Entrevista con Lucas — “Me salen canciones que son cada una de su padre y de su madre.”

Lucas lleva cantando, componiendo y grabando profesionalmente desde hace más de 15 años. Sus canciones las han cantado entre otros: Clara montes, Mónica Molina, Sergio Dalma o Raphael. Desde hace 5 años vive en Brunete (Madrid), donde tiene residencia y un estudio de grabación.Actua cada mes en Madrid y por toda España a veces como cantautor (sólo con su guitarra) y otras acompañado de su banda. Ha publicado diversos discos tanto en España como en Argentina, además de haber actuado en muchos países del mundo.

En 2009 publica “Palo al agua” con el sello EMI. Aparte ha auto-publicado los discos “Es un trabajo duro” (2008), “Amantes y un después” (2009). En 2005 graba dos temas para el disco “El Búho Real” bajo la producción de Javier Limón. En 1999 Lucas graba el primer disco de Rayuela como compositor de música y letra, arreglista y productor para la compañía Ritmo y Compás. Ahora entrega “Piscinas vacías”, un nuevo álbum compuesto por diez cortes de gran calidad. Será todo un cónclave en la carrera de Lucas.

¡Ay! Antes, cuando se vendían discos…
Pues antes, cuando se vendían discos en el año 99, 2000… una de mis canciones llamada ‘Luna’ la sacó Clara Montes como single de su segundo disco, y vendió como ciento veinticinco mil copias. Así que con eso, pude dejar una serie de trabajos varios que tenía y dedicarme solo a componer. A partir de ahí empecé a componer por encargo.

Otras canciones mías también las acabaron cogiendo artistas muy distintos: Mónica Molina, Raphael…

¿Cómo llego aquello de Raphael?
Llegó por el productor Paco Trinidad, al que yo le pasaba canciones. En aquel momento estaba produciendo “De vuelta”, el disco de Raphael. Entonces, una canción mía (‘Qué tendrá que ver’) que era más o menos rockera, se la llevó a su lado más “raphaeliano”.

Tras esta antesala… Reparo en el título de tu último trabajo, “Piscinas vacías”. ¿Puede ser una metáfora de lo que es dedicarse a esto?
Si, algo de eso tiene. Me gusta porque es un título muy sugerente. A cada persona que se lo he dicho, a todos, se les abre un universo de interpretaciones distintas. Visualmente es bastante sugerente.

Yo lo puse por una canción que hay en el disco y le da título. Es un tema sentimental, pero me encanta, porque es el primer disco que con el título ya está generando esa expectación. Mucha gente me escribe dando su opinión por el título o pidiendo pistas.

Y estamos hablando del cuarto plástico.
Correcto, el cuarto.

De hecho, te lo produce Diego Montoto. Ya los tenía perdidos desde que sacara “De regreso a mi planeta”.
Si, aunque sacó uno después que se titulaba “A la dirección”. Es más, vivo con él. Vivimos tres músicos en un chalet de Brunete, donde tenemos el estudio. También vivimos con Paco Botía, que es músico y baterista.

En realidad el disco lo produje yo, pero Diego [Montoto] tiene el estudio arriba y lo grabó y mezcló. Digamos que lo hemos hecho a medias, porque entre los dos lo produjimos. Para grabar las baterías y bajos nos fuimos a un estudio más grande porque sino los vecinos nos matan.

Veo que el entorno ha generado esa creatividad.
Si, totalmente. Somos unos músicos que vivimos en el campo. Bueno, vivimos en el campo de día y en la ciudad de noche, lo cual es una combinación que a mí me gusta.

Algo próximo a la bohemia…
Algo así, si [risas]. También hacemos reuniones de músicos en el campo, hacemos picnics con músicos de todas clases y pasamos el día tocando.

Otra cosa en la que reparo, es que llevas muchísimos años tocando por los circuitos pequeños de autor de Madrid, pero no has acabado tocando en sitios más grandes. Con esto me refiero al sonido y al rollo intimista.
He tocado en sitio más grandes. También Galileo, donde siempre presento mis discos. Lo que ocurre es que me gustan mucho los sitios pequeños como Libertad 8, Búho Real… pero los discos siempre los he presentado en Galileo Galilei. También he tocado en Clamores.

Fuera de Madrid también lo presentaré en Buenos Aires, también en Chile. Por allí he estado en sitios grandes aunque ahora estoy volviendo a los sitios medianos.

Y volvemos a lo de antes, la bohemia.
Si. Es que los sitios grandes tienen algunas ventajas, pero me gusta tocar más a menudo en sitios pequeños que esperar tres meses a hacer una sala Galileo, por ejemplo. Me gusta porque estoy más activo, y así cada dos semanas tengo un concierto. Me pone las pilas.

Y es que tu música se escucha mejor si es más cercana.
También. Hay una cosa importante, que es que si tú tienes un concierto cada tres meses terminas esperando a ese concierto haciendo una labor de gestión, que es una labor con gran riesgo ahora mismo de la música de los autogestionados. Pasas en Internet la mayor parte del día y la guitarra la coges cada vez menos.

Es más, la gestión de la música que haces en Internet toma más protagonismo que la propia música, entonces yo prefiero tocar más a menudo, la verdad.

Ahora también estoy de gira con Depedro, haciendo de multiinstrumentista. Te puedes imaginar; todos los fines de semana fuera tocando en Rusia, Estados Unidos, Londres, toda España… por lo que cada vez tengo menos tiempo y estoy agotado pero contento de trabajo.

Es de admirar, puesto que en España es muy difícil vivir de la música.
Si, pero también es cierto que en otros países a los que he viajado donde es mucho más difícil. Por ejemplo, en Estados Unidos es más fácil y el mercado sigue siendo muy potente. Pero en cambio, en Rumania es algo impensable.

Antes has nombrado Argentina, de hecho, en este último disco tienes un tema titulado ‘Madrid-Buenos Aires’. ¿Qué te tira tanto de Buenos Aires? Incluso presentarás allí este álbum.
Llevo mucho tiempo yendo y volviendo de Argentina porque es un sitio donde gustan mucho los cantautores españoles. Son muy buen público, y tenemos allí muchos escenarios.

Suelo ir de gira con Marwan, allí tenemos un mánager, yo tengo discográfica,… son cosas que allí tengo y que aquí no tengo. Vamos casi todos los años. Es una maravilla.

También cambiar un poco de público y de ambiente te rejuvenece y te renueva las energías musicales. Hace poco hablaba esto con Tontxu, porque el hasta hace poco no había salido de España. Yo le estaba insistiendo para que fuera a Argentina. Fue una vez allí y ahora no para de ir [risas]. Aunque en lo económico no te salga rentable, te renuevas mucho porque es público nuevo, y con otra idea de tus propias canciones. Cuando llevas muchos años en el circuito eso se agradece.

Nadie es profeta en su tierra, vaya. Aunque ellos tienen a Calamaro, Fito, Spinetta… cuando Sabina visita Argentina, es recibido como una especie de dios.
Si, efectivamente. Sabina es un dios allí. Es una cosa desmesurada.

Hablando de Sabina —y sin querer hacer ninguna comparación- me he dado cuenta que en tus letras hay mucha poesía. ‘El mundo está mal’ es una canción que destaco porque así lo demuestra. Es muy mediterránea a la vez que sudamericana. Incluso la frase «un ciego en un mundo de tuertos» me ha recordado a “Ensayo sobre la ceguera”.
¿Si? Pues ese es uno de mis libros preferidos de Saramago. Además me marcó bastante. Un ciego en un mundo de tuertos… Si, es una canción de protesta también con autocrítica. Nació de una charla de un sabio hindú [Hira Ratan Manek] que estuvo en Madrid y que hablaba del sun-gazing, que es la contemplación del sol. Dice que durante las primeras horas del amanecer puedes mirar el sol directamente, entonces este tío lo hacía siempre desde hacía sesenta años (tenía ochenta), y casi no se alimentaba más que del sol y de agua. Entonces, este hombre dio una conferencia en Madrid (a la que asistimos 350 personas) y dijo: «No es de hambres ni de guerras de lo que sufre el mundo, es de la cabeza. En cuanto estemos mentalmente sanos, se acabarán las guerras y el hambre.»

Yo salí de allí pensando en que con eso podía hacer un buen estribillo. Hacer canción protesta es muy difícil ahora mismo, aunque motivos hay, pero no es todo tan blanco ni tan negro como antes, pero en cambio, ese tipo de autocrítica y de reflexión me gustó. De ahí salió ‘El mundo está mal’.

También me ha gustado la tendencia pop en ‘Refuerzo positivo de la luz’. Tienes bastantes contrapuntos, no te centras en un sonido característico ni conceptual.
Soy muy descentrado [risas]. No he hecho un disco conceptual, pero he hecho muy pocos discos conceptuales. El anterior disco que se llamaba “Amantes y un después”, era algo más conceptual, más cantautor y estaba dentro de una temática algo romántica.

En general, muchos músicos tendemos a hacer una canción de cada estilo porque es lo que más nos motiva musicalmente.

Yo he intentado aunarlas todas dentro de una temática de letra, pero tampoco lo acabo de conseguir. Me salen canciones que son cada una de su padre y de su madre. Me resulta muy difícil hacer un disco conceptual, aunque espero acabar por conseguirlo. Pero vamos, a mí los discos que realmente me gustan —como los de The Beatles- son muy poco conceptuales, dentro del estilo musical. Cada canción es muy distinta a la anterior, y eso me atrae.

Bueno, “Blood on the tracks” de Dylan es down… y algo conceptual.
Si, si. Aunque “Blood on the tracks” si que tiene un concepto musical bastante claro. Además está Mark Knopfler a la guitarra. Ya entra dentro del Dylan electrificado de los setenta. Hace tiempo que no lo escucho, me alegra que me hagas la referencia.

Mira, ya que hablamos de Dylan. Cambió su sonido pese a las protestas de los más ortodoxos del folk, luego en los 80 hizo unos discos raros de sonido, pero era por lo que sonaba entonces. ¿Tú cambiarias un sonido si te vieras en esa tesitura, como por ejemplo con la electrónica?
Si, lo haría. He hecho mis pinitos, aunque no los he publicado. Pero si que he hecho cosas así. Ahora mismo con “Piscinas vacías” se me abre un montón de cosas porque hay un punto de cambio y no se que es lo que haré siguiente, pero intentaré hacer un disco conceptual y lógico. Normalmente cuando un músico tiene un arma la explota, y eso es lo más válido que hay. Pero cuando has trabajando en distintas músicas y has hecho muchas cosas diferentes, como es mi caso, donde he hecho música de encargo y he trabajado en publicidad, haciendo registros distintos… o en los noventa, que me los pasé con Jairo (Depedro) haciendo versiones de Led Zeppelin.

Mis influencias son: Led Zeppelin, Silvio Rodríguez, Bob Dylan, Pablo Milanés,… muy dispares. Ahora mismo me encanta lo último de Calle 13, porque lo me que gusta en castellano es una buena letra. Cuando escriben bien soy capaz de escucharme un disco de Def Con Dos entero.


Texto: Charly Hernández

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