Como si de una travesía en el desierto se tratara, Coque Malla (Madrid, 1969) ha caminado mucho por yermos páramos hasta dar con un oasis de remanso y paz llamado “Mujeres” (Warner, 2013). Allí, en ese lugar, discos como “Termonuclear” (Warner, 2011), “La hora de los gigantes” (Warner, 2009), “Sueños” (Nuba, 2004) o “Soy un astronauta más” (Columbia, 1999) se curvan, adquieren sinuosos pechos y brillan sus ojos más femeninos bajo un carácter gatuno que envuelve de violencia y razón una serie de historias ordenadas en un disco como “Mujeres”.
¿Qué te ha dado más libertad, el hecho de componer para ti o el hecho de escribir por ellas (las mujeres)?
Hombre, son canciones compuestas de hace ya tiempo. Creo que he sido bastante libre siempre a la hora de componer. Nunca me planteo si lo hago para mí o para las mujeres. Lo hago para hacer una canción, para que sea lo más buena posible. Lo de la libertad es algo que ni me planteo porque creo que es una de las primeras reglas que hay que cumplir, si no la primera: el ser absolutamente libre a la hora de componer para conseguir una buena canción. Siempre he sido libre componiendo.
¿Y qué te ha dado más presión; componer historias para ti o encajarlas en una mujer?
No, no hay presión, es todo bastante natural. El proceso ha sido, primero, darme cuenta de lo que me apetecía hacer: un repaso de mis cuatro discos en solitario. Fue lo primero que apareció en mi cabeza. Luego surgió la idea de -realmente- contar una historia con eso. Un reto. Para entendernos, voy a hacer un recopilatorio pero el reto va a ser que no sea un recopilatorio, si no que sea una obra en sí misma. Que sea meritoria, que tenga una identidad propia. Que no sea simplemente el disco en directo, o el recopilatorio o el grandes éxitos o el disco de duetos de Coque Malla. Y yo creo que lo hemos conseguido. Lo siguiente fue encontrar la idea. Repasé mis canciones para ver cómo conseguía contar una historia, y lo vi enseguida clarísimo: “Mujeres”. Cayó por su propio peso de forma inmediata. Ahí ya sí teníamos una historia que contar. A partir de ahí, ya vino todo de forma muy fluida. Elegimos unas cantantes y les asignamos una canción.
¿Haber pasado de los cuarenta te hacer ver la figura de la mujer de manera más alejada? Vaya, que si te consideras un “voyeur” en ese sentido.
La verdad es que me lo planteo en otros términos. Mejor dicho, no me lo planteo tanto. Creo que esos son análisis que están muy bien y se pueden hacer muchos distintos. Eso es bueno porque quiere decir que uno consigue hacer algo con cierta profundidad y complejidad, que da lugar a muchas lecturas. Lo que pasa es que yo, al ser el que lo hago, no me planteo tantas cosas a la hora de hacerlo. Mi proceso es mucho más visceral y emocional. Es cierto que si yo me paro a pensarlo pues sí, pero estoy ahora en un momento de mi vida muy relajado en el que me apetece más echar la vista atrás que embarcarme en una aventura nueva. Suelo trabajar con mis experiencias emocionales, que no quiere decir que sean un retrato o un diario de ellas, pero sí que el material de trabajo son mis viajes emocionales, como los de cualquier otra persona. Todos tenemos viajes emocionales. Después de un viaje tan bestia como el de “Termonuclear”, que dio lugar a un disco tan bestia, sentí que ahora estaba muy tranquilo y que me apetecía hacer otra cosa. Como cuando te quedas en casa. Hay veces que te apetece salir a la calle y jugarte la vida, y otras veces te apetece quedarte en casa y coger un álbum de fotos o ver cartas de amigos y repasar los últimos años. Eso me ha pasado a mí con “Mujeres”.
¿Y eso no te da cierto vértigo?
Bueno, no. Podría ser. Es una buena observación. Lo que me ha gustado es que las canciones han envejecido bien y que han aguantando muy bien el paso del tiempo. Sobre todo a partir de “Sueños”. Quizás “Soy un astronauta más” se ha quedado un poco más descolgado, pero creo que también tiene canciones preciosas como ‘La mujer sin llaves’ y ‘¿Qué será de nosotros?’, que están en “Mujeres”. “Sueños” es un disco que hacía muchísimo que no oía, lo tenía totalmente olvidado y me sorprendió muy gratamente, disfruté muchísimo repasándolo y dije: “joder, qué buen disco”.
Y eso que es tuyo propio.
Sí, ocurre mucho. Sobre todo cuando uno participa en los discos de forma absolutamente obsesiva como yo. Los oyes treinta y ocho mil millones de veces. Primero los compones, luego los ensayas, los grabas, los mezclas, los masterizas… Eso son muchísimas escuchas de un disco. A lo mejor son mil. Llega un momento en el que lo entregas al mundo y no lo vuelves a oír jamás. Y, de repente, un día lo escuchas después de cinco años y te sorprende a favor.
Hay veces que los artistas, después de hacer una obra, prefieren no escucharla por no encontrar más fallos.
Sí, llega un momento que sí. Pero yo soy muy escuchón de mis discos y me los pongo. Llega un momento en el que dejas de oírlo y ya no puedes volvértelo a poner. Ayer escuché “Mujeres” después de un mes y medio o dos, y me gustó, me gustó mucho.
¿Ha habido algún disco tuyo que no hayas vuelto a escuchar jamás por ser la banda sonora de algún momento muy desagradable de tu vida?
No, no lo siento así. Y no es así porque los discos siempre contienen magia y cosas buenas. Los discos nunca traen mal rollo. Al menos los que yo he hecho. “Soy un astronauta más” sí que fue resultado de una época muy jodida, pero el disco -para mí- está lleno de luz y de cosas bonitas. No transmite mal rollo para nada. Tampoco he tenido recuerdos tan terroríficos. Pasar malas épocas es algo que viene con la vida, pero no me ha pasado nada tan horrible como para no querer escuchar un disco. He tenido momentos mejores y peores, como todo el mundo.
Diría que es algo teatral y cinematográfico, algo que has querido reflejar en el DVD de “Mujeres”, dejando al CD como contenedor de la banda sonora de esa “película”.
Sí, yo lo creo totalmente. Creo que “Mujeres” es una peliculita, que es la que se puede ver en el DVD. Pero el CD es lo que dices tú, es la banda sonora de esa película.
¿Hasta qué punto las circunstancias pueden jugar nuestro favor?
Bueno, a veces hasta un punto muy grande. Los que hacemos canciones partimos de las cosas que nos ocurren, o al menos partimos de ahí. La propia dinámica de la música, de la composición y de la escritura, porque al fin y al cabo estás escribiendo también historias, es literatura también. La propia dinámica te lleva por otros sitios, incluso a veces la propia métrica musical te obliga a que la historia no sea una historia real si no que sea otra cosa.
Como transformarla.
Sí. La imaginación, los recuerdos, la fantasía. No hay que olvidar que las canciones pertenecen al mundo de la fantasía y no al mundo del periodismo.
Ahora que hablas de transformar canciones. Destaco cuando recita tu madre en el disco. ¿Es tan personal ese momento en el disco que tiene que cantarlo tu madre?
No es como que tuviera que cantarla con ella por lo que dice la letra ni nada, sino que es más por el estilo. Me gustaba mucho la idea de que mi madre cantara una canción salvaje. Creo que todo el mundo hubiera esperado que un cantante conocido invitara a cantar a su madre en una canción bonita y tal, pero me atraía mucho la idea de que fuera una canción salvaje. Conozco a mi madre como actriz y el carácter que tiene. Sabía que ahí iban a saltar chispas. Además, es una canción recitada. Mi madre no tiene ni idea de cantar. ‘La carta’, en su origen, es recitada, las estrofas en “Termonuclear” son recitadas por mí. Todas esas cosas la hacían ideal para mi madre, pero no tanto porque la historia que cuente tenía que ser contada por mi madre, no es tan freudiano. La razón es más musical.
Veo que todas las mujeres que salen en el disco son mujeres de carácter.
Mucho. Eso es fundamental. Y se nota muchísimo. Me están dando muchísimos halagos gracias a “Mujeres”, pero no hay que olvidarse de que “Mujeres” es por ellas. Son diez artistazas y tienen mucho carácter y mucha fuerza todas. Por eso tiene tanta fuerza el disco. No son duetos bonitos y agradables, que también, pero es un disco que tiene mala hostia.
Robert A. Heinlein dijo que “las mujeres y los gatos hacen lo que les place; los hombres y los perros deberían relajarse y acostumbrarse a esa idea”.
Sí, así es. Me encanta esa frase.
Texto: Carlos H. Vázquez. (@Charly_HV)
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