Tener 27 años y haber ganado el Grammy a la artista revelación en 2011 desbancando a Justin Bieber pueden no significar nada. Las dos horas de magia gracias a una voz portentosa a la altura de su talento como bajista, tanto al bajo eléctrico como al contrabajo, sí responden a porqué se le denomina como la gran promesa que ha sabido acercar el jazz hasta a los que no son seguidores de este género.
Esperanza Spalding, por suerte cada vez un nombre menos desconocido en el mundo de la música, consiguió enamorar al público madrileño con un concierto inolvidable.
Tras un breve calentamiento de su banda, su figura menuda y su característica melena a lo afro resaltada por una cuidada y minimalista puesta en escena, desplegó espectáculo desde el primer tema “Us“, en el que ya presentó a sus compañeros de escenario. Acompañada de metales (entre los que destaca la figura de la saxofonista y directora musical Tia Fuller), teclado y Rhodes, batería y guitarra, la intérprete de Portland, a la que algún espontáneo no pudo resistir pedir matrimonio, regaló al respetable la mayor parte de los temas de su último trabajo Radio Music Society.
La “jazzwoman” del momento, imprescindible en cualquier festival de jazz que se precie y una de las aprendices de Ron Carter y Joe Lovano, sabe dar espectáculo con sus interpretaciones y con las presentaciones de cada tema. La mayoría dedicadas al amor, interactúa con el público, haciéndole reír y escuchar con atención sus reflexiones habladas, cantadas y tocadas. Hasta se atrevió a desplegar su sentido del humor en castellano (su madre es mexicana).
La excelencia del sonido y el silencio de un público atento que sólo se rompía en las ovaciones y entre los que se encontraban varios profesionales del gremio, fueron privilegios añadidos que ensalzaron grandes momentos. Uno de los muchos que vivió la sala fue el diálogo entre Esperanza y las respuestas cantadas de su corista Chris Turner previo a un inolvidable “Black Gold“.
Alternando el bajo eléctrico y el contrabajo (la elegancia con la que sujeta este último ya es en sí una experiencia digna de ver), la cantante preferida de Obama fusiona con gran naturalidad su base jazzística con el pop, el funk y ritmos latinos, que hicieron que el tiempo que estuvo en el escenario se hiciera corto.
“Radio Music” cerró el concierto. No fue suficiente para un público que no se movió ni dejó de aplaudir hasta que la silueta de Esperanza se vislumbró de nuevo. Sola con su contrabajo empezó la parte de los bises en los que luego la arroparon su pianista Leo Genovese y Lyndon Rochelle a la batería para cerrar una noche asombrosa con “Precious” y “I Know you Know“, dos de los temas de uno de sus primeros trabajos: Esperanza. Dos regalos, como ella.
E.P.I.