos dos últimos años y con el productor Mark Plati en New York. Así que sería Barcelona-New York. Es broma [risas].
Por último; también te has embarcado en la escritura, pues pronto presentarás tu primer libro. ¿Se trata de una especie de diario de a bordo relatando lo vivido en estos viajes o contendrá más temática social que otra cosa?
Es una novela basada en hechos reales que yo misma he vivido y también que me han contado. Es un diario de una madre adolescente víctima de la violencia de género, pero la violencia está desde siempre alrededor de la protagonista. Es denuncia y es canto de esperanza, intenta mostrar que es posible salir de situaciones que cuando estás dentro crees imposible superar.
Además, ahora más que nunca es momento de lanzar una ofensiva vocal para pasar a la acción. Nada mejor que distintas voces para hablar en el idioma universal que es la música… o en este caso, la literatura.
Sí, desde luego. Todo lo que pueda servir para sentirnos más unidos y más fuertes. Intentan hacernos creer que no se puede hacer nada con el orden establecido pero creo que se puede y se debe hacer, como dice un cartel que vi por Facebook, algo así como: «no podría mirar a mis hijos cuando sean mayores si no les puedo contar que luché para que tuvieran un mundo mejor». ¡Lo merecemos!
Texto: Charly Hernández