Como persona pequeñita en este mundo, Iván Ferreiro trata de escribir sobre lo que ha sido y lo que quiere ser. También su público puede imaginar y sentir con todo eso que escribe, canta, toca o interpreta. “Confesiones de un artista de mierda” (Warner, 2011) viene siendo un conjunto de realidades compartidas entre la figura de Ferreiro y los figurantes anónimos. El propio Iván lo cuenta así en esta entrevista con Charly Hernández.
“Confesiones de un artista de mierda” puede sonar despectivo. De hecho, Eva Amaral espetó «no sé si tomarme eso como un insulto en los días que corren» cuando alguien del público la piropeó con un «¡artista!». Así que parece que lo de artista de mierda está bastante extendido.
Sí, tiene mucho que ver con eso. Yo a un artista lo relacionaba más con Raphael, con la Pantoja o Rocío Jurado, con todo el respeto. Yo creo que llegó un punto en el que el mundo se llenó de artistas autoproclamados. Básicamente un artista debería ser alguien que emocionara a los demás o que consigue expresar algo, y el que alguien crea que se expresa no significa que sea un artista. Creo que son los demás los que definen si eres un artista, entonces cuando te dicen “artista”, despectivamente, es porque no disfrutan realmente con lo que estás haciendo, por lo tanto puede ser que no seas tan artista, porque no has podido emocionar al que tienes delante. Además la palabra es bastante fea en sí misma.
Hay artistas y hay “artistas”…
Yo he sido un artista de mierda toda mi vida. También es cierto que dejé de ser un artista de mierda para algunos cuando años salí en la tele y no porque mi canción les emocionara. Es como todo, existen grados que decide la gente y que son unos grados arbitrarios que tienen ver con factores que no son demasiado importantes. Me refiero, a lo mejor alguien cree que es mucho más artista Alejandro Sanz que los Lori Meyers, cuando para mí los Lori Meyers le meten un repaso a Alejandro Sanz que lo ponen a andar. También se trata de artista a Lady Gaga, pero yo no sé si se la puede considerar artista. Supongo que emocionará a mucha gente, pero veo otro tipo de músicos que hacen cosas mucho más interesantes y que me tocan distintas fibras.
¿Tan “artista de mierda” te consideras?
Lo de “el artista” es subjetivo a morir. Yo quería jugar un poco a eso, a tomármelo un poco de coña y a pensar que en el fondo llevo veinte años haciendo esta mierda. ¿Y qué soy? Pues soy un artista de mierda (risas). Además, el artista de mierda también depende de los múltiples puntos de vista. Hay un momento en el que a la gente que tienes alrededor le toca los huevos que seas artista y que te vaya bien, porque haces toda la vida que nadie puede hacer de alguna manera. Te levantas tarde, estás con chicas, bebes, te puedes meter una raya, dormir la mona… ¿sabes lo qué te quiero decir? Hasta con los malos hábitos tienes un buen hábito después. Te puedes permitir la sanidad después de la insanidad. Y eso, ser un artista de mierda porque sí, porque vives como Dios y porque no tienes que levantarte a las siete de la mañana. Yo en el fondo me enorgullezco y me avergüenzo a la vez porque hay gente que levanta el país, como médicos que curan enfermedades, mientras que yo soy una especie de garrapata social (risas). Soy una puta, cobro a cambio de placer. Básicamente es lo que hago.
Bueno, mejor ser una puta que cobra por placer que no ser un esclavo del dinero o de la hipoteca.
Sí, bueno. A mí me entra todo. Cambio dinero por placer y utilizo ese dinero para construirme una vida, la cual no tiene que ver con la vida de la gente que tiene otros horarios. Mi disposición es otra y cambian muchas cosas. Estoy en un sitio y me doy cuenta de que la manera más honrada que tengo de hacerlo. Y con honrado no me refiero por honestidad, sino por el momento que mejor defina mi humor, mi estado de ánimo, mi ironía, mi cinismo… y esa era la mejor manera de grabar el disco “Confesiones de un artista de mierda”. Cuadraba muy bien con ello. Cuando hago algo realmente es obra menor. Incluso en SGAE, entre los tipos de obra, existe la obra mayor y la obra menor, y lo mío es una obra menor. El pop se cobra como obra menor. Entonces por ello hay gente que hace sinfonías u obras de teatro de dos horas, películas… y salen ahí, como artistas (en mayúsculas). Pero yo soy un tío que hace canciones, cada dos meses me sale una…
Y si no sale… tienes que esperar a que aparezca la inspiración…
…y a que salgan más. No me siento especialmente artístico, siento más bien que he dado mucho el callo porque un artista es alguien al que le vienen las cosas a la cabeza, él solo es puro arte, lo mío es trabajo, trabajo y trabajo… y soy bastante cortito refiriéndome en que no soy técnicamente bueno al piano ni canto especialmente bien. Sé que tengo algo que le gusta a la gente, algo que ni yo mismo puedo definir, ¡pero joder! disfruto de ello. Aun así me doy cuenta de que no soy un tío que tenga la música delante, me pones a unos tíos a tocar delante y me quedo mudo. Es que ni siquiera soy músico, porque un músico hace cualquier tipo de música.
Por lo tanto… ¿serías un mercader?
No… yo sé muy poquito de lo mío y lo hago bien con lo que sé. Soy capaz de empezar y de terminar mi canción de puta madre. Eso es lo que controlo realmente. Puedo meterme en otros tipos de canciones de pop porque lo domino, es un mundo que entiendo. Pero es no es la música, es la música del pop. Luego está el jazz y tantas otras, pero yo ahí no puedo hacer nada.
Como el blues, que son tres acordes. Parece sencillo, pero hay que saber transmitir y para eso hay que valer.
Efectivamente. Yo, por ejemplo, no serviría para el blues. Probablemente, si fuera negro, me iría bien con el soul, porque me va follar y me va cantar (risas).
Hacer y grabar (también preparar) un disco como este es como una película de David Lynch. Hasta se ha montado un escenario simulando una habitación, como un plató. Por lo tanto, con los medios y limitaciones haces algo que recuerda a una película.
Sí, la idea es que fuera como una especie de sitcom. “Twin Peaks” explicaría eso. Lynch está presente en mi carrera y en mi vida desde siempre. Mi hermano y yo tenemos una frase que Amaro leyó en una entrevista a Berlanga (hijo), en la que decía: «la vida es Lynch». Tenía un poco que ver con que la gente se empeña en que David Lynch fotografía los sueños, cuando realmente fotografía la cruda realidad. Y cuando quiere ir a un mundo mágico sólo tiene que poner una tela roja o un entorno un poco extraño y una conversación, entonces ya tiene una escena de realidad. Como la vida es Lynch todo el rato, la idea de NYSU de poner el decorado me pareció cojonuda. Al principio habíamos pensado en hacer algo muy de estudio, como “From the basement”. Pero de repente a NYSU le propusimos el rollo y prefirió vestirlo de una manera particular, rozando lo hortera. Realmente tiene algo de hortera sacar un disco recopilatorio revisando tus temas de siempre. Incluso mi temática y el amor tienen mucho de hortera. Definido soy un artista hortera. No hay mucha diferencia entre lo que yo hago y lo que hace Camilo Sesto. Y digo hortera con todo el respeto porque soy fan del mundo hortera. Así que en esto queríamos hacer algo donde el mal gusto y el buen gusto estuvieran tan mezclados que te resultaran agradables y atrayentes. Esa dosis de realidad era muy buena para explicar de qué iba el disco. Que no fuera muy natural, porque además es una habitación que ya ni siquiera existe.
Me pregunto si las canciones han sido “vestidas” de este modo para lavarles la cara porque quizá no te gustaba como sonaban antes o si lo has hecho para jugar con ellas.
Para jugar con ellas, principalmente. Me gusta mucho tocar, me volví a enamorar de tocar. Nunca dejó de gustarme tocar. De hecho cada día me gusta más, entonces realmente tenía ganas de cambiar repertorio, de volver a revisar temas porque llevaba año y medio con un repertorio y ya me apetecía renovarlo y también revisar canciones. Había letras que se escribieron hace un montón de rato y ahora me sentía de la misma manera para volver a tocarlas. Tampoco quería volver a escribir una canción que ya he escrito. Estoy en ese momento en el que me apetece revisar temas y más temas… mientras estoy escribiendo ya en mi casa. Además escribiendo de una manera más libre porque he estado viendo todas de las que ya he hablado anteriormente.
Para más señas hay dos temas nuevos; “Mi munchausen” y “Canción de amor y muerte”.
Sí. Correcto.
Eres prolífico en ese sentido pero tienes una relación de amor-odio con los directos. Que mejor manera que esta para defender las canciones.
Claro. Además hacía falta poner como un punto de fuga, ir a otros sitios… y una vez más jugué al despiste. Metimos “Mi munchausen” que es un tema muy concreto y también “Canción de amor y muerte” que está en el lado contrario de la balanza. Pero básicamente es lo que llevo haciendo desde hace un montón de tiempo. También me gustaba lo de la habitación para homogeneizar todos esos distintos tipos de canción que hay. En el fondo, en el propio disco, si alguien se pusiera a buscar una verdad sobre lo que pienso se daría cuenta de que me contradigo todo el rato porque unas canciones dicen una cosa y a lo mejor la otra dice lo contrario. Entonces, está la irrealidad y un tema nuevo, como es “Mi munchausen”, una canción muy especial con una estructura especial. “Canción de amor y muerte” es un tema muy clásico de amor, probablemente el mejor que hayamos hecho. Yo creo que queda perfecto.
Rescatas muchas de Los Piratas pero es curioso que otras, como ‘Oh! nena’ se quedaran sin revisar. También es cierto que ya no te sientes como por aquel entonces como para cantarlas ahora.
No, tío. Joder, sería dificilísimo (risas). A mí me gusta —en mis canciones de toda la vida- verme en el momento en el que estaba, como era o como me hubiera gustado ser. Lo veo un poco todo; como era y como me hubiera gustado ser. Realmente yo no siento que empezara a hacer canciones hasta que hice ‘Promesas que no valen nada’. De alguna manera, todo lo anterior era un ejercicio de crecimiento, como la primera comunión, la confirmación… Creo que es en “Manual para los fieles” donde ya nos encontrábamos en un lugar.
¿Un asentamiento?
Sí. Ya éramos un grupo que sabía lo que quería… o si no lo sabíamos hacíamos lo que no queríamos, porque en los dos primeros discos no sabíamos lo que queríamos.
Saber exactamente lo que no quieres sabiendo, de manera aproximada, lo que buscas.
Soy una persona extrovertida, de alguna manera. Una persona que cuenta las cosas y que en verdad, en las canciones desde un principio, ya tenía el sitio para usar mi humor irónico. ‘Oh! nena’ era una canción irónica de alguna manera, lo que pasa es que no sabíamos como decirle a un productor que tenía que notarse que era lo contrario a lo que queríamos decir. Eso pasó con muchos temas. Incluso no están bien escritos, porque si tengo que explicar de que va no estará bien escrito. Por otro lado, hablaba un tío de veintidós, veintitrés años o veinticuatro años.
Y ahora tienes…
Ahora tengo cuarenta y uno. Entonces mis problemas de los veintitrés son de puta madre y me encanta tenerlos ahí (risas), pero están superados desde hace mucho rato. Hay toda una parte de la juventud que es muy lúbrica, sólo pensaba en follar (risas). Pero ahora pienso en otras cosas. Pienso también en follar, lógicamente, pero no es como a los veintitrés, que sólo veía tetas, culos y coños.
Has dicho que antes escribías en las canciones lo que querías ser. ¿Ahora las escribes siendo quien eres o para ser lo que no eres?
Yo ahora estoy buscando ver que coño soy, la verdad. Supongo que hasta hace poco estaba tratando de ser de alguna manera, como todo el mundo, buscando mi lugar. Y creo que realmente esa es la pregunta que tenemos todos en el fondo, si fuéramos escarbando preguntas para ver de donde nace uno. En mi caso he dejado de preguntármelo. No es que haya descubierto quien soy, es que creo que ya no voy a seguir preguntándomelo. Voy a disfrutar de lo que soy porque ya he aceptado todas las cosas que no me gustan de mí, que es probablemente lo peor de crecer. La parte que tiene crecer es que te das cuenta de las cosas que no eres y te hubiera gustado ser. A veces no eres tan noble ni tan generoso.
Eso es muy duro. Que tú mismo te lo veas…
Claro. Son esos momentos en los que te ves como un cobarde. No sabría decir exactamente que cosas son, pero sí es verdad que uno se va decepcionando consigo mismo. Basta con decir que no vas a hacer una cosa para que luego termines haciéndola. Luego ya, como es mi caso, teniendo hijos, eres el ejemplo para alguien. Ahí es cuando ves todas las contradicciones con las que te encuentras. A un niño le hablas como si fuese Forrest Gump, para que te entienda. Yo a mis hijos les cuento las complejidades de la vida y me miran como no entendiendo nada. Son niños y su cerebro no está preparado hasta que tengan veinte años.
Y de hecho hay adultos que ni lo tienen preparado.
¡Efectivamente! Yo tuve una temporada donde no me gustaba especialmente ni a mí mismo…
¿De qué época estamos hablando, perdona?
Pues por el 2006 o por ahí, que tuve mi primer divorcio. Fue muy duro porque los fracasos sentimentales también son fracasos personales. Hay una apuesta fuerte y generalmente, cuando llegas ahí, no estás limpio. Las dos partes llegan manchadas y embarradas, entonces no es un momento cómodo. Y es lo que te decía, que cuando tienes niños, en concreto, realmente la sensación que te queda es de una miserabilidad absoluta. No sé, en mi búsqueda de la metafísica me encontré con la felicidad, más o menos como lo decía Borges. Desde hace tiempo he dejado de preguntarme quien soy y porque me pasan las cosas que me pasan. Refiriéndome a las cosas buenas, porque esas cosas han hecho que me comiera el tarro muchas veces. Se supone que el mundo es justo y esas cosas, ¿sabes? Pero en realidad el mundo no es justo, y la primera injusticia que veo es que a mí me vaya bien. Si yo fuese todopoderoso y viera las prioridades del planeta me quitaría muchas cosas para dárselas a otro. Se supone que tenemos que repartir si nos sobran un huevo de cosas, impartir justicia. A mí en concreto no es que me sobre dinero, de hecho trabajo al día como cualquiera. Pero si noto un montón de afecto, mucho respeto por parte de los demás… una posición muy privilegiada.
¿Y crees que no te la mereces?
Creo que nadie se la merece. Es bastante artificial. Es agradable y muy divertido cuando la atraviesas, pero tiene un punto de artificial y un punto de que a veces miras alrededor y ves a toda esa gente verdaderamente heroica. Todos los días nos cruzaos por la calle con héroes anónimos que no entran directamente en un bar cuando está petada la puerta ni le invitan a copas allí donde va. Tengo mucha suerte y lo agradezco. Y soy muy consciente de que es suerte, puta suerte.
Por lo tanto no querrás que tus hijos pasen por algo así.
Claro. Mis hijos cuando nacieron y eran pequeños tenían todo esto delante. Para ellos era normal estar con Amaia Montero o estar con bandas cuando venían a Vigo, ellos estaban acostumbrados a ese ambiente. No le dan la más mínima importancia porque ni se enteran. Para ellos no hay ninguna diferencia entre el día que vamos a comer con La Oreja de Van Gogh o con Pereza que el día que van a comer con su abuela. Es un día de comida con amigos. Pero hace poco se han empezado a dar cuenta de que lo que ellos conocen lo conoce mucha más gente y que no es lo normal. De alguna manera creían que en las casas de cada niño cantaba su padre, que es hasta lógico (risas). Ahora están más metidos en la música, están en una situación especial y tienen suerte.
¿Les pones tu música a tus hijos?
Yo no, me la piden ellos. No les pongo discos antiguos ni nada. Pero lo que sucede es que yo trabajo en mi salón y en mi estudio, entonces ellos suelen estar ahí jugando. Muchas veces están jugando a la Play Station mientras yo grabo. Desde “Mentiroso mentiroso”, y casi desde todos los discos, han ido oyendo las canciones durante todo el rato, así que hay un momento en el que están por la tarde en el salón y están cantando ‘Fahrenheit 451′, por ejemplo. Ellos oyen primero las maquetas y después, cuando llega, se llevan el disco y lo escuchan. Hace un año o así, de repente, me pidieron todos los discos que había hecho. Querían oír todo.
¿Tus discos en solitario o también con Los Piratas?
También con Los Piratas. Querían todo. Los míos en solitario los controlaban, pero de Los Piratas controlaban canciones, aunque no tenían claro cual. Me lo pidieron todo y se pusieron a escucharlo.
Creo que ese sería el verdadero reconocimiento que necesitaría una persona.
Sí. A mí me gustaría también —y espero- que ellos entiendan el trabajo que supone. Mis hijos me ven trabajar todo el rato. Cuando no me ven es porque estoy trabajando y cuando me ven con ellos y haciendo cosas observan todo lo que he hecho en la semana. Muchas veces estoy con ellos y tengo que escribir algo o grabar una movida. Yo espero que vean más esa parte que la otra. La otra es un accesorio. Lo importante es que vean que su padre trabaja. Les explico que trabajo mucho, pero que también tengo mucha suerte y que yo no tengo que ir a las siete de la mañana a una oficina, que en lugar de eso voy a cantar con Love of Lesbian, por ejemplo. Que por cierto, les encanta Love of Lesbian y Vetusta Morla. Están viendo lo que hay pero también están entendiendo el trabajo que hay detrás. No necesito brillar ante mis hijos como artista, quiero brillar como un padre que trabaja.
Texto: Charly Hernández
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