Después de tantos años sin escuchar nada nuevo de este señor bien podría ser esta una buena oportunidad para decir algo sobre la banda que le hizo grande o sobre el tristemente desaparecido talento de su hermano. Sin embargo, este trabajo tiene fuerza por sí mismo para no echar mano del pasado y centrarnos así en la actualidad. No será difícil encontrar información sobre su carrera para quien tenga curiosidad y tiempo. Pues bien, tenemos aquí once versiones de blues, desde Memphis a Chicago, y un tema nuevo —Just Another Rider– escrito a medias con el tipo que le ayudó a reflotar los Allman Brothers a finales de los 80: Warren Haynes. Una pena que no haya tenido un hueco en el álbum. Compensa esta ausencia la banda que le acompaña: el inconmensurable Dr. John, que aporta ese sabor orleano, Doyle Bramhall II, un tipo con una interesante carrera en solitario, y una sólida y casi de otro tiempo sección rítmica formada por Dennis Crouch y Jay Bellerose. Este último, asiduo colaborador del gran Joe Henry. Por lo visto, fue el productor T Bone Burnett quien tuvo gran parte de culpa en la gestación de este trabajo. Una leyenda entre quienes deciden dedicarse a interpretar cualquier sonido de raíz americana y que también participó activamente en el éxito de la colaboración de Robert Plan y Alison Krauss.
Floating Bridge, de Sleepy John Estes, abre el disco y su sonido cavernoso, a madera y a cuerda poco tensada ya consigue hacer ver la intención clara de buscar un sonido antiguo para el conjunto, casi de pizarra. Un tema con ese aire rural y con una historia autobiográfica a sus espaldas muy curiosa. En esa línea agreste y apacible le sigue Devil Got Woman, el clásico de Skip James. Una auténtica muestra de valentía o insensatez, porque afrontar la interpretación de esta canción supone saber de antemano que va a ser imposible acercarse siquiera a la sensación que provoca escuchar la voz de Skip James, que parecía cantar desde otro tiempo, otro lugar. Seguro que a muchos se les ocurren numerosos nombres de bluesmen clásicos que podrían haber sido representados aquí, pero seguro todos coinciden en quien no puede faltar: Muddy Waters. Y Gregg Allman ha elegido uno de sus temas más representativos: I Can’t Be Satisfied. Con Blind Man, de Bobby ‘Blue’ Bland, se añade a los doce compases un toque soul y gospel muy del gusto del señor Allman, como ya demostró en su lejano Laid Back de 1973 o en Playin’ Up a Storm, de 1977. En este camino continúan Tears, Tears, Tears, de Amos Milburn, en ese boogie lento al que Dr. John se adapta perfectamente, y My Love Is Your Love, de Samuel Maghett, con unos magníficos coros femeninos. Checking On My Baby, de Otis Rush, nos devuelve a ese blues lento y de notas largas para cerrar con Rolling Stone, un tema tradicional.
El blues, de origen inconformista, crudo y casi siempre fuertemente apegado a la realidad, tiene ese carácter ancestral que parecer remover entrañas sin tener en consideración lugar de nacimiento ni color de piel. Por eso, actualmente su propia existencia planta cara a muchas de las convenciones y planteamientos de la música reciente. Y es que Gregg Allman no es un tipo joven ni guapo. Tampoco es capaz de realizar acrobáticas coreografías. Es un señor mayor, con tatuajes desgastados por el tiempo, arrugas en el rostro y una reciente convalecencia a cuestas. Un tipo que ha vivido lo necesario para saber perfectamente de que va todo esto y que además ha tenido el exquisito gusto de ceder todo el protagonismo a las canciones. Y eso no es muy habitual.
Gregg Allman — Low Country Blues en Spotify
Además hemos preparado una lista de Spotify con los temas originales y las versiones que aparecen en este disco.
Gregg Allman
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Texto: Juan Manuel Vilches