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Noche de rock garaje este fin de semana en la Sala Capitol de Santiago con los Fuckin’ Bollocks y los Black Lips, dentro del Heineken Music Selector. A punto de comenzar apenas había cincuenta personas en la sala, seguramente debido a la coincidencia con el Festival do Norte en Vilagarcía de Arousa, y sumado a que la noche tuvo como protagonista una tormenta de esas que dejan a más de uno en casa.Â
Los españoles Fuckin’ Bollocks, con base en Barcelona, abrían la noche dando un corto repaso a su material. Sala casi vacía y poca fortuna para la banda debido a la afonía de Willy, su cantante, quien se disculpó irónicamente tras haber sonado un par de temas. El cansancio se dejaba notar en el grupo tras el concierto de Barcelona. Malas compañeras para un rock de garaje, unas pilas a medio gas.Â
De su disco publicado hace tres años “All Good Things“, destacó su hit “Sweet Love” con geniales toques de armónica, aunque lo mejor de su repertorio fue la presentación de su nuevo trabajo “Congo Tapes” (Houston Party), con temas como “You Can’t Do“, “Soap Tripe“, “Congo” o “The Hoot“. Al soltar humo en la sala, Willy bromeó con un “a ver si así lo arreglais”, buscando la empatía con el público, para suavizar las distracciones desafortunadas de la banda y algún que otro problema de sonido. Y así llegaron los últimos acordes, sonando más a alivio y a un necesitado descanso para la banda. Me quedo con la interesante mezcla de géneros. Base de rock garaje, a veces más surf, otras con toques country.
Sin mucha demora salieron los Black Lips, con cinco discos publicados, a pesar de ser más conocidos para muchos por escupir, mear y liarla de formas variopintas en los conciertos. Esta noche los chicos salían bastante más recatados. Llegan con “Arabian Mountain“, a punto de salir al mercado, y producido por Mark Ronson .
Enseguida sonaba “Family Tree” perteneciente a este último disco, el tercero con el sello Vice Records. Continuaron con uno de sus éxitos, “O Katrina” del álbum “Good Bad Not Evil” (2007) para euforia de los jóvenes que se aliaron sin pensarlo con pogos demoledores. Y es que el 80 por ciento del público no pasaba de los 25 años, y en la sala no había ni 150 personas. Sin duda fueron ellos los que animaron un panorama no demasiado alentador. Eso si, el grupo solventó los mismos problemas de sonido con improvisaciones y con más naturalidad que los españoles.
La banda cambió de tercio con “Hippie, Hippie, Horaah“, bajando así un poco el ritmo frenético de la noche. Entre tema y tema su desparpajo, muy bromistas y dialogantes, conectó con el público. Pero los de Atlanta desprenden por encima de todo una contagiosa adrenalina. Nadie quería desaprovecharla en un concierto que se parecía más a un pase privado. Para muchos, un lujo.
Con canciones que no superan en ocasiones los tres minutos, aquello era un continuo bombardeo de temas, llegando a tocar unas veinte canciones en toda la noche. Rescataron “Boomerang” del disco “Let it Bloom” (2005) y “Lock and Key” de nuevo del “Good Bad Not Evil“. De su segundo trabajo “We Did Not Know the Forest Spirit Made the Flowers Grow” (2004) sonó “Time of the Scab“, y de “200 Million Thousand” (2009) la conocida “Drugs“. Pero la recta final la marcó “Bad Kids“, para eclosión de los fans. Guitarras en la cabeza y batida de manos a las primeras filas, fue su marca de salida.
Reaparecieron con un “otra vez aquí” para tocar unos minutos más antes de que sus teloneros Fuckin’ Bollocks, como colofón, saliesen a escena a escupirles cerveza jocosamente. Se ve que los españoles no tienen tanta práctica, que hasta les quedó simpático pero no auténtico. A Jared Swilley no le importó que lo regasen y le faltó tiempo para agarrarse a una de esas cervezas. Entre risas y con despedida colectiva acabó un show que no mereció una sala tan desangelada. Â
Javier Amosa (Fotos) / Nadia Corbeira (Texto)
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