Arte, tecnología y música se reunieron en Vigo para transformar por una semana la ciudad con la primera edición del “Vigo Transforma”. A ello ayudaba la propuesta de “Vasos Comunicantes”, dirigida por el gallego Isaac Cordal, desplegando en algunos espacios urbanos proyectos artísticos frescos y atractivos tales como performance, instalaciones multimedia o street art.
Rozando la ría de Vigo, en el muelle de Trasatlánticos, se situaba el montaje de dos escenarios para el festival de música, aunque las vistas al mar eran limitadas debido a la propia estructura del recinto. Eso si, la brisa se agradecía dado el calor del fin de semana.
Las puertas se abrían al público el viernes muy poco antes de empezar el primer concierto. Demasiado justo. Así la mayoría del público disfrutaba de la primera actuación de los coruñeses Triángulo De Amor Bizarro desde las enormes colas que se iban formando para comprar los tickets de las barras. Quizás la inexperiencia motivó este caos de organización el primer día.
Media hora tuvo la banda gallega para demostrar que siguen siendo lo mejor de nuestro panorama musical a un público que todavía estaba empezando a llegar. Nueva formación para presentar además su nuevo y segundo trabajo “Año Santo” por primera vez en Galicia. El sonido que ofrecieron no fue de lo mejor del festival, pero su potencia y garra sobre el escenario Heineken lo compensaron. Una buena oportunidad para disfrutarlos con más calma será a finales de julio en el Festival de Paredes de Coura, en Portugal, rozando con la frontera gallega.
Justo enfrente se ubicaba el escenario Xacobeo donde algunas legiones de fans ya estaban apiñadas en las primeras filas para no perder detalle del concierto de Devendra Banhart, uno de los más esperados en la tarde. La puntualidad si fue estricta en el festival y a las ocho aparecía el venezolano con nuevo corte de pelo. Y para convencer.
Además de la melena, aparcó en esta ocasión su psicodelia y mantra para dejar paso a un concierto más animado y divertido. O lo que es lo mismo, menos folk y más rock. Haciendo gala de un humor desconocido para muchos, se metió al público en el bolsillo, seguidores o no, con ritmos latinos como el tema “Carmensita”.
Y hubo tiempo para la melancolía y los ochenta con una versión del clásico “Tell it to my Heart” de la canadiense Taylor Dayne. Momento para disfrutar y bailar, como lo hacía el propio Devendra, arrancando más de una sonrisa. Y así respondió el respetable. Buen sonido y un recital muy entretenido de una hora, que quizás se hubiese merecido algo más de tiempo.
En un abrir y cerrar de ojos, las guitarras acústicas esperaban ya en el otro escenario a la voz de Jeff Tweedy, su única compañía sumada a una harmónica. El toque bizarro lo ponía una bandera española junto a él, para mostrar su apoyo a la selección en la Copa del Mundo.
Ofreció un bonito recital que luciría mucho más en un auditorio o en una sala pequeña que en un festival a pleno sol donde el público todavía estaba calentando motores y buscando una sombra para evitar el cañonazo de calor.
El set del cantante y guitarrista de Wilco, banda con uno de los mejores directos de los últimos años, se basaba en canciones del grupo en formato acústico. Abrió con un tema que ya tiene 14 años a sus espaldas, “Skunken Treasure” del segundo álbum de la banda de Chicago “Being there”.
Sin dialogar demasiado con la audiencia, repasó la trayectoria de la formación con canciones más recientes de su último trabajo “Wilco” (2009) como “One wing” o “I’ll fight”, sin dejar en el tintero “Theologians” o “The late greats”, clásicos del álbum “A ghost is born” (2004).
Rescató también “Please be patient with me” del álbum que sacarían tres años más tarde “Sky blue sky” (2007) y con “Jesús etc” se vivió uno de los momentos más mágicos de la tarde, canción del disco “Yankee Hotel Foxtrot”. Y le llegó la hora para promocionar una de los dos temas que ha escrito para el nuevo trabajo de Mavis Staples, “You are not alone”, producido además por el propio Tweedy. Concierto muy completo, aunque no encajó bien en el cartel y el público no le prestó demasiada atención. Y menos a última hora cuando cientos de fans ya se agolpaban en el escenario principal para ver a The XX.
Los primeros acordes de la formación inglesa fueron para “Intro”, mientras los cuatro componentes de la banda salían a la escena enfundados de negro. Mucha expectación por parte del público, en su mayor parte joven, para ver a uno de los grupos revelación del 2009 en el panorama indie, con su disco “XX”, editado hace apenas un año, en el mes de agosto.
Después de verlos en directo, en mi opinión les falta algo más de pegada, suenan como a menos revoluciones que en el disco y por momentos aburren. Es cierto que los conciertos pierden mucha vistosidad en horario diurno y no ayudan a crear en este caso, esa atmósfera gótica e intimista que pide su trabajo, como lo pedía a gritos la parte central del show con “Nigth Time” y “VCR”. Si en el Primavera Sound la iluminación de su concierto estuvo muy acertada, aquí brilló por su ausencia. Eso si, con todo un lujo de público, el señor Jeff Tweedy.
Tocaron su disco prácticamente entero y los temas casi en el orden de aparición del mismo. “Crystalised” y “Islands” enloquecieron a los más jóvenes, alargaron “Shelter”, tocaron su habitual cover “Do you mind?” y fueron varias veces ovacionados por sus fans. Poco expresivos, Romy y Oliver en escasas ocasiones sonrieron, y en lo que respecta a su show, el ambiente de su disco debut no llegó a empapar el recinto a última hora de la tarde. Quizás la noche fuese mejor campo de batalla.
Tres cuartos de hora tuvo a continuación Fanfarlo para hacer mover a los presentes con violines, trompetas o mandolinas. Inevitable recordar a Beirut, Clap your hands say yeah o Arcade Fire, banda que por cierto visitará este verano Galicia. Pero lo cierto es que estos chicos tienen nombre propio y lo hacen realmente bien, encabezados por el sueco Simon Balthazar.
De nuevo repaso a su por ahora único álbum, “Reservoir”, empezando con “The walls are comino down”, al igual que hicieron en el mes de mayo en el Festival do Norte, en Vilagarcía de Arousa. El disco, grabado en Conéctica en 2008 y producido por Peter Katis (Interpol, The Nacional…), ha conseguido también contar con fans declarados y de lujo, como David Bowie.
En su línea, ofrecieron un espectáculo divertido y con buen sonido. De lo más agradecido para un festival, y rozando ya la noche, donde los juegos de luces por fin empezaban a hacerse visibles y a crear un buen ambiente. Para cerrar el tema “Luna”. Un directo muy recomendable.
A continuación batallones de jóvenes esperaban ya excitados a Love Of Lesbian. He de decir que es un grupo que nunca me ha convencido y que me parece extremadamente aburrido. Algo en lo que me reafirmo después de ver un nuevo concierto de los catalanes. Eso si, sus fans los siguen allá donde vayan, porque a pesar de las innumerables ocasiones en las que han caído por tierras gallegas últimamente, la concentración de público fue de las más altas de la jornada.
Santi Balmes salió al escenario ovacionado desde el principio al final para repasar su carrera. No se salieron de lo habitual en sus recitales, y en el medio de todo, más de lo mismo, coros desangelados y sin fuerza, poca improvisación, pero eso si, unos seguidores totalmente entregados como en cada show, hagan lo que hagan. Y para ellos fueron algunas de las canciones más antiguas como “Noches reversibles”, “Los colores de una sombra”. El momento anecdótico surgió cuando Iván Ferreiro subió con ellos a escena en el tema “Incendios de Nieve”. Después vendrían “Ectoplasta” o “Me amo”.
Totalmente predecibles, su tema escogido para cerrar fue “El club de fans de John Boy”, por supuesto sin obviar su tradicional playback como broche final con el tema “Algunas Plantas”, con coreografía incluida a lo full monthy (o fiesta de pueblo?). ¿Y todavía se hacen llamar artistas cerrando con semejante frikada?…
Sin duda Os Mutantes conformaban la cabeza de cartel de este primer día. La vuelta de los brasileños en 2006 después de más de tres décadas de silencio ofrecía una nueva oportunidad de ver en directo a Sergio Dias, el único componente que sobrevive de la formación original.
Sonaron bien pero hubo más pachanga que psicodelia en la balanza, con momentos estrella con el tema “El Justiciero”, uno de los obligados, sonando a orquestilla. En su repaso a la banda rescataron “Bat Macumbá”, “Panis er circenses” o “A minha menina”, de las más cantadas por el público. Las túnicas escogidas como vestimenta tampoco ayudaron en la puesta en escena. Evidente que no son lo mismo que lo que fueron. Quedan sólo las cenizas. Pero si estuvieron entretenidos e intentando empatizar en todo momento con el público, que siempre se agradece.
Y entremedias sonaron algunos temas de su último trabajo “Hair or amortecedor”, mucho menos conocidos para el público en general y más aburridos. Y para los amantes del baile, aún quedaba lo mejor, desde Suecia, la banda de electropop Miike Snow.
Hacía falta un poco más de carne en el asador y ellos la trajeron. Pena que muchos se marchasen dejando el aforo a medias. Envueltos en negro y con unas máscaras blancas que daban paso a la inexpresividad absoluta de sus rostros, aparecieron entre aplausos de la audiencia con la mejor puesta en escena del viernes. Con sólo un trabajo a sus espaldas, bajo su mismo nombre, lograron un buen cierre, haciendo mover a todos y cada uno de los presentes, que pedían más cuando sonaban los últimos acordes de “Animal”. Vista la jornada, de lo mejor para el punto y seguido de cara al sábado. No convenció nada la programación del cartel por horarios, deberían de fijarse más en el ritmo y en la intensidad de los conciertos, de menos a más, y no como ocurrió, que aquello era peor que el vaivén de una montaña rusa.
Texto: Nadia Corbeira