A pesar de un cartel eminentemente indie el que ofertaba el Tomavistas en la Caja Mágica los pasados 25 y 26 de mayo, indies, lo que se dice indies de pura cepa, fueron más bien pocos. O ya en otra liga, porque en su lugar mucha gente ya entradita en años, cada una de su padre y de su madre, con diferentes gustos musicales, que frecuenta estas citas con asiduidad, algunos incluso con familias y niños pequeños. Porque el Tomavistas se ha consolidado como una cita imprescindible en el circuito madrileño, gracias a las muchas ganas de celebrar un festival sin los agobios de otros eventos, con buena música y la comodidad en los accesos, barras y conciertos, y en los transportes en la ciudad. Que el metro estuviera abierto hasta las 3 de la mañana fue de una gran tranquilidad.
Este año Los Planetas concentraban todas las miradas, pero también se pudo disfrutar de The Jesus and Mary Chain, Editors, Belle and Sebastian y Standstill, Phoenix, y una nutrida apuesta de cantera local con Hinds, Melenas, Pipiolas, Derby Motoreta’s Burrito Kachimba, Los Estanques, Baiuca y Alizz entre otros. Un cartel gestionable que dejaba grandes momentos a lo largo de las dos jornadas.
Los Planetas revisitan el Súper 8, y Alcalá Norte debuta a la misma hora
Para esta 8ª edición, Los Planetas fueron el gran reclamo porque celebraban la gira 30 aniversario de su disco debut, Súper 8 con numerosos asistentes al festival ataviados con una indumentaria fácilmente identificable. Con la polémica ausencia de Banin y Eric (se echó de menos su carisma), Jota y Florent se marcaron el disco que definió el indie en 1994 en riguroso orden, apelando a un recuerdo constituido a lo largo del tiempo, el mismo en el que forjaron su leyenda. Así que no había mucho espacio para la sorpresa, y sí muchas ganas de revivir un momento mágico, sin alharacas porque no ha habido una gran ausencia que los echara de menos (como hubiera sido la aparición de May por ejemplo). Las grandes canciones brillaron de principio a fin y es que ese disco nos ha marcado a muchos gracias a De viaje, Qué puedo hacer, Si está bien, Jesús, Rey Sombra, Desorden… aunque otras que suelen ser bastante prescindibles como 10.000 o Estos últimos días, pasarían sin pena ni gloria.
Aunque siempre se discute mucho en torno a Los Planetas, ya que así consolidaron ese mesianismo que les hizo únicos, y en esta ocasión quizás había causas (las ausencias, el buen humor de Jota con una sorpresiva animación al público y su reivindicación frente a otros “imitadores), empiezan a sonar a debates de otro milenio que no deben desviar la atención de lo que ocurrió el viernes 24 en el Tomavistas. Los Planetas hicieron un muy buen concierto, con un sonido muy compactado y con mucha pegada, un bello viaje por la nostalgia, aunque al ser una banda con tanto presente y reverenciada todavía en la actualidad, ese factor no tuvo una épica desmesurada. La única faena fue lo del escenario, la gente tenía ganas de Los Planetas, y nos quedamos un poco apretados, único momento de agobio en todo el festival.
Después de La caja del diablo (hubiera sido el cierre perfecto al show) tocaron alguna más como Mi hermana pequeña y Nuevas sensaciones, reivindicando una legendaria formación que, dejando atrás las filias y las fobias (otro debate obsoleto), siempre mereció la pena.
Un venerado de esta santa casa, David Gallardo, acertó al reflexionar de que tocaran a la misma hora la leyenda viviente (Los Planetas) y la banda más prometedora del momento (Alcalá Norte) y no se quiso perder el momento aunque nos abandonara si complejo alguno. Luego intercambiamos apuntes, y como ya ha reseñado Rubén en La Voz en Pie, nos informó de la banda nacida en Ciudad Lineal: “Es una banda de las que ya no se pilla, y está en un momento genial, no se lo creen ni ellos”, diría David, que tiene más horas de vuelo que la plantilla de Iberia: “Una frescura y una chulería que no es pose, los chicos de barrio son así. Son una banda que debería foguearse en garitos pero ya han caído en un festi (por cancelación de Dry Cleaning por salud) y al público le ha parecido bien el cambio, y encima saben tocar, el cantante con actitud chulesca y desafiante, un poco a lo Liam Gallagher ¿por qué no?”.
“Alcalá Norte es un grupo que ahora mismo lo tiene todo abierto; lo bueno, que lo vamos a ir viendo, Arde Bogotá ya está muy lejos de esto y por ello no tienen gracia, porque están en la estratosfera. Pero ahora, desde Ciudad Lineal vamos a viajar a otro Sistema Solar”, se tiró el pisto el bueno de Gallar, y le cogimos el órdago para la próxima vez que actúen.
Standstill y Dinosaur JR, pasan los años y aquí seguimos
Antes habían tocado Standstill, enorme formación que transitando entre el hardcore, el folk y el indie escribió algunas de las más bellas páginas de la música entre 2006 y 2012 y que volvía casi 10 años después de su retirada. El eje central fueron las canciones de Adelante Bonaparte (10), un disco conceptual en donde se abordaba la paternidad, entre la expresividad contenida, la fuerza de la guitarra acústica de Enric Montefusco y el progresivo del post-hardcore del que fueron vanguardia. Standstill se adelantaron a su época con ese disco y el anterior Vivalaguerra (06), con la destacada ¿Por qué me llamas a estas horas? Hubo más, Feliz en tu día, La mirada de los mil metros, la mítica 1,2,3 sol, Cuando… los grandes éxitos y aunque faltó una mayor teatralización y sus preciosos espectáculos visuales, el público disfrutó con su entrega.
Los que amamos el rock duro, disfrutamos mucho con Dinosaur JR en el escenario grande, porque sonaron muy fuertes, con una intensidad de menos a más, si bien quizás lo lógico hubiera sido poner a Los Planetas a lo grande, porque parte del público estuvo excesivamente poco reactivo a las propuestas de los americanos comandados por J Mascis y Lou Barlow, quienes soltaron toda su artillería pesada, con What Else Is New, Feel the Pain, Freak Scene… y la versión Just Like Heaven de The Cure.
Apuesta efectiva. De Hinds a Melenas
En la zona de los escenarios más alejados pudimos gozarlo con Hinds, Carlotta Cosials y Ana Perrote se mostraron exultantes tras una temporada un tanto caótica que ha acabado con salida de miembros y una renovada formación, ya que reconocieron haber pasado por su infierno particular y anunciaron alegres su próximo disco previsto para septiembre, del que adelantaron Boom Boom Back, un corte cadencioso de gran fortaleza y que sube la intensidad de otras como Coffee, y apuntala el sonido de la banda con una contundencia y madurez ya vistas en The Prettiest Curse (20), gracias a himnos como Good Bad Times y Just Like Kids (Miau). Arropadas por la industria (entre los asistentes estaban Zahara y Víctor de Rufus T Firefly), el suyo fue un concierto muy vitalista, de lo mejor del viernes en un escenario en el que luego a la noche pudimos ver a Melenas, otra joven formación que ha afianzado su propuesta con un muro de sonido limpio pero contundente, mucha elegancia, con una dependencia atmosférica marcada por los dos teclados, y un acercamiento sideral de synth pop con Primer tiempo, Osa Polar y Bang, sus grandes hits que hicieron mover al público, que cansado de ver tantas veces a Editors, se quedó felizmente aislado.
Editors, entre Dave Gahan y Bono
Más de la cosecha de David Gallardo para ambos medios, pues todos somos amigos y hermanos, y él es buen conocedor de la trayectoria de Editors en nuestro país. “Aunque te joda, este grupo es clase media de verdad, no clase obrera que se cree clase media; vive muy bien haciendo discos buenos por mucho que te empeñes. El repertorio del viernes fue de festival de grandes éxitos, de una hora y cuarto, muy bueno, con la gente muy por la labor. Tom Smith muy bueno, una mezcla entre Dave Gahan y Bono, y por eso estaba todo el mundo de U2 allí ayer”, asegura hiperbólicamente. Tuvo momentos “oscuros potentes y guitarreros como rave al final de Papillon, pero antes te habían hecho canciones épicas como The Racing Rats o Smokers Outside the Hospital Doors que la gente recibió estupendamente. Munich, Heart Attack… muy electrónico”, fue un concierto muy consistente que disfrutó “como un señor”.
El viernes terminamos a doble banda (David no, que huyó con una de sus famosas bombas de humo), primero con Baiuca, grande en su fusión entre electrónica y folclore gallego, inspirado en las tradicionales cantareiras, que nos acompañó muy bien en la fiesta final, algo que ya no conseguiríamos posteriormente con The Blaze. Mucha gente se había ido, y el recinto quedó bastante desangelado. Su electrónica sesteante tampoco ayudó, y mientras los noctámbulos apuraban la fiesta, tranquilamente nos recogimos para recargar pilas de cara al sábado.
The Jesus and Mary Chain. Saber envejecer con estilo
El segundo día ofreció una jornada más tranquila por música y por cantidad de asistentes congregados, pero resultó igualmente emocionante para los melómanos allí congregados. Sobre todo en lo que a los cabezas de cartel tocaba, Belle and Sebastian y The Jesus and Mary Chain, porque dieron una lección de saber envejecer de la que estamos años luz. La deliciosa ambigüedad de Stuart Murdoch atrajo una mayor diversidad del público, enamorado de su pop de cámara vitalista y divertido, que lleva cerca de 30 años en todo lo alto. Gustaron sus grandes clásicos, Another Sunny Day, Get Me Away from Here, I’m Dying o The Boy With The Arab Strap entre otros, mientras los arreglos del chelo y la trompeta llegaban con emoción a un público entre el que abundaban las parejas, y los niños, más metidos en los conciertos que en la jornada anterior.
Murdoch, que sabe de esto mucho del negocio, estuvo atento para animar a un público que en general en todo el festival estuvo a medio gas, y encaramado a la valla, y subiendo a gente del público al escenario, arengó a las masas con gran éxito en un excelente estado de forma.
El espectáculo total llegaría más tarde con The Jesus and Mary Chain, con un verdadero muro de sonido, limpio pero contundente que nos impactó. Con 60 años haciendo un post-punk denso y correoso con una elegancia incuestionable. Eso es envejecer de la ostia. Fue un espectáculo, y no solo porque Happy When It Rains, All Things, Darklands o esa belleza que es Just like honey, que nos sobrecogió en ese final del filme de Sofía Coppola Lost in translation, han trascendido el género y pertenecen ya al acerbo popular, ni que los audiovisuales entre la psicodelia colorida y el bombardeo incesantes de imágenes propio de los 90 te sobrecogiera con una saturación reflexiva, es que los hermanos Jim y William Weid, supieron conjugar un contraste entre la belleza intimista y la saturación a la perfección en un conciertazo.
Derby Motoreta’s Burrito Kachimba y Los Estanques, en otra liga
Dos de las propuestas más vanguardistas de la escena indie patria actual, y a la vez, de los sonidos más duros del sábado. Empezando por Derby Motoreta’s Burrito Kachimba, que presentaría su reciente nuevo disco Bolsa Amarilla y Piedra Potente, con La Fuente, Ef Laló, aunque dejaría otros clásicos como El Valle para deleite del personal. El sexteto se marcó un concierto muy duro, de los que me gustan, con Dandy Piranha tirando del respetable, con arengas, o con divertidos y sexys movimientos y finalmente los DMBK consiguieron dejar a la peña loquísima con éxitos como The New Gizz, Hilo Negro o El Salto del Gitano.
A la otra punta, Los Estanques, lo dieron todo yendo del hard-rock setentero al soul y la psicodelia, bañando todo por un surrealismo yeyé que roza lo ‘Muppet’.
También acaban de publicar nuevo disco, Uve, que arranca purito Queen, y que da muestras de una alta capacidad de teatralización y su expresividad a raudales. Canciones como Bienvenidos al circo o Damos gracias a dios han subido mucho la faceta de rock duro que necesitábamos de la banda cántabra afincada en Madrid, que a tenor no ya de mi humilde opinión, sino del respetable (el cual se meneó de lo lindo en los pasajes más rocketas), fue muy bien recibido. Aunque se dispersan a ratos con tanto cambio de ritmo radical, lo de Los Estanques ha subido infinito, porque el surrealismo de clásicos como Soy español, pero tengo un kebab, funcionan en directo muy bien. Subieron un cartón de George Michael de 2 metros para hacer “divertidos punteos y colaboraciones” y al final lo lanzaron en stage diving, justo después de que exitazos como No hay vuelta atrás y Clamando al error, movieran a todo dios.
La fiesta continuó mucho más enérgica con Alizz y Phoenix, si bien el público ya había comenzado la despedida, con un lento peregrinaje al transporte público (metro, nocturnos, taxis). Este festival tiene otros ritmos, otros horarios… y ojo, que la fórmula así funciona a la perfección. Con una buena vibra, urbano y para un público local (sin invasión guiri de turismo barato), con mucho gusto y mucha clase.
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