La primera vez que Joe Bonamassa tocó en Madrid lo hizo delante de una medio vacía sala Caracol y la verdad es que el resultado de aquel concierto no dejó contento a la mayoría del respetable que allí se congregó. Tres años después uno se metía en la sala Heineken de Madrid sin dejar de asombrarse por la cola de espectadores que había para entrar en la sala y es que el público de este artista norteamericano ha crecido mucho en este tiempo, de hecho si valoramos los tres conciertos que ha dado aquí en Madrid (el segundo hace apenas 7 meses en la misma sala Heineken), los fans del tito Joe han crecido proporcionalmente con la calidad de los espectáculos de su banda. De menos a más, como las buenas canciones, cosa que no deja de sorprender ya que su espectáculo es casi calcado al de hace tres años.
Primera parte adentrándose de lleno en el rock duro, esta vez con la canción que abre su último LP, The ballad of John Henry, siguiendo con algún clásico del Blues y del Rythm and Blues como Further on up the road, tema que presentó con la orgullosísima frase de “esta canción la toqué con Eric Clapton, ¿mola eh?”. Pues sí que mola Joe, pero también es cierto que si para tocar con Eric Clapton hay que tocar la guitarra como tú el resto de guitarristas del planeta se pueden ir olvidando y digo esto porque el señor Bonamassa es un auténtico elegido en esto de tocar las seis cuerdas. Al fin y al cabo esto es el proyecto de un guitarrista, los temas están enfocados al solo de guitarra, la banda toca exclusivamente para el lucimiento del guitarrista y las composiciones, sin los solos de guitarra de Joe, en su mayoría serían poco más que decentes. No aportan nada, es él quien aporta algo cuando hace rugir su guitarra. Es un auténtico sobrado de la técnica, una técnica que enfoca en el blues y en el hard rock principalmente y que usa torrencialmente, de hecho, quizá le sobren notas en muchos de sus solos, porque no es todo técnica en él, cuando se calma y toca despacito o cuando hace subir una nota durante unos segundos el “feeling” del guitarrista también es evidente.
Aún así el énfasis del concierto es la habilidad de Bonamassa con una guitarra en todas sus vertientes, con una guitarra de doble mástil, con el slide, con efectos como un theremin y con su ya clásico parón en mitad del concierto para dejarnos a todos embobados de lo que se puede hacer con un guitarra acústica, esta vez, aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, incluso se atrevió a probar con un poquito de flamenco pero guitarristas de ese palo aquí en España tenemos los mejores del mundo y se pudo escuchar entre el público alguno que gritaba “Déjalo ya y tócate un blues tronco¡”…y se lo tocó, espectacular de nuevo con la acústica, momento del concierto da fin a los medio tempos y se adentra de nuevo en el blues y el rock para terminar la faena con el ya clásico de su espectáculo Dazed and Confused de Led Zeppelín, interpretado esta vez con una Gibson Flying V en lugar de con una de sus innumerables Les Pauls.
Tras el parón obligado, un único bis da por terminado el concierto, el tercero en Madrid de un artista que, como decíamos, tiene una trayectoria absolutamente ascendente, es ya uno de los mejores guitarristas del mundo, su show es capaz de convencer hasta a los más reacios a su música (yo era uno de ellos) y puede incluso que alguna de sus canciones nos empiecen a parecer muy buenos temas. Veredicto: Habrá cuarto concierto en Madrid y allí estaremos.
Crónica realizada por: Miguel Ángel Ariza
Fotos: Pointer