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Interpol se ganó este año en Galicia la medalla de grupo más esperado, al agotar sus entradas en un par de horas desde que salieron a la venta, para su actuación en la Sala Capitol de Santiago. Bien es cierto que era su primera vez aquí y bien es cierto que no todos los días caen grupos de renombre en el panorama musical actual por estas tierras. Trenes que no se pueden perder, pero esta vez las plazas eran demasiado limitadas para la demanda.
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Eso provocó que en la reventa se llegase a cuadruplicar el precio original de 25 euros, que incluía artista invitado, o eso ponía la entrada. No se volvió a saber nada de este misterioso telonero. Seguramente una vez más, con todo agotado, el Xacobeo prefirió ahorrarse las molestias, siguiendo la estela de capítulos recientes conocidos por todos. La emoción de los seguidores por ver a Interpol hizo que pasase más desapercibido un nuevo engaño al público.
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Al desaparecer esta primera actuación los neoyorquinos aparecían en escena pasados pocos minutos de las diez de la noche. Ambiente inmejorable, fuerte expectación y unas condiciones exquisitas. La buena acústica de Capitol y su justo aforo suponen un lujo para presenciar a bandas de nivel. Y es que no todos los días se puede disfrutar a pocos metros de Paul Banks y su banda, con toda tranquilidad y con todo lujo de detalles.
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“Success” fue el éxito escogido para abrir repertorio, perteneciente a su último trabajo homónimo publicado este año, bastante más flojo que los anteriores. A esos magníficos orígenes volvieron al empatar con “C’Emere”, “Leif Erikson” y “Say Hello to the Angels”, estas dos últimas de su primer disco “Turn on the Bright Lights” (2002). Y ángeles eran ya para muchos a esas alturas, porque nadie quería desaprovechar la oportunidad de que esa noche dejase huella.
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Su puesta en escena no tiene mucho. Pocas palabras, luces bajas y cierto humo siempre presente. Elementos que ningún favor hicieron a los gráficos pero con los que crean su atmósfera intimista que en esta sala lograron a la perfección. Paul Banks se ganó a unos cuantos practicando español con saludos, agradecimientos e incluso presentaciones de temas. No es que haya dado unas lecciones rápidas para meternos en el bolsillo, es que sus estancias en México y España han hecho que se defienda más que bien.
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Rescataron “Rest My Chemistry” de su “Our Love to Admire” (2007), disco que dejaron totalmente aparcado con sólo este recuerdo. Un par de temas más hubiesen alargado un show de escasa hora y media que se hizo muy justo. Siguieron las recientes “Summer Well” y “Barricade”, esta última con menos fuerza en directo, cuando esperaba que sonase de las mejores del nuevo trabajo. Curiosamente, algunos jóvenes enloquecían más escuchando estos temas más recientes que sus clásicos. Quizás no han vivido con tanta intensidad los primeros años de los neoyorquinos, sin duda lo mejor de su trayectoria.Â
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Demasiado estáticos sobre el escenario y con pocas ganas de mover al personal, fueron las críticas que escuché más próximas. Pero Interpol no son un grupo de baile y los que lo siguen no esperaban otra cosa, incluso superaron expectativas. Menos fríos y más cómplices que en los conciertos de masas. Si hubiese concurso, la corona al más animado sería para el guitarrista Daniel Kessler, el único que se movió algo a lo largo del escenario. Pero personalmente me quedo con la actuación del bajista David Pajo, conocido por tocar con Tortoise o Yeah Yeah Yeahs, y sustituto reciente de Carlos Dengler, con el que todavía grabaron su último disco. El primer momento álgido llegaba de la mano de “Hands Away”, “Evil” y “Narc”, estas dos últimas de su segundo trabajo “Antics” (2004), haciendo entrar en trance a la mayoría de sus seguidores. Y lo bordaron. Â
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Del mismo álbum recogieron “Take You on a Cruise” y “Not Even Jail” junto a “Lights” y “Obstacle 1” para cerrar de la mejor manera ante unos devotos fieles que sabían que quedaba un bocado más de su plato favorito. Como anécdota, Paul no se debe a la cerveza, ni al whisky, si no al té. Cualquiera diría que es inglés, y más cuando tantas y tantas veces se le ha comparado con el inigualable Ian Curtis de Joy Division.
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Se agradeció después de tanto festival asistir a una sala más pequeña para recuperar ese ambiente íntimo y cercano con los artistas. Y más si se trata de bandas de nivel, demasiado acostumbradas en los últimos años a dejarse caer en festivales, que tienen sus ventajas pero también muchos inconvenientes, y olvidándose de ofrecer conciertos más elegantes, cercanos y cómplices.
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Con un cigarillo en la boca reaparecía Paul Banks para cantar un par de canciones obligadas y agitar por última vez a una sala a reventar. Y lo consiguieron con “Slow Hands” y “PDA”, dos de sus mejores temas. Imposible recibir el otoño de mejor manera en Santiago. Semana musical de lujo que empezaba el lunes con Young Fresh Fellows y Mudhoney, para terminar el viernes con Interpol. Sin duda, dos de los mejores conciertos que ha ofrecido este Xacobeo hasta el momento. Esperemos que todavía nos quede alguna grata sorpresa en la recta final.
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Texto: Â Nadia Corbeira / Fotos:Â Javier Amosa
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