Menuda paradoja. En la carrera de Hardcore Superstar podemos separar sus tres primeros discos, llenos de rock con reminiscencias clásicas y sleazies, de los tres últimos, con un sonido mucho más duro. Este cambio les ha permitido llegar (y sustituir, visto lo visto) a un público heavy mucho más numeroso que el del estilo de sus inicios. La progresión ya se veía venir, con producciones cada vez más potentes adaptadas al oído del aficionado a los sonidos duros.
Abrieron los frenéticos Avatar, formación de metal que demostraron mucha actitud, pero cuyo sonido adoleció de ningún tipo de matiz donde apoyar tanta distorsión. Pocos minutos para una formación que mereció mejor suerte.
En hora escasa de actuación, los suecos mostraron un nivel altísimo, tanto musical como de comunión con el público. Adde no es el típico batería heavy y usa su instrumento a la manera clásica, al igual que el bajista. Con el cambio de guitarrista de hace casi dos años se han perdido matices funk, pero se ha ganado en pegada y el cantante Jocke lo bordó desde la primera canción hasta la última.
Las que más éxito tuvieron fueron la acedeciana Blood On Me y las añejas Bad Reputation y We Don’t Celebrate Sundays. Es curioso que sean los temas que más entroncan con el pasado de la banda, esos que te hacen mover la cadera y no la cabeza, los favoritos indiscutibles. Más curioso es que borraran de su, ya de por si corto, set list temas como Shame o Someone Special, se demostró que son de las que prefiere el público.
Menuda paradoja.
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