Algo se está cociendo en el sur. Desde hace ya un tiempo no dejamos de asistir al nacimiento de nuevas bandas, proyectos y sellos que vienen de la capital andaluza y Jacob es probablemente una de sus más recientes piezas angulares. La banda nace de la unión de Marco Serrato, de Orthodox, y David Cordero, de los extintos Úrsula, quienes colaboraron por primera vez en la banda sonora de la película Seis puntos sobre Emma. Cualquiera sabe que se les pasó por la cabeza cuando se plantearon un trabajo como este, aunque quizá fuera la búsqueda de una mezcla de sus anteriores y diferentes formas de acercamiento a una música experimental, lenta y oscura. Aunque, eso sí, la mejor forma de hacerse una idea es echarle un vistazo a la playlist de la propia banda.
El álbum, de apenas cuarenta minutos, se compone de dos temas, The Ominous y The Ladder, The Angel, The Whore, ambos divididos en tres movimientos. La apertura con la primera parte de The Ominous nos pone en el camino con una cruda introducción de contrabajo, a medio camino entre la experimentación de The Mount Fuji Doomjazz Corporation o Keiji Haino y el free jazz, para más adelante incorporar todo tipo de ruidos y sonidos desasosegantes. En el segundo y tercer movimiento entramos ya en terrenos más ambientales, con un mayor despliegue de atmósferas amenazadoras y siniestras.
Como no podía ser de otra forma dado el nombre de esta formación, las tres partes de The Ladder, The Angel, The Whore hacen referencia a la escalera de Jacob, aquella por la que los ángeles iban y venían del cielo, y a la prostituta del Apocalipsis, sobre cuyo significado aún hay gran variedad de interpretaciones. En The Ladder tenemos la oportunidad de escuchar el contrabajo tocado esta vez con el arco y con ciertos y minúsculos toques de música religiosa, mientras que The Angel nos da algo de tregua, en una especie de falso remanso de paz entre tanta inquietud y desazón. Así, llegamos al clímax final de The Whore, coronado por un canto primitivo que acaba desapareciendo, liberando de alguna forma al oyente de la experiencia.
El trance por el que Jacob nos hacen pasar es incómodo, extenuante, plagado de detalles que requieren toda nuestra atención. Y quizá sea ese uno de los mayores aciertos de estos dos arriesgados andaluces: azuzar al oyente inconformista, plantearle retos y dirigiéndose tanto a su capacidad intelectual como a sus entrañas. Habrá que estar atentos a su próximo experimento que, visto y oído este primero, bien podría ser de la mano de algún avispado productor que quiera hacer un buen remake de Vampyr o Nosferatu.
Texto: Juan Manuel Vilches
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