Corría 1971 cuando unos ingleses amantes del blues americano y del rock and roll de los cincuenta deciden montar una agrupación musical en la que dar rienda suelta a todas sus inquietudes en estos campos. Ellos, lejos de ceñirse a lo instaurado por la conocida como British Invasion, se “norteamericanizan” en su sonido y consiguen crear una compacta propuesta que enseguida da sus frutos. Comienza la leyenda.
Ingleses genuinamente americanos
Aunque los integrantes de Foghat venían de unos inicios que se manchaban por el blues inglés de raíces, el cuarteto no tarda en romper los moldes a golpe de boogie rock. Así, en un temprano 1972, se ponen bajo la atenta mirada y las manos del productor Dave Edmunds. Genio de los controles que en su día dio gloria a la carrera de Elvis Presley, ahora esparcía su sabiduría sobre unos tipos que querían comerse el mundo con cada uno de sus guitarrazos.
La formación no se detiene y, para asombro de propios y extraños, los inglesitos sacan al mercado cuatro redondos en sólo tres años. Además de su obra homónima iniciática, Lonesome Dave Peverett, Rod Price, Tony Stevens y Roger Earl, graban lo que serían las bases o primeros pasos de una carrera meteórica hacia el éxito. Así, y tras cerrar el 73 con un segundo Foghat al que pusieron de sobrenombre Rock & Roll, entramos en un prolífico 1974 donde nos comemos dos de sus manjares más exquisitos de aquella etapa: Energized y Rock & Roll Outlaws. El primero se lleva la aceptación del público gracias a un single que apuesta a ganador. La versión del clásico de Buddy Holly ‘That’ll Be The Day‘, con una cara B dedicada a la obra propia de Foghat ‘Wild Cherry‘, consigue sacarles del simple circuito de bandas inglesas que buscan un sitio en las listas yanquis. Pero no será hasta octubre de ese mismo año el momento en el que estalla su máquina sonora.
Glory days?
Aunque los chicos consiguen un puesto dorado en la industria norteamericana, la banda no parece estar satisfecha con dicho trabajo. Las ventas no les preocupan y prefieren estar bien con sus prioridades. El requisito que tiene que cumplir cada nueva obra es el siguiente: el productor debe entender la música del cuarteto como ellos mismos lo hacen. No les importa la reputación o la figura del que se ponga detrás de los mandos, sólo buscan sonar como ellos saben que pueden hacerlo. Así, y sin ningún reparo en su decisión, dejan entrar en la familia Foghat a Nick Jameson. Él será el que ejerza esas labores de ingeniero y productor en las que parecía que el grupo sentía un lastre, una cojera que no les dejaba avanzar en el modo que deseaban. De esta forma nace Rock & Roll Outlaws, un disco que no conseguirá los laureles de su posterior Fool For The City pero que muestra la auténtica realidad del combo. Un compendio de ocho canciones que exhibe sin tapujos la filosofía de una música que fluía por cada una de las venas de los componentes de Foghat. Unos músicos que estaban haciendo lo que mejor sabían hacer, algo que las listas comerciales no supieron entender.
Disco histórico no sólo por su calado en el mundo del rock, ya que también fue la ruptura de la primera formación, la marca clásica. Para Fool For The City perderían el bajo de Tony Stevens, entrando en el puesto de las cuatro cuerdas el productor y amigo Nick Jameson. Pero será en este redondo el momento en el que el cuarteto deja definitivamente claro el camino sonoro a seguir, ya con unas composiciones compactas y realmente bien acabadas. Esta regla musical se seguirá dentro de la banda en sus siguientes tres discos, Night Shift, Stone Blue y Boogie Motel, los trabajos que cerrarán la década de los setenta.
Cuando el Chateau Lafitte ’59 se mezcla con la new wave
Si a mediados de los setenta la provocación llegaba a Norteamérica de la mano del glam rock, los ingleses terminarían recibiendo en el Reino Unido lo que se llamó punk rock. Que este movimiento llegara a las islas y se consolidara como todo un género establecido, se debe a una persona: Malcolm McLaren. El que en su día emigrara a América para acabar trabajando como manager de los New York Dolls en su última etapa, no dudó en seguir con sus trapicheos sonoros en su tierra madre. En Inglaterra ya habían empezado a nacer imitadores de los Ramones o de Iggy, aunque no fue hasta el regreso de Malcolm cuando el movimiento crece en el ámbito visual. Lo curioso es que, gracias a una inteligente campaña de marketing, este contrasentido logró calar en la juventud inglesa. Y no sólo en la chiquillería, ya que el mismísimo Dave Peverett quedó impresionado con todo ese movimiento que ya era habitual en un club neoyorquino llamado CBGB’s. Según el mástil, esa nueva corriente le traía un claro recuerdo a los inicios del rockabilly.
Todo esto hace que su siguiente disco, Tight Shoes, se vea manchado claramente por esta nueva forma de entender el rock. Una manera un tanto original pero que nos quitaba de la vista a lo verdaderos maestros del rock and roll sin fisuras, al mismo tiempo que aceleraba la partida de su guitarrista Rod Price. A partir de este momento y a lo largo de la década, la formación queda tocada: devaneos por caminos que les separan de sus raíces, cambios constantes en sus filas y un recrudecimiento en la relación de los miembros originales, hace que el barco esté a punto de irse a pique. Así es como sus siguientes apuestas, Girls To Chat And Boys To Bounce, In The Mood For Something Rude y Zig-Zag Walk, terminarán con la carrera de la banda. En 1985, y tras dos años de seguir sacando jugo a la naranja gracias a unos forzados directos, se pone punto y final al proyecto (al menos por el momento). Dave Peverett, harto de la vida en la carretera, abandona el combo para destinar su tiempo al descanso inglés.
Roger Earl, junto con los componentes restantes de Foghat, Erik Cartwright y Craig MacGregor, mete la cabeza de lleno en una nueva banda que servirá para saciar sus ansias de liderazgo: The Kneetremblers. Esta nueva idea sonora, que no dudaba en apoyarse en el Hammond B-3 de Jim Robarge, se centró en generar composiciones r&b que les acercaban a unas cotas más comerciales y fáciles de digerir para el posible futuro comprador.
¿Quién se queda con el pastel Foghat?
El que fuera batería y fundador de una de las grandes apuestas del rock inglés, no tarda mucho en percatarse de una jugada que seguramente daría sus frutos a corto plazo. Llegado 1987, Roger Earl se embarca en una gira que les presenta como Foghat y, sin cortarse un pelo, vuelve a aprovecharse de sus viejos himnos. Al igual que pasó en su momento con los The Sweet, nadie quiere perderse la oportunidad revival, el momento perfecto para limpiar de polvo unos laureles que no les dejaron lucir en su día. Por esta razón, y cansado de dar el ombligo en su hogar inglés, Dave Peverett regresa a la escena del crimen con sus propios Foghat.
En aquella época se empieza a hacer conocida la diferenciación entre los Roger Earl’s Foghat y los Lonesome Dave’s Foghat, cada uno barriendo hacia su propia alfombra. Por esta razón, desde 1990 hasta 1993 se pueden hallar en las agendas de conciertos a dos agrupaciones que descargan por separado pero que proponen el mismo juego sonoro: recuperar el pasado de Foghat. Algo satisfactorio para los egos de cada líder pero, qué mejor que volver a crear el dulce original. El reunir al cuarteto inicial podría darles una ganancias económicas que les negaban sus giras por separado, es decir, la unión hace la fuerza (y, en el mundo del rock, también el dinero). Así es como volvemos a tener bajo el mismo techo a Dave Peverett, Roger Earl, Tony Stevens y Rod Price.
Y 1994 será el año en que los amantes de la primera etapa de la banda podrán volver a soñar con un prometedor futuro, ya que los cuatro rockanrollers publican un álbum con un nombre que ya dejaba claras muchas cosas: Return Of The Boogie Man. Un redondo cargado de toda la esencia blues/rock que hacía veinticinco años habían facturado estos hijos de la Gran Bretaña. Un bonito momento que se vio adornado por unos más que interesantes bolos por tierras inglesas y norteamericanas, conciertos en los que aprovecharon para dar vida a un nuevo y rentable intento de alargar la sombra Foghat. Me estoy refiriendo a su trabajo en vivo Road Cases, disco que encontró una gran aceptación de los acólitos de la banda en 1998.
Los héroes también mueren
Pero el claro que parecía presentar el cielo de Foghat pronto se tornó en nubes de tormenta. El mismo año en que su aclamado álbum en directo pisa la calle, a Lonesome Peverett se le diagnostica un cáncer de riñón. Esto trajo a la vida de Dave algo con lo que jamás creyó que llegaría a enfrentarse. Al hombre que conoció la sangre y el sudor del rock and roll, ahora le tocaba capear con las lágrimas, es decir, la lucha a base de quimioterapia para conseguir salvar una vida ya marcada. El 7 de febrero de 2000 su cuerpo no resistió más y Lonesome perdió la batalla contra el cáncer. Tenía 56 años.
Tras su fallecimiento, y en recuerdo a su persona, se reedita su último Road Cases, en esta ocasión en una nueva versión doble que incluye dos temas que se habían quedado fuera en la original: ‘Stone Blue‘ e ‘It’s Too Late‘. El definitivo y merecido homenaje a una figura entrañable, al mismo tiempo que se ponía en su sitio a una banda que durante toda su vida en activo luchó por mantener el auténtico rock and roll a flote.
Sergio Guillén
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Impresionante artículo Sergio.
Sin duda un grupo que debería haber llegado mucho más a las masas. Muchas gracias por este estupendo homenaje!
Si joder, la verdad es que se agradece, que grandes y que pococ suenan aquí!!