Formación:
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Guitarra: José Luis Montón.
Narración: Teresa del Pozo.
Contrabajo: Miguel Rodrigañez.
Percusión: Odei Lizaso.
Cantaoras: Ana Salazar & Noemí Humanes.
Flauta y Coros: Cristina Fernández.
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Educar a los niños para que escuchen música no es tarea fácil. Si además se trata de flamenco la tarea se complica bastante. Jose Luis Montón lo ha conseguido gracias a la sencillez y cercanía de sus canciones propia más de un educador – Teresa Del Pozo ha tenido mucho que ver en esto – que de un músico.
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El espectáculo presentación de Flamenco Kids resultaba peculiar por dos motivos: el primero el horario ya que no es muy habitual ver un espectáculo de flamenco un domingo a las doce de la mañana, y el segundo el público, ya que el teatro Fernán Gómez cubrió las terceras partes de su aforo con un público infantil en su mayoría, entregado en todo momento al espectáculo.
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Pasados diez minutos de las doce de la mañana Teresa Del Pozo nos introducía en el peculiar mundo de Quillolandia. Después de la nana con la que abría el espectáculo nos presentaba a Gravy, un camaleón daltónico – “El Camaleón Daltónico“, canción interpretada por el cantaor Ramón Jiménez Albite “El Piti“ -, Andrés, un erizo bailarín y dormilón al que el público despertó con sus voces – “El Erizo Bailarín” -, Daniel, un camarón opaco — “El Camarón Opaco“-, don Sebastián, un cangrejo moro – “El Cangrejo Moro“, presentada con una alegre introducción a modo de chirigota -, y a Lola, una urta mellada a la que le apasiona contar cuentos – “La Urta Mellada” -, que sirvió para que el público infantil subiera al escenario a compartir sus inquietudes con los artistas. Preciosa la puesta en escena de los músicos que como auténticos actores trasladaron a la platea la esencia de las canciones. Terminaron con un repaso al abecedario en “La Rebelión De Las Incógnitas“.
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Bulerías, tanguillos, rumbas, alegrías, y sobre todo mucha imaginación fueron los ingredientes con los que el elenco de artistas, en algo menos de una hora, supo encandilar no solo al público infantil sino también a los adultos que acudimos al espectáculo de oyentes y salimos aprendiendo. Aprendiendo a descubrir ese espíritu infantil que todos llevamos dentro y que muy pocos sabemos que tenemos. ¡Que viva Cai!
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                                                                                                 Texto: AMADO STORNI