Qué sería de Metallica sin el estilo de sílabas arrastradas que James Hetfield patentó hace años y que ha tenido multitud de imitadores; cómo hubiera sonado Pantera sin la agresividad de Phil Anselmo o, Motorhead sin el áspero registro de Lemmy.
A través de las historia, hemos podido comprobar asombrados cómo algunos “voceadores” que parecía iban a perpetuarse junto a sus compañeros decidieron buscarse la vida por su cuenta o, en determinadas coyunturas, obligados a seguir otros rumbos.
Es una decisión arriesgada que, generalmente, causa expectativa mediática, pero suele terminar en decepción. Hay casos de vocalistas muy influyentes en sus respectivas bandas que se lanzaron al estrellato por su cuenta y riesgo y terminaron estrellándose, o cuando menos, no lograron despertar en solitario el interés conseguido junto a su banda.
En esta serié de artículos vamos a hablar de esos vocalistas que quisieron probar otras alternativas y de los que se vieron forzados a hacerlo. También profundizaremos sobre sus sustitutos, así como de los vocalistas “trotamundos”, los inamovibles y los que abandonaron este mundo dejando al grupo en la estacada y con un futuro incierto.
De entre las diversas situaciones habidas, hemos escogido algunas de las más representativas, siendo conscientes de que el tema es tan extenso que abarcarlo todo es una tarea complicada.
En primer lugar hablaremos de los cantantes que habiendo alcanzado un amplio reconocimiento a nivel mundial con su grupo, tuvieron la necesidad de iniciar una carrera en solitario. Sin duda los casos más relevantes son los de Bruce Dickinson de Iron Maiden y Rob Halford de Judas Priest.
BRUCE DICKINSON
Nadie hubiera podido imaginarse a Iron Maiden sin Bruce Dickinson; pero el vocalista apostó por esta opción ante la absoluta conmoción de los seguidores de la banda británica. Después de 12 años (1981-1993), abandonaba a su “dama de hierro” para “flirtear” por otros caminos menos encorsetados en el estilo adquirido por su anterior banda.
Lo cierto es que el vitalista Bruce fue sintiendo la necesidad de hacer cosas nuevas, mientras se cansaba de los esquemas que Steve Harris dictaba para Iron Maiden. Tattooed Millonaire, su primer “desliz” en solitario, publicado en 1990 estando todavía con el grupo, pasó sin hacer “demasiado ruido”
Ayudado a la guitarra por Janick Gers, quien luego pasaría a formar parte de Iron Maiden, fue un trabajo excesivamente sobrio que acabó absorbido por el torbellino diabólico de Eddie y sus progenitores. A Bruce, no le quedó más remedio que “volver a acostarse” con la “doncella”, aunque la relación fue más bien “de hierro” que amorosa. Finalmente, un Bruce aburrido de su situación decidió dar el “do de pecho”, tiró por la borda un expediente casi sagrado y un futuro libre de apretujones económicos para dirigir su barco hacia rumbos desconocidos.
Sin Gers en la guitarra y con la intención de romper totalmente con el pasado, publicó Balls To Picasso (1994), en el que Roy Z comenzó una colaboración que con el tiempo resultaría beneficiosa. Sin embargo el contenido del disco, demasiado intimista, no atrajo a muchos de sus antiguos fans, las ventas no fueron suficientes y la discográfica Epic le dio la “carta de libertad”. Para tratar de recuperarse, editó un doble CD en directo, Alive In Studio A, conteniendo temas de sus dos trabajos a modo de fin de etapa. No se puede decir que las cosas le fueran bien hasta ese momento. Por eso, en su siguiente grabación tuvo que “bajarse los pantalones” y reactivar parámetros más heavys, acercándose a su renegado pasado. Skunkworks (1996), con nuevo cambio de guitarrista (el escasamente conocido Alex Dickson), no contribuyó significativamente al despegue de su carrera como solista. Las oportunidades se terminaban y mientras su futuro no estaba muy claro, Iron Maiden, sin tener el éxito de otras épocas, había ya alcanzado el estatus de banda mítica y el reconocimiento como una de las más importantes de la historia.
Pero, el “amigo” Bruce no estaba dispuesto a desesperarse y realizó un nuevo intento para demostrar sus cualidades compositivas. Volvió a llamar a Roy Z, además de reclutar a su colega Adrian Smith, también alejado de “mamá Maiden” por aquellos años, y lanzó Accident Of Birth (1997), un álbum en el que apostaba por sus registros vocales más reconocidos, lo que, unido a unas canciones más inspiradas, le supuso un mayor reconocimiento por parte de crítica y seguidores. Un año después repitió fórmula con Roy y Adrian para publicar The Chemical Wedding (1998). Disco que, en cierta forma, tenía lazos subyacentes con su etapa en en el grupo. No es de extrañar que consiguiese llamar mucho más la atención que sus anteriores discos y que provocase la oportunidad de realizar una gira que incluso aterrizó en Brasil y de cuya estancia dejó testimonio el directo Scream For Me Brazil (1999), que contó con la misma formación de los dos últimos álbumes en estudio: Bruce, Roy, Adrian, Eddie Cassillas (bajo) y Dave Ingraham (batería).
Ese mismo año, Bruce decidió que era momento de volver al redil y propuso su retorno a Iron Maiden, a lo que finalmente accedió Steve Harris, no sin antes celebrar una reunión con el resto de componentes (también se produjo la reincorporación de Adrian Smith). En definitiva, a Bruce se le perdonó su rebeldía y como es de dominio público, la situación derivó hacia una completa concordia. Tanto así que, incluso, el vocalista editó un nuevo álbum en solitario en 2005 junto al ya inseparable Roy Z, además de Ray Burke (bajo) y David Moreno (batería), Tyranny Of Souls, que resultó su obra más metálica, con un sonido moderno y compacto.
¿Logró Bruce Dickinson sus objetivos?, posiblemente sí, a nivel personal. Quiso experimentar cosas nuevas y lo consiguió. En el aspecto creativo habría que pactar un trayecto de altibajos, mientras que en lo que respecta al éxito comercial se quedó en un término medio que de ninguna manera alcanzó la popularidad adquirida con Iron Maiden.
¿Volvió sobre sus pasos para sentirse de nuevo como uno de los vocalistas más importantes del heavy metal?, ¿por haber satisfecho sus deseos? o, ¿por necesidad mutua? Son interrogantes que seguramente nunca se revelarán. Una cosa es cierta, su salida provocó un rencor que con el tiempo parece haber sido olvidado.
¿Se resintió Iron Maiden de la marcha de su cantante? Bastará mencionar que durante su ausencia los ingleses produjeron dos álbumes en 6 años, quizá los más oscuros de toda su trayectoria: The X Factor y Virtual XI, en los que bajaron su nivel de creatividad. Además de tener que amoldarse a un nuevo vocalista hay que añadir que su eclosión como banda se había producido en la década de los 80 y, en los 90, las ideas ya no eran tan frescas.
Próxima entrega: Rob Halford, Phil Anselmo…
POR LOCKY PEREZ
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Amigo creo que la historia esta un poco alterada... A Bruce le propusieron volver por la evidente ineficiencia de Blaze Bayley... Nunca olvides eso...