Tan variado como impecable en su programación, el ciclo de conciertos de los Veranos de la Villa madrileño contiene a grandes figuras en su imprescindible cartel. El día 6 de julio le tocó el turno al jazz fusionado con el soul, con el pop y con la soltura de unos músicos, que al mando del majestuoso George Benson, llenaron el recinto habilitado en la Casa de Campo de Madrid. En hora y cuarenta minutos este equipo de virtuosos hizo vibrar con ese tono atemporal a unos asistentes agradecidos a esas notas tan templadas como románticas y dulces del equipo que tenía pegado a sus retinas.
No todo lo suave tiene que ver con lo romántico, con lo cautivador y con lo dócil. Las notas pacíficas de un George Benson que apareció en escena con un negro tan serio como informal, nada tienen que ver con lo manido, lo rayado y con la copia. De hacerlo, lo realiza con tanta clase que parece salido naturalmente de su voz, sin haber nacido antes.
Sale a tocar y la guitarra se le pega a la mano, como si fuera la escoba a Harry Potter. Y vuela, vaya si vuela. Diecisiete primeros minutos sin abrir la boca para acompañar las notas de una primera parte del concierto orientada al jazz. Improvisando las notas más que sorprendiendo por el conjunto de los temas, sus cinco músicos pueden hacer alarde, por ejemplo, de un piano procaz, al que cede protagonismo en varios momentos su maestro de ceremonias, que se dedica en la mayor parte del acompañamiento a puntear su guitarra en los tonos más agudos. O seguir los caminos jazzísticos de su “frontman” con las dos guitarras, los teclados y la batería sin mostrar atisbo de vacilar.
Músicos que han tocado con Britney Spears, Barbra Streisand, su bajista con la cantante de funk Chaka Khan ó con Stevie Wonder; curriculum señorial que demuestra lo obvio que transmiten: el que sus canciones, realizadas de forma tan matemática como intachable, salgan así de resolutivas.
No parecen pesarle a George Benson los diez premios Grammy que lleva colgados a sus espaldas. Ni el revisitar con tanta clase su “Nothing´s gonna change my love for you”, veinticinco años después. O cambiar el ritmo en otro de sus grandes clásicos, “Turn you love around” para hacer que los primeros seguidores se levantaran de sus asientos. Llegados a esta segunda parte del concierto, con bases claramente más enfocadas a sus éxitos soul-pop, le bastó poco para justificar su categoría con autoridad, en temas de claras influencias ochenteras: “Give me the night” sonaba tanto a clásico que hacía sonreír a aquellos que la estaban esperando una hora antes. De igual manera, “In your eyes”, a pesar de que no la module como antaño, sigue teniendo el mismo temperamento que cuando se creó.
Tras el bis, se atrevió con una versión instrumental de The Beatles llevada a su terreno, por si alguien dudaba de que con lo clásico no se juega.
George Benson tiene tanta clase como soltura en el escenario, a pesar de no ser muy comunicativo con el público; aquel que añora los éxitos de un artista como quedan pocos. Clase, mucha y elegante clase.
Fotos: Raúl Ranz
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