Josh Rouse — Sala Joy Eslava (Madrid) 4/03/2010 — El exceso de vitamina C

Desde que vive en Valencia, en la costa mediterránea, Josh Rouse ha ganado en alegría y se le nota en su carácter risueño, jovial y pletórico. También ha ganado en sonoridades y en texturas musical, conjugando diversas tradiciones musicales, haciendo siempre hincapié en su lado de songwriter, de compositor con marca propia, con deje por el folk mezclado con otras sonoridades. A pesar de que su español es de gran nivel es una pena que recurra a nuestro idioma, teniendo sus canciones tanto peso en las estructuras y la tradición anglosajona y dada su gran dicción en inglés. Y es que su último disco ‘El turista’ (Bedroom Classics, 2010) contiene cuatro temas cantados completamente en español y chirría, aunque musicalmente presume de tener mucha clase porque tiene mucho de sonidos cubanos, de atmósferas brasileñas, de dream pop y de regusto clásico. Destacan temas como “Cotton eye Joe”, “Sweet Eliane”, incluso “Lemon tree”. En “Mesie Julian” su voz suena como Albert Pla y le da al cha cha chá. “Valencia” tiene ritmo pero el acento de güiri con deje andaluz no se lo quita nadie y parece que hay más del buenrollismo mestizo que del Rouse de toda la vida. Y en directo ‘El turista’ funciona a medias, a pesar del toque de algún banjo o guitarrón.

Rouse se acompaña de una banda de excepción (entre ellos Raül Fernández, a.k.a Refree, a los teclados). Y suena rico en matices pero le falta fuelle, se vuelve un trovador atemporal con sustancia pero que ha perdido su toque distintivo, repleto de folk de todos los tiempos, de matices soul y de la chispa pop. Por eso su concierto pecó de sonar blando, brillaba y sobresalía cuando recuperaba temas de ‘Subtítulo’ (Bedroom Classics, 2006) como “Summertime”, “Quiet town” y ‘1972′ (Rykodisc, 2003) “James”, “Flight attendant”. Los muy fans disfrutaban con todo pero el resto de público sólo resurgía especialmente con los temas más antiguos, con ese leve soul y folk sui generis que le ha caracterizado. Para los bises sorprendió a pelo con “Come back”, “1972” con teclados y acústica, y con “Winter in the Hamptons”, todas ellas radiantes al desnudo. Para cerrar con la deliciosa “It’s the night time” de ‘Nashville’ (2005) con la banda al completo. Una pena porque su sensibilidad musical y su capacidad para construir canciones enormes es notable. Sabor agridulce, más a pomelo que a naranja.


Texto: Andrés Castaño

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