Idiota es el nombre del festival e idiota fue el día que se celebró: 31 de octubre, Halloween, festividad aprovechada por muchísimos asistentes para aparecer disfrazados con trapos de lo más extraños. Por allí pasaron grupos de toda clase y condición: monstruos, jugadores de béisbol, gallinas y polluelos, brujas y brujos, travestis ocasionales, súper héroes de palo y no sé cuántos personajes más. Lo que quedó claro es que en Madrid no falta imaginación.
Ricky López fue el encargado de inaugurar la edición 2010 de este festival. Aprovechó al máximo sus 45 minutos con pocos pero bien elegidos temas y con sus consabidos chistes, que el escaso público que a esas horas merodeaba por el interior de Vistalegre disfrutó de lo lindo, metiéndose a la gente en el bolsillo en tiempo récord.
El Chivi, con sus obscenas letras que todos nos sabemos desde nuestra más tierna y salida adolescencia, conquistó al público precisamente por eso: porque no es precisamente Metallica pero el tío tiene una gracia tremenda. Se curró un tema nuevo en el que mencionaba a todos los grupos del festival y además presentó otro nuevo llamado La Bolita, tan cochino y salidorro como suele ser habitual en su repertorio.
Los Gandules fueron los siguientes en salir a escena, y sufrieron las consecuencias de los encorsetadísimos horarios impuestos por la organización. Me resultó raro que los que el año pasado fueran protagonistas, en esta ocasión salieran a las dos de la tarde, cuando no había casi gente, sobre todo teniendo en cuenta la capacidad que tienen para mover a la gente. No tuvieron tiempo casi para sus chascarrillos habituales y se limitaron a tocar a toda prisa sus clásicos básicos como “Paté de Pato” o” Ginecólogo rumano” y algún otro del disco nuevo. La traca que quemaron vino de la mano de un espontáneo del público disfrazado de Jacinto Benavente, al que subieron al escenario. Cerraron con lo de siempre, un mix de todas sus canciones.
Y tras ellos, una banda añeja y reconocida por todos: Lehendakaris Muertos y sus incendiarios temas. Directamente llegados desde Navarra, hicieron sonar en Vistalegre los himnos que les han hecho famosos, como “Veteranos de la kale borroka” o “Héroes de la clase obrera”. Sus fans más incondicionales se la gozaron atrincherados en las primeras filas armando unos pogos de escándalo, y fueron testigos de cómo Aitor, vocalista de la banda, se tiró al público primero dejando que lo zarandearan de un lado a otro, para luego salir corriendo hacia el fondo del recinto y acabar subido en las gradas.
A continuación, Los Petersellers, muy recomendados en varias ocasiones y, efectivamente, mereció la pena verles. Rock, versiones y buen humor por todas partes nos hicieron pasar un rato muy entretenido al ritmo de temas como “Uma Thurman me toca la banana”, “Manolo es gay”, “Intelectual” o “Los Petersellers”. Este grupo tenía un cantante original, Monigote, que ya no está y debía ser muy querido porque se presentó por sorpresa en el escenario y el público se alegró muchísimo.
Mamá Ladilla fue de los más esperados, y aunque siempre es divertido escuchar sus estupideces, creo que en esta ocasión no fueron de los que más convencieron, o por lo menos, sobre los que hay opiniones más desiguales. Porque dan la impresión de llevarlo todo tan estudiado que pierden cierta espontaneidad, tan necesaria en este tipo de conciertos. Por otra parte, Juan Abarca es un hacha tocando la guitarra y cantando, pero siempre le veo demasiado soso en el escenario. Quizá su seriedad sea parte del show, pero creo que un poco más de cercanía con el público no pide pan. Eso sí, los temas, siempre geniales. Todos coreados de principio a fin, y sobre todo el mítico “Cunnilingus post Mortem”.
El reno Renardo fue otro de los platos fuertes del día. Salieron con kilts escoceses y con ganas de hacer el idiota como los que más. Gozaron de un sonido mucho más metalero que en estudio gracias a las dos guitarras, y lo que no se perdonó es uqe su cantante, Jevo, se olvidara de las letras sistemáticamente. Comenzaron muy fuerte pero fueron desinflándose. En disco son divertidísimos pero yo esperaba más de su actuación.
El hombre linterna fue el sorpresón del festival. Quienes no les conocía pudo cantar todos sus temas porque lo que se dedican a hacer son versiones rockeras de las melodías de nuestras series de dibujos animados de la infancia. Cayeron todas: “La bola de cristal”, “Oliver y Benji” (impresionante cómo resonaba el comienzo de esta por todo Vistalegre), “Willy Fog”, “David el Gnomo”, “Caballeros del Zodiaco”, “La abeja Maya”, “Comando G” y hasta una de cosecha propia, llamada precisamente “El hombre linterna”. Toda la banda se fue turnando para cantarlas, dándole cada uno su rollo, contando mogollón de chistes malos y haciendo miles de bromas. Se les notó en el escenario un buen rollo brutal, entre ellos y con los raperos de La Excepción, a los que sacaron para cantar “El Príncipe de Bel Air”. Se despidieron con la favorita del sector masculino del festival: “Bola de Dragón”, y con la que, por supuesto, no podía faltar: “Fraggel Rock“. Increíble la imagen de miles de personas de veintimuchos y treintaytantos cantando a pleno pulmón las canciones de su infancia.
La recta final del festival fue para la Excepción, dúo rapero de mil campanillas, de los que se codean con artistas de la MTV, los 40 y demás faranduleo. No pegaban con el resto del cartel y por eso muchos optaron por irse a tomar el aire a la calle. Desde luego, no fueron de los mejor acogidos, no se entiende muy bien por qué participaban en el festival y por qué se les dio tanto tiempo. Eso sí, Gitano Antón y Langui salieron con todas sus energías y su “flow” intercalando acapelas con temas como “Por Bule”, “Oye Company” o “Chacho“. Echaron toda la carne al asador, pero no sé si todo el público supo apreciarlo.
Y por fin, la guinda del pastel con los Mojinos Escozíos. Tremendo El Sevilla, que salió vestido a lo Obelix cantando eso de “Qué güeno que estoy” mientras se contoneaba de un lado a otro del escenario. “Borracho” fue lo que le llamaba el público y se llamaba a sí mismo durante unos minutos que fueron un morirse de risa. Una pena que no les diese casi tiempo para que el Sevilla interactuara mas con el público y soltase esa lengua viperina que tiene el condenado. Metieron con calzador a toda prisa éxitos como “Mi jefe”, “Al carajo” o “Ueoh“, y cerraron con “Las niñas de la Salle”. Espectacular banda, una auténtica risa y un verdadero placer tener el buen humor del Sevilla, que nunca defrauda, para cerrar el festival.
Tras esta interminable crónica simplemente me queda por decir que dice mucho del carácter “ehpañó” tener bandas de semejante talla en nuestro territorio, tanto por lo músicos como por lo humoristas. Todas ellas y todo el público estuvieron a la altura de las circunstancias, lástima que no pueda decirse lo mismo de la organización del festival, a que demostró lo grande que les quedaba el asunto, en vista de los numerosos problemas y altercados que sufrió tanto el público como los profesionales que estuvimos trabajando allí (o intentándolo).
Texto y fotos: Lola Hierro