Jorge Drexler — Teatro Arteria Coliseum (Madrid) — 2/04/2011


“Drexler conquista Madrid en el Arteria Coliseum”

Drexler salió al escenario del teatro Coliseum para presentar su último disco Amar la trama y, desde la primera canción ‘Todos a sus puestos‘, demostró una vez más que entre él y su público sólo priman las distancias cortas.

La maestría del uruguayo en transmitir con la cercanía y la calidez de quien comparte canciones en su casa con amigos y no en un teatro abarrotado, se desplegó en un recorrido de dos horas y media por su discografía, con una nueva formación a la medida de su último trabajo.

Cómplice en todo momento de la sabiduría de Drexler para combinar lo intimista con lo espectacular, es su banda de siete músicos, en la que brilla la singularidad del batería getxotarra Borja Barrueta. Junto a él Huma en el bajo y ukelele sustituyendo al habitual Matías Cella, Roque Albero (trompeta), Santiago Cañada (trombón), Fabrizio Scarafile (saxo) y los multi instrumentistas Carlos Campón y Sebastián Merlín.

Con ‘Mi guitarra y vos‘ o la reivindicativa ‘Disneylandia‘, dos títulos indispensables en sus conciertos, se comprueba cómo Drexler ha tenido el acierto de arreglar canciones de su antiguo repertorio hasta convertirlas en prácticamente nuevas. Todo gracias a la instrumentación orgánica, en especial a los vientos, en temas que antes dependían en gran medida de la electrónica.

También en ‘Disneylandia‘, la iluminación es protagonista junto a la voz de su hijo Pablo lanzada desde el sampler. Un fondo naranja que recorta sus siluetas es suficiente para conseguir la espectacularidad en la puesta en escena que, acorde con el concepto del show, no resulta nada pretenciosa.

La llegada de ‘Aquellos tiempos‘ al compás de la marimba tocada a seis manos por los que Drexler bautizó sus “Marinboys”, sucedió a uno de los momentos más emotivos de la noche: ‘Noctiluca‘, tema dedicado a Luca, el hijo que tiene con la cantante y actriz Leonor Watling. Perfecta muestra de una poética fruto de la sensibilidad y el ingenio de una mirada propia que, gracias a la inquietud y al trabajo cuidado, no cae en ningún momento en sensiblería.

Tiempo de tango y de milonga con ‘Se va, se va, se fue‘ donde Campón, especialista en instrumentos poco usuales como el theremin, puso un toque de melancolía tocando magistralmente el serrucho. Sin duda un problema a la hora de pasar controles en aeropuertos, pero todo un privilegio del que rara vez se puede disfrutar en una formación en directo.

Y como todo buen anfitrión, Drexler, del que nos olvidamos por un instante que ha ganado un Oscar, de sus nominaciones a los Grammy latinos, o su reciente actuación en el Carnegie Hall, se queda un rato a solas con sus invitados para conversar y darles voz. Tanto en forma de peticiones que cumplió con ‘Hermana duda‘ y ‘Que el soneto nos pille por sorpresa‘, canción ganadora en la pasada edición de los Goya; como también con invitaciones a cantar con él o tocar las palmas. Eso sí, advierte de la dificultad para seguir la rítmica de algunos de sus temas: “Mejor con el chasquido de los dedos”

Una sorpresa para los asistentes fue la aparición del brasileño Vicente Ramil, al que Drexler presentó como “el compositor favorito de su generación”. Con él compartió un par de duetos que trasladaron al auditorio a la tierra brasileira, lugar que siempre visita para presentar sus trabajos.

Demostró que en directo sabe incorporar con naturalidad cualquier circunstancia favorable. Desde la generosidad con la que trata a sus músicos, hasta el aprovechamiento de la acústica del Coliseum, gracias a la cual regaló uno de los momentos más inspirados de la velada, al cantar casi a viva voz sólo con la ayuda de su guitarra. No le hace falta más para levantar de sus butacas a todo el teatro.

Así despidió el público a Drexler y su banda después de interpretar ‘Todo se transforma‘. Pero la marcha no iba a ser tarea fácil. Todo el mundo de pie, en cuerpo y alma, les obligó a salir en dos ocasiones más.

La última canción, su particular versión de ‘Volando voy‘, toda una declaración de intenciones. Despedida con una gran ovación a la altura de un gran artista.

El cancionista, como le gusta llamarse, demuestra una vez más que es un cantautor despierto. Llega a la sencillez después de recorrer muchos vericuetos, capaz de combinar bossa nova, pop, electrónica o arreglos de jazz con melodías tradicionales de su tierra. Su inconformismo le otorga un valor añadido a su talento y le convierte en un referente en el panorama musical. Drexler no tiene que demostrar nada a nadie, sólo lo que él quiera demostrarse a sí mismo.


Texto: E.P.I.

Foto: www.jorgedrexler.com
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