Gordon Webster es uno de los músicos más demandados en la escena lindy hop, su manera de enfocar los conciertos y cada canción está destinada principalmente al público que no se queda sentado y necesita expresarse con el baile. Próximamente estará actuando en el festival Gastroswing de Vitoria y en The World Jam de Madrid, hablamos con él tras la prueba de sonido de su último concierto en Madrid. Mientras tanto no deja de comer patatas fritas y de decir cuánto le gustan, una pena que de fondo no esté sonando Potato Chips.
¿Conoces a Frank Zappa? es alguien que siempre se rodeó de los mejores músicos de jazz pero luego no les daba mucha libertad y les exigía tocar nota por nota lo que él tenía en la cabeza, dirigiéndoles constantemente. En cierto modo es lo que la gente piensa de ti y tu banda.
Conozco de Zappa las historias que te cuentan en la carretera, como que sus hijos tienen nombres raros como Moon Unit o Dweezil y cosas así (risas). Entiendo lo que quieres decir con esa conexión, soy muy apasionado y estoy dirigiendo todo siempre. Esto del liderazgo es algo que he ido desarrollando y me he vuelto bueno con el tiempo, cada vez soy mejor.
Creo que fue el hecho de vivir en Nueva York, me mudé allí en 2004 y me dio mucha confianza. Los canadienses se supone que estamos siempre pidiendo disculpas: “lo siento, lo siento, lo siento” (risas), y la verdad es que en Canadá nadie te dice cómo tienes que tocar, aunque lleves años con la misma gente en tu banda nunca se te ocurre decirle a nadie que puede usar su amplificador menos o que el contrabajo suene más a madera. Sin embargo en Nueva York es lo habitual, en cuanto llegué me di cuenta de que era distinto, toda la gente con la que he trabajado me ha dado su feedback y es algo que me ha dado mucha confianza.
Gracias a esto ahora tengo una visión muy clara de lo que quiero, y puedo hacer que funcione toda la banda.
Creo que tus inicios fueron en la música clásica
Sí, estudié piano desde los 4 años y medio, mis padres son músicos de clásica, así que en cierto modo tengo background clásico, pero, quizás por eso, de alguna forma siempre estuve peleado con esa música (risas).
Cuándo aprendiste a bailar lindy-hop, ¿cambió tu visión de la música?
Fue un momento muy importante en mi vida, era 2001, tenía 27 años y estaba trabajando como músico freelance de jazz en Toronto. Desde esa posición nunca tenía la perspectiva del público y estaba siempre pensando desde el lado del músico, ya sabes, siempre juzgando y analizando: si la música que hacemos tiene entidad, si alguien lo ha hecho antes, si es suficientemente original…
La comunidad de bailarines no es así, quieren bailar, oír y sentir la música, les da igual que sea la misma canción que llevan bailando durante años. Por ejemplo Shiny Stockings, ¡gran canción! nunca te cansas de bailarla, y de hecho las repeticiones ayudan al bailarín a estar conectado con la música, es su vehículo. ¡Por supuesto que bailar cambió todo para mí! bailarines y músicos tienen unos criterios muy diferentes para valorar la música.
Además está el tema del fraseo, el bebop es el lenguaje predominante del jazz moderno, y puedes ser muy sofisticado creando frases complejas de bebop (canta: bidibadibadididipadipadipadipadi), pero luego suena algo como (canta: taaaaara, taaaara, bi-da-pa-paaara) y tú sales de la habitación recordando esta última frase y sintiendo su swing.
En mi experiencia como bailarín me di cuenta de que el bebop puede ser muy divertido de bailar, pero ¿cuál es la experiencia musical que queremos tener? lo que queremos es comunicar, y lo podemos ver incluso como algo más filosófico, si nos juntamos todos para compartir una experiencia en una habitación, ¿por qué tendría que ser algo sofisticado -interpretado con la ceja alta- si excluye a parte de la gente? que sea algo más sencillo puede ser hasta más democrático.
El jazz para público sentado y para bailarines a veces parecen negocios diferentes, ¿has tocado tu set list habitual sólo para gente sentada?
Sí y no. Por ejemplo, con Hetty Kate hice el disco “Gordon Webster Meets Hetty Kate” y ella me llevó a tocar a sitios prestigiosos de “gente sentada”, como el Bennetts Lane de Melbourne, pero esto fue en 2014 o 2015, mi nombre ya estaba presente en el mundo del lindy y al final siempre se presenten bailarines que me conocen.
Tengo esta combinación de públicos. Nos gusta tocar para bailarines porque así interactuamos con el público, pero el sentado también puede dar palmas, por ejemplo Battle of Jericho (canta un trozo y da las palmas al ritmo que le gustaría que el público sentado hiciera), es una melodía popular y dar palmas es un lenguaje que también vale para el público sentado.
¿Puede ser incluso más gratificante ver a la gente sentada dando palmas que a los bailarines?
En cierta manera sí, pero al final lo que quiero es compartir la experiencia musical con la gente que tengo delante, y eso lo puedes hacer de diferentes maneras, con una canción rápida o incluso con una balada muy lenta y suave.
Me gustan los bailarines porque con ellos puedes tocar repertorio de diferentes direcciones estilísticas, puedo tocar en un set a Fletcher Henderson, Benny Goodman, Cab Calloway, Lionel Hampton, Fats Waller, Oscar Peterson, Ray Charles, Django Reinhardt… material muy diferente, mientras que si tocas un concierto para gente sentada parece que necesitas tener una etiqueta que defina tu marca: este tío es bueno en “hot club jazz”, otro en “dizzy jazz”, otro en el rollo “Django y Grappelli”…
Yo no tengo etiqueta de hot jazz o manouche, lo que quiero es compartir, hacer un poco de todo y cambiar como lo haría un DJ, de hecho hice un poco de DJ en la escena lindy, fue por 2006 o 2007 y yo salía mucho con Greg Avakian. Greg es hijo del famoso productor George Avakian y era DJ. Por esa época hasta hubo un encuentro de DJs para bailarines de swing ¡y yo gané!
Hay canciones muy populares entre los DJs pero que luego es muy difícil escuchar a una banda, se me ocurre Lavender Coffin, de Lionel Hampton, que vosotros sí hacéis, ¿por qué crees que pasa esto?
(risas) No lo sé, para empezar necesitas un tipo concreto de cantante y Charles (ndr: Turner) es genial para esta canción. No entiendo por qué no se interpreta más, creo que las bandas deberían pensar más como un DJ, ver el repertorio desde la perspectiva del bailarín.
Charles Turner lleva siendo tu cantante habitual los últimos años
Trabajo con Charles desde 2015, es de Los Angeles y vive en Nueva York, aunque ahora está temporalmente en París. No es un cantante típico de jazz, no intenta ser vintage, es él mismo. El otro día estábamos ensayando “Midnight, The Stars And You”, una canción que está muy marcada por el tipo de voz de Al Bowlly (canta el estribillo), pero Charles la canta siendo él mismo, sin intentar imitar. Canciones como Lavender Coffin o School Days piden un cantante con estilo rhythm and blues, y Charles no lo tiene, él está en un gran término medio, no es r&b, no es completamente jazz, es algo bluesy… tiene su propio gran estilo. School Days la tocaremos hoy, es un gran tema para motivar al público, ¡bailan hasta los que están sentados!