¿Quién es Itziar Yagüe?
En pocas palabras, una persona muy afortunada que ejerce dos profesiones que adora, la de cantante y la de consultora de comunicación.
Presentas un EP, Delicious, con varias colaboraciones de lujo, ¿quién está detrás de este trabajo?
Giulio Pietropaolo y Raúl Platz, además de tocar sus respectivos instrumentos (piano y contrabajo), hicieron labores de producción. Giulio estuvo al cargo de la armonización y arreglos de las canciones; y Raúl coordinó todo el trabajo en el estudio, grabación, mezcla, etc.
A la armónica conté con el jovencísimo Víctor Barceló, él siente el blues de una manera muy parecida a la mía, encajamos perfectamente. Al saxo tenor, Luis Carpizo, que aporta mucha experiencia en el mundo del jazz y blues. Elvira Sodalita hizo un trabajo estupendo con la batería, le estoy agradecidísima.
Con Emilio Arsuaga la conexión es total, desde el primer momento le gustó mucho la canción, We make a good team, y creo que acerté al pedirle que cantara conmigo. Es mi canción favorita del disco.
El disco ha tenido una gran acogida tanto en medios como en el mundillo jazzero, ¿por qué crees que Delicious suena tan fresco a pesar de contener estilos tan trillados?
Porque son estilos que no caducan. Si tu aproximación a ellos es fresca, como siempre ocurre cuando una hace música propia, estos géneros son muy agradecidos.
Yo me expreso musicalmente sin fuegos artificiales: soy una artista y persona muy directa. Creo que hay un público que conecta con la honestidad de mi propuesta, ya que, pese a esa simplicidad, mi música está muy cuidada. Hay mucho trabajo en hacer las cosas sencillas y claras, aunque no lo parezca.
Mi favorita del disco es, sin duda, What if it were you, con sus deliciosos coros gospel sobrevolando los teclados, ¿cómo surgió esta canción?
Me la inspiraron un amigo y una amiga que se conocieron en un concierto mío y empezaron a salir días después. (Sí, en mis conciertos se liga mucho).
La canción celebra el amor que llega de repente y te transforma; el amor como una revelación. Cuando crees que ya no te va a pasar… zas! Ahí te sorprendes a ti mismo enamorándote. Por eso lleva esos coros: el góspel contiene ese espíritu tan festivo de elevación del alma. Cuando estoy triste escucho góspel, me arregla el ánimo de forma inmediata.
Supongo que te habrá pasado que le ponen etiquetas de todo tipo: blues, jazz, soul… es curioso que músicas tan transversales ahora mismo parece que necesitan ser etiquetadas en una sola ¿por qué crees que ocurre esto?
Imagino que las etiquetas son necesarias para clasificar los géneros desde un punto de vista comercial, pero no lo sé con certeza. A mi música la llamo música clásica afroamericana, que es la denominación de Wynton Marsalis para estos géneros (góspel, blues, tradjazz, etc), y… ¿quién soy yo para contradecir a Marsalis? :-D
¿Cuándo empezaste a cantar? ¿cuáles son tus referentes artísticos?
Empecé a cantar con cinco años, edad a la que ya iba a solfeo y canto coral. No recuerdo haber querido hacer otra cosa cuando era niña: cantar y bailar; leer y escribir.
Me cuesta muchísimo citar mis referentes artísticos porque creo que, además de que varían mucho según vas madurando, cada una de las canciones que hayas escuchado infinidad de veces te deja alguna huella, y yo he escuchado y sigo escuchando de todo, con una clara predilección por la música de herencia afroamericana y por la música cubana, brasileña, también el pop, claro…
Por resumir, siempre me he sentido muy atraída por las voces del soul y el R&B Aretha Franklin, Etta James, Ruth Brown, Lavern Baker, Dinah Washington… y cómo no, Bessie. Me fijo en cantantes que, además de voz, tengan muchísimo carácter. ¿Sabes? Hay grandes voces que me dejan completamente fría. La voz por sí sola solo es una herramienta: ha de estar al servicio de la personalidad del artista. Y de la letra. Amo las letras.
¿Qué se siente al ser artista emergente a los 46?
Pues algo muy curioso y satisfactorio: la sensación de haber logrado superar unos cuantos obstáculos personales o vitales, si quieres contarlo así, para sacar adelante un disco que me refleja perfectamente. Todo lo vivo con la misma emoción que si tuviera 20 años pero quizá con algo de escepticismo.
Mucha gente sabe que eres una gran bailarina ¿ha cambiado el baile tu forma de cantar? parece evidente que lo contrario sí que ha ocurrido.
No soy una gran bailarina, jajaja, para nada. Me resulta inevitable bailar cuando oigo música. No consigo estar quieta ni en el estudio: tengo que esforzarme para no mover el cuerpo cuando grabo.
Más que cambiar mi forma de cantar, el baile me ha completado como artista. Estar en un escenario implica mucho más que abrir la boca y afinar, o así pienso yo. Se trata de contar una historia con todos tus recursos y mi cuerpo también siente la historia y la expresa. Lo entiendo como parte fundamental de mi puesta en escena. Además, me gusta hacer que la gente baile, y si me ven a mí, les darán más ganas.
Fuiste ganadora de un concurso de baile solo blues, ¿encuentras cada vez más bailarines en tus conciertos?
Por desgracia ya no se puede bailar en los conciertos: aun así viene mucha gente del mundo del baile swing y blues a verme, cuando los doy, y lo disfrutan a tope. Desde el escenario se siente el baile contenido en las sillas, te lo aseguro. Bailan con el alma.
¿Qué planes tienes para el verano? ¿bolos? ¿grabaciones? Cuéntanos un poco.
Estoy cerrando la planificación del verano, con gran esfuerzo, porque las restricciones lo complican todo mucho. Me salen, sobre todo, bolos por el norte. En julio inauguramos el Arrasate Blues y actuamos también en JazzHerrian, y hay algo que me hace mucha ilusión en agosto pero aún no se puede contar. En septiembre estoy pendiente de cerrar alguna fecha en Madrid. Por otro lado, estoy grabando mi segundo disco que saldrá a principios de 2022, con la producción de Greg Izor. Este mismo fin de semana grabamos un tema que quizá termine convirtiéndose en single para el otoño.