Tras el grandioso pero incomprendido álbum titulado “Detalle del miedo” (Warner, 2010), Mikel Erentxun reflexiona y sigue sin titubeos su firme andadura. Maleta en mano, ha recorrido el país entero durante estos meses pasados llevando su música de manera más intimista, logrando así germinar “24 golpes“, título provisional del que será su nuevo disco. Pero como hombre detallista y artesano, ese futuro trabajo discográfico se complementará con un hermano pequeño de edición limitada, “Mapas en el hielo“, que supondrá ser el acompañante simplificado de esta nueva parada.
Mikel Erentxun habla con Charly Hernández sobre el futuro más inmediato y los planes a largo plazo.
Antes de hablar del futuro habría que revisar el pasado. ¿Qué crees que ha sucedido con “Detalle del miedo”? Era un disco excelente pero no llegó a vender. Hasta iba a editarse en vinilo.
Correcto. Pues no llegó a venderse porque no son buenos tiempos para la música. Iba a decir para la música de calidad, aunque sería echarme flores a mí mismo [risas]. Siempre supe que “Detalle del miedo” iba a ser un disco difícil, pero sin embargo fue el disco más laureado, pues fue la primera y única vez que me han nominado para unos premios de la música. También tuve las mejores críticas que he tenido nunca, entrevistas especializadas que normalmente me ignoran… este disco estuvo mentado en muchos sitios. Ya me lo dijeron en la compañía: «Buenas críticas, pero cero ventas». Y se cumplió porque es el disco con el que —de largo- menos he vendido, pero me ha traído otro tipo de satisfacciones y comentarios de gente amiga como Quique González, Bunbury o Diego Vasallo que han dicho que es el mejor que he hecho nunca. Es gente a la que admiro y agradezco el comentario.
Estoy encantado con ese disco y no me arrepiento de nada. Y tendrá su continuidad. Digamos que ahora voy a aparcar el proyecto con Las Malas Influencias, pero ya te digo, tendrá su continuidad más adelante.
De hecho ahora solo mantienes en tu actual banda a Rubén Caballero, guitarra de Las Malas Influencias.
Digamos que la banda, el concepto de Las Malas Influencias, es concepto de “Detalle del miedo”, algo que seguiré desarrollando en futuro y que ahora he aparcado un poco porque soy una menta muy inquieta. Ahora quiero hacer lo contrario, un disco de rock, un rock muy clásico y también muy setentero, entonces el concepto de Las Malas Influencias no entra ahí. Para este disco nuevo pensamos que lo correcto era buscar otro tipo de sonido. Pero me he llevado a Rubén porque es como mi otro yo.
Y os habéis ido los dos de gira además…
Sí, me he ido con él de gira haciendo un montón de dúos y luego también nos fuimos a Estados Unidos a grabar el disco.
Una gira muy fructífera, por cierto. Incluso montaste aquellos conciertos versionando a Elvis.
Digamos que este año he tocado bastante. Pero lo que desgraciadamente no he hecho ha sido tocar para presentar “Detalle del miedo”, que es lo que yo quería hacer. Pero bueno, no son buenos tiempos y hay muy poco dinero en la carretera. Surgen otras cosas que no están mal. Tocar en clubes o sitios pequeños, como en este caso con Rubén, es algo que me gusta mucho. Como también me gusta mucho reversionerame a mí mismo o tener la suerte de hacer un par de bolos con canciones de Elvis Presley, como bien has dicho. Son cosas que están bien.
Como también hacer cosas con Diego Vasallo.
Con Diego he actuado un par de veces, aunque nos queda una cosita pendiente antes de fin de año. La verdad es que eso también está muy bien porque sacar a Diego fuera de casa es difícil, subirle a un escenario lo es más, y cantar con él lo es más todavía, pero cuando estás ahí arriba con él lo disfrutas el doble.
Incluso te ha escrito un tema pero finalmente ha quedado fuera del nuevo disco.
No, no va a salir. Realmente saldrán dos discos; estará el disco madre, que si nada cambia se llamará “24 golpes”. Ese como —digamos- oficial. Después, y de manera paralela a ese disco, me voy a pegar el gustazo de sacar un disco B, muy Lo-Fi, grabado en mi casa y con las canciones que no han ido al disco A. Un disco tocado y grabado por mí. Muy acústico, muy áspero… y ahí irá la canción de Diego.
Además de esa fantástica versión de Kris Kristofferson, ‘For the good times’.
Efectivamente. Esa se queda para el disco B. Aunque no sería un disco B… es un disco distinto. De hecho, la primera idea de este disco cuando se empezó era así, muy Johnny Cash con guitarra y voz. Al final fue derivando y yo me fui calentando, dando lugar a un disco muy Bowie y muy Beatles. Entonces el disco a lo Cash, que ya estaba grabado, se quedó un poco desplazado, pero la compañía me ha dicho que lo vamos a editar y que va a ser de una tirada muy pequeñita. En vinilo y unos mil ejemplares, seguramente. Será un complemento, la cara B del otro disco. Además llevará por título “Mapas en el hielo”, que es así como se llama la canción de Diego.
Hay un buen elenco de colaboraciones. Si no me equivoco Lapido te ha escrito la canción ‘Las reglas del juego’.
Esa irá para el primer disco.
Y Rafael Berrio ha aportado bastantes temas, aunque algunos se han quedado fuera.
Eso es. En el disco oficial irán diez canciones, de las cuales yo he escrito cinco letras. Esa es una de las mayores novedades porque vuelvo a escribir. Ya tenemos las cinco mías, una de Lapido, una de Berrio y tres de Cormán.
Por lo que JM Cormán ahora tiene menos protagonismo.
Exacto.
Me doy cuenta de que los títulos de las nuevas canciones son muy cortos, como queriendo tener la intención de ser muy concisos. Hablo de ‘Soledad’, ‘Penumbra’, ‘Desfile’, ‘Samurai’, ‘Si te vas’, ‘Ropa vacía’…
Las letras, en lo que a mí me atañe por las que he hecho, son bastante duritas que giran en torno al paso del tiempo. Cuando a mí me das un boli y un papel siempre acabo escribiendo sobre lo mismo, pero de lo jodido que es el paso del tiempo, envejecer y no poder dar marcha atrás o no frenar cuando las cosas van bien. Es algo que me obsesiona. “24 golpes” va un poco por ahí porque el mundo se divide en horas y cada día tiene veinticuatro, así que por ahí irán los tiros. Aparte que la canción que se llama también ‘24 golpes’ irá en el disco B. Digamos que todo está entrelazado.
Así es fácil invitar a que la gente escuche el disco B.
Yo me imagino que el disco A va a vender más que el disco B, más que nada porque del B se van a hacer mil copias. Pero supongo que las mil personas que tengan el disco B van a tener también el A.
Me resulta curioso que para describir “24 golpes” hayas nombrado a Bowie y a The Beatles, dando a entender que es más británico.
Igual no sé si es el más británico, pero sí es un disco muy británico. Aunque curiosamente lo hemos grabado en Nueva York.
Y en una iglesia, ¿no?
Sí, en un estudio que es una iglesia. Por otra parte, ha sido grabado por Henry Hirsch, un ingeniero americano que toda su escuela es europea. Empezó en los setenta como teclista en Berlín. Él es un tío conocido básicamente porque ha hecho siete discos con Lenny Kravitz y muchas más cosas. Le ha dado cierto nombre a esto y también es su personalidad porque es un tipo que solo sabe de esa época, porque para mí esa es la época dorada: del sesenta y siete al setenta y dos. De hecho él dice una frase que la voy a hacer mía: «Ningún disco después del año setenta y cinco suena bien». Es una frase de técnico de sonido muy anclado en esa época. Ya sabes, ese sonido analógico del “Hunky Dory” de David Bowie, del “White Álbum” de The Beatles… sus grandes referencias.
En principio él es ingeniero y el productor, pero al final fue derivando tanto que lo vamos a firmar los dos, porque su mano ha pesado mucho. Y el disco, que iba a ser un disco de rock, al final ha desembocado en un rock muy clásico gracias a su influencia. Y por clásico me refiero a los años setenta. Suena realmente muy medioso, pequeñito, muy hiriente… y por rock tampoco hay que entender que son canciones rápidas, aunque también las hay, sino que el sonido es durito.
¿Todo es absolutamente analógico? Recuerdo que “Detalle del miedo” lo era, incluso contaba con las tres A.
Sí, todo es analógico. Está mezclado también de manera analógica. Aunque todos mis discos han sido analógicos. Pero grabar un disco así empieza a ser cada vez más difícil. En este caso, la forma de microfonear, el concepto… es porque él es así, no había pose por ningún lado. En “Detalle del miedo” digamos que fuimos a un estudio muy vintage y jugamos a eso, a hacer un disco del mismo modo que se hacían antes. En cambio este no se ha hecho como se hacían antes porque es que él es así. No ha habido diferencia. Ha puesto el micro igual que lo ponía en los años setenta. El mismo micro, con el mismo sitio y con la misma mesa. Por lo tanto no hemos querido sonar como sonábamos antes, sino que no podíamos sonar de otra manera. Enchufábamos las cosas y nos dábamos cuenta de que sonaba a aquella época. Estábamos en un mundo por el que me he dejado llevar.
Al final ha salido también un disco difícil, porque no es un sonido habitual y menos en el año en el que estamos ahora. La primera impresión que tienes cuando lo oyes es de preguntarte que es eso y a que suena, porque parece cartón. Pero es un disco que va seduciendo donde está todo al servicio de las canciones. Las canciones quedan muy desnudas.
¿Y en la gira vas a llevar ese sonido?
En la gira vuelvo a incluir un teclista, que hacía mucho que no me acompañaba. Llevaremos un Wurlitzer y un Hammond. Voy a tratar de reflejar este sonido y sobretodo coger el repertorio antiguo y llevarlo al sonido actual. Entonces me apetece hacer algo que jamás iba a hacer, pero me retracto. Es recuperar ciertos temas viejos que se adapten bien. Rescataré temas de Duncan Dhu que no sean los típicos, que espero queden muy Beatles porque hemos hecho muchos desde la época de “Autobiografía”. Después, de mi catálogo, los temas más rock, sobretodo de la época de “El abrazo del erizo”.
Aun así querrán que te quites la camiseta y que sigas pegando brincos en el escenario.
[Carcajada] Bueno, lo de quitarme la camiseta y los brincos igual ya no puedo hacerlo porque ya no tengo esa edad. Pero van a ser unos conciertos muy nerviosos, al contrario que en “Detalle del miedo”.
Sin duda… hay momentos en los que la vida se hace más dura, pero yo te pregunto: ¿se lleva mejor la madurez y el paso del tiempo con la familia, los allegados y los compañeros de ruta? En definitiva… ser más familiar.
Yo ahora llevo una vida bastante familiar a mis cuarenta y cinco. Pero también me gusta mucho pasarla con los amigos. Vivir es una maravilla. Alguien me dijo una frase una vez que al final digo mucho: «para vivir así mejor es no morirse nunca». Es una máxima que llevo al pie de la letra.
Texto: Charly Hernández
Entrevista exclusiva con Mikel Erentxun — “Para vivir así es mejor no morirse nunca”.1 thought on “”