El “brit-pop” fue aquel cacareado movimiento, arrogante e insolente, que nos dio grandes momentos y muchos más aullidos, en la década de los noventa. Como T-Rex, The Beatles, The Who, The Kinks o The Jam no tenían gana alguna de moverse y romper sus guitarras contra nadie, la cosa quedó en un empujón, cuyos puñetazos más temibles se iban repartiendo entre pelearse de cuál era mejor: si el excelente “Parklife” de Blur o el no menos notable “Definitely maybe” de Oasis; aunque si estos últimos hubiesen bajado un pelín el volumen de las guitarras, este álbum hubiera quedado impecable.
Mientras Oasis vendían con “Morning glory” la nada desdeñable cifra de 3.260.000 copias en el período 1995-96 en el mercado estadounidense, muchos seguían llorando por la disolución de The Stone Roses, a los que han implorado como padres indiscutibles de todos estos hijos de la tradición ideológica y estética británica, aderezados por una indulgencia a veces desorbitada.
Afianzadas en la soberbia, destacaron por su indiscutible calidad, obras maestras del calibre de “Different class” y “This is hardcore” de Pulp. El citado “Parklife” de Blur ó el primer disco homónimo de Suede y su posterior canto de cisne “Dogmanstar“. De Oasis, a partir de su segundo disco, se salvaron canciones sueltas. Asimismo, se encuentran temas divertidos en discos de The Lightning seeds, con un letrista excelente, Ian Broudie (divertidísima su “Sugar coated iceberg“), alguna otra de Dodgy (“In a room“, por ejemplo), Ash, Echobelly ó Ride, entre otros muchos. ¡Ah!, y muchas otras de los infravalorados Supergrass.
De entre sus supervivientes, Brett Anderson, ex líder de Suede y Jarvis Cocker, ex de Pulp, son sus abanderados más importantes. Y todos les miran de reojo, guillotina en mano, por si sus titubeos son signos de cansancio de un tiempo pasado que lastra la condescendencia de aclimatarse a una moda finiquitada.
En el caso del recién publicado “Further complications“, se podría decir, resumiendo, que es bastante mejor que su anterior y primer disco en solitario; aunque muchos siempre esperamos más de un disco de estudio del hombre de las gafas de pasta con más clase del planeta rock europeo.
Presenta, con su single de adelanto, “Angela“, una declaración de principios contagiosa y casi brillante, donde se acerca al “glam-rock“, pero sin el carácter tan aplastante que aparecía en el “Party hard” (¿dónde estás Bowie?) de “This is hardcore“. También, en sus baladas (sin llegar a las cumbres estilísticas del Pulp de “Dishes” ó “Help the aged“), como “I never said I was deep“, todavía conserva la ironía y la teatralidad de un “crooner” taciturno. Reproduce sus riffs de guitarra en la más que apreciable “Fuckingsong” y juega con la instrumentalización en “Homewrecker!“. Más narrando que cantando, algo característico en su estilo, plasma en “Leftovers” la mejor sonata que de este “songwriter” se puede esperar; y a pesar de que se acelere demasiado en otras (“Caucasian blues“), se le perdonan los resbalones si pensamos que puede mejorarlo en su directo (lo podrán ver aquellos que se acerquen al Primavera Sound barcelonés), donde caeremos rendidos a su “savoir faire”.
En definitiva, un disco aceptable de este virtuoso del pop, del que si bien esperamos nos regale un álbum definitivo, aguardamos el cómo defenderá estas canciones frente a sus seguidores; los de Pulp y aquellos que dejan de añorar los tiempos pasados. Que igual, por eso, Jarvis Cocker se ha dejado barba…
Texto: Ángel Del Olmo
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