La nueva visita de José James a la capital llegó impregnada del soul de Erikah Badu. El polifacético cantante editó a principios de año el disco On & On, un homenaje a una de las voces más revolucionarias de finales del siglo pasado y principios de este. Siete canciones en las que -como pasó en sus discos anteriores con temas de Billie Holiday y Bill Withers- el de Minnesota no pierde su personalidad en ningún momento. Si acaso añade una esencia más a su colección de fragancias sonoras.
En un Teatro Pavón con todas las entradas vendidas James apareció con túnica, capucha y un mechón blanco en su siempre cambiante estilismo capilar. Lo que no varía un ápice es su voz. ¡Qué voz!. Una voz cálida que reconforta incluso en este otoño desconcertante que vivimos. No se guarda ningún hit para el final e interpretan el disco en el mismo orden, así que nos encontramos con los clásicos ‘On & On’ y ‘Didn’t Cha Know’ nada más sentarnos en la butaca.
El registro y el carácter vocal de James nos evoca a los grandes crooners del jazz, con fraseos y melismas propios del género, pero según avanzan las canciones el barítono modifica su estilo para ofrecer sus vertientes más soul o hip-hop. Los cambios son fácilmente perceptibles, en ocasiones silabea de forma cortante a la manera reggae, en otras cambia su actitud claramente cuando lo hace el groove instrumental (como en la arrebatadora continuación de ‘… & On’), pero lo mejor llega cuando imita scratches usando su propia voz mientras con su mano parece manejar el plato. Un desvarío maravilloso que fusiona el scat de Ella Fitzgerald y el scratch de los inicios del hip-hop. Historia de la música en directo, ¡viva el vinilo!
La banda que le acompaña logra navegar los diferentes motivos que el líder ha decidido plasmar en cada versión. Josh Hari al bajo modifica el groove con precisa sutileza, y nuestra cadera le sigue sin remedio. Chad Selph -con cinta en la cabeza- se multiplexa en piano, teclados y sintetizadores, con los que plasma amplios desarrollos afrofuturistas mientras James pasea alrededor de la banda con las manos en los bolsillos, como si fuera una performance. También empuñaría su móvil para grabar partes del show, como algunos solos del baterista Jharis Yokley, maestro de ritmos endiablados de los que desatan interjecciones de sorpresa en la concurrencia, incluida la más curtida.
“Elton John o Freddie Mercury son músicos increíbles, pero muchas veces dejamos de lado las habilidades humanas de los artistas. Erikah Badu empezó como poeta y leía sus poemas en cafés de New York”. El homenaje no fue únicamente musical, José detalló su relación con el arte de Badu, a la que no ha podido conocer en persona. “Es la escritora más innovadora, sensible y dinámica”. Su entusiasmo crecía por momentos “¿Puede un cantante de jazz cantar otro estilo? Esa siempre fue mi pregunta”, y la respuesta se la dio la artista homenajeada, que, partiendo del jazz, siempre estuvo en otros estilos: soul, hip-hop, r&b, gospel… “El jazz no sólo es interpretación, también es mirar hacia el futuro” apostilló para cerrar agradeciendo lo vivido: “Los actores -alguno habrá aquí hoy- lo saben, al final las palabras que interpretas acaban siendo tus palabras. Está siendo una gran experiencia”
Los temas se suceden con destreza jazzera: ‘Green Eyes’ nos acercó un poco más la navidad, con James en modo crooner absoluto y una brillante exhibición vocal de agudos. ‘The Healer’ se sostiene sobre unos teclados a modo de base de hip-hop, y el cantante se transforma por momentos en un rapero que acompaña sus espídicos mensajes con vehementes gestos con su mano derecha. Como él mismo expresó, está “ready for revolution”, una revolución en la que reinterpretan la producción de Madlib del tema original en una experiencia orgánica donde todo lo que suena es ejecutado por un humano.
También aprovechó para anunciar que en abril saldrá su próximo disco 38th & Chicago. “Es lo más personal que he hecho nunca, es mi viaje como hombre en estos largos (risas) 45 años”. El título del álbum es la intersección de calles donde asesinaron a George Floyd en mayo de 2020. “Es un lugar que está a pocas manzanas de donde vivía mi madre” concretó el Minnesotano. También reveló que el próximo álbum de su discográfica Rainbow Blonde Records será el del batería Yokley, un músico que durante todo el concierto “desafió” al teclista con ritmos en respuesta a sus melodías y que, de vez en cuando, sonreía pícaro, divertido con su propia actuación. Todos los jugones sonríen igual.
Siguió la música y dedicó un tema a las mujeres de la sala “Gone Baby, Don’t Be Long”, mencionó a Marvin Gaye en un final inspirado en él y ofreció como ‘deep cut’ para fans ‘Out My Mind, Just In Time’, un tema relativamente escondido dentro de la discografía de la tejana. Este concierto del ciclo Villanos del Jazz se cerró con el bis de ‘Come To My Door’ y ‘Trouble’, primeros éxitos del cantante que han cumplido ya una década.
José James fue tremendamente didáctico y ameno. Insistió en explicar cómo le gusta “conectar los puntos” entre las diferentes músicas. “Yo descubrí el jazz a través del hip hop. Escuchaba Ice Cube o Cypress Hill pero no sabía que eso era jazz”. Quién le iba a decir a José James que 30 años después ejecutaría brillantemente el proceso inverso: la deconstrucción de loops y samples con una banda de jazz.
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Muy interesante, sin duda un concierto memorable.