La banda granadina sigue marcando con luz propia, un destino que le aleja del resto de coetáneos. Siempre soñé saber sobre Nadie negó nunca nada (Kaiowas) es su nuevo disco, en el que vuelven a unir con maestría rock, metal y una poesía honda, profunda, la de los textos del cantante Aitor Velázquez, uno de los mejores letristas del país, y más crípticos: “Sobre el título, cuatro eses, cuatro enes. Afirmación y negación. En realidad no es nada rebuscado, el significado está ahí mismo”, comentan:
“Meter la poesía en estribillos nunca se antoja sencillo. Otro cosa sería si en los temas nos cagáramos en la virgen y en los santos, cosa que en privado hacemos con frecuencia pero que nunca hemos llevado a las canciones. En serio, no se pretende insuflar mensajes de ningún tipo. Las canciones vienen por un lado, la poesía por otro. En la forma de unirlas es donde reside la esencia de cada disco y creo que con este hemos trabajado con la suficiente claridad, tiempo y dedicación para llegar a un resultado más homogéneo. Más cercano a lo que teníamos en la cabeza”.
Sobre la densidad del disco que obliga a trabajar mucho al seguidor, “¡Pues claro, estaría bien que trabajáramos solo nosotros!”, exclaman. “Este es el más redondo de Hora Zulú. Es rimbombante este término, pero es quizá el más adecuado. Todos los discos son como cualquier creación que esbozas, trazas, terminas y observas. A los 10 segundos de concluirla ya le estás sacando defectos, pero es posible que este disco sea el que más nos ha gustado, en general. O al que menos defectos le hemos sacado”, señalan mientras hablan del estilo, más continuista de los últimos trabajos, Querer Creer, creer querer (08) y El que la lleva la entiende (06): “Fue un disco muy profundo. Quizá con un toque oscuro. Pero con una intención y seriedad que no tenían los dos primeros. Sin pretenderlo, quizá hemos sido continuadores de nuestras propias canciones, o de las propias historias, pero cada disco tiene algo propio y suyo que no posee el anterior. Querer Creer fue el disco de las prisas, y este último, todo lo contrario. Quizá lleven sentimientos parecidos pero para nosotros hay una diferencia abismal entre los dos álbumes”.
Llevan 12 años con la misma formación, “y curiosamente puede que ahora nos llevemos mejor que entonces. No hay muchas bandas que puedan decir eso. Me duele la boca de decirlo (02) fue un acelerón que no buscábamos, pero creemos que estábamos preparados para ello. En este tiempo nos ha caído de todo. Penas y alegrías casi a partes iguales, pero sobre todo la sensación contínua de estar haciendo algo que nos gusta y eso es lo importante”. El 12 de mayo les veremos en la sala Arena.