Juan José Sánchez-Campins, bajista de Los Relámpagos, falleció el sábado 23 de agosto en Alcorcón (Madrid). Sánchez-Campins, de 63 años, pertenecía a la valiente primera generación de conjuntos españoles, en el subgénero del rock instrumental.
Dicen que el primer nombre del grupo, Dick y Los Relámpagos, era una referencia a la banda Johnny and the Hurricanes. Pero lo cierto es que los pioneros españoles no sonaban precisamente como aquellos músicos de Toledo (Ohio). De hecho, el milagro consistía en que sonaran, punto: los conjunteros hispanos no tenían acceso a las grandes marcas de instrumentos y se desenvolvían en un ambiente marcadamente hostil.
Los Relámpagos, sin embargo, se ganaron el respeto incluso de la vieja guardia por su profesionalidad. Eran Ricardo López Fuster (batería), Pablo Herrero (órgano), José Luis Armenteros (guitarra solista) y los hermanos Sánchez-Campins, Ignacio a la guitarra rítmica y Juan José, al bajo.
Juntos desde 1961, pronto desarrollaron un estilo pulcro y brillante, que reforzaban con uniformes de fantasía y una pipa como detalle de excentricidad.
Fichados por Phillips, debutaron en 1962 con Los Vikingos y lanzaron un total de siete elepés (discos de cuatro canciones) abundantes en versiones de temas cinematográficos y canciones de éxito, con ocasionales composiciones propias. Ejercieron también como grupo de acompañamiento para los fichajes juveniles de Phillips, respaldando eficazmente a Miki Ríos o Juan Pardo.
Un replanteamiento estético les llevó a nacionalizar su estética, con adaptaciones de temas populares, piezas originales de sabor nítidamente español y partituras de Albéniz o Rodrigo. Ya en Novola, el sello moderno de Zafiro, triunfaron en 1965 con Dos cruces y, sobre todo, con la sardana Nit de llampecs; al año siguiente, se escucharon Alborada gallega y Danza del fuego.
Saltando a RCA, profundizaron en su propuesta academicista con elepés como Páginas musicales de la historia de España (1969) y Piel de toro (1971).
Habían sido eclipsados en popularidad por Los Pekenikes, otro grupo instrumental más fantasioso; tras varias deserciones, se disolvieron en 1972; Herrero y Armenteros se convertirían en exitosos proveedores de pop comercial, como compositores y productores.
Los Relámpagos reaparecieron intermitentemente, haciendo música para Fútbol en acción, una serie de dibujos animados propiciada por el Mundial de 1982, y actuando en Qué noche la de aquel año, el programa histórico de Miguel Ríos.
El sello Rama Lama recuperó sus grabaciones de los sesenta en recopilatorios exhaustivos. Su legado único tuvo incluso un reconocimiento internacional en 2000, cuando Herrero y Armenteros colaboraron en un CD de los New World Relámpagos, como invitados de un combinado de instrumentistas estadounidenses pertenecientes a la nueva escena del surf; no se olvide que en su primer elepé tocaban Misirlou, el clásico del guitarrista californiano Dick Dale.
Los hermanos Sánchez-Campins retomaron el nombre del grupo a partir de 1990, con músicos jóvenes, grabando para pequeñas compañías. Juanjo también animó grupos de querencia retro, como Robin Hood, donde el guitarra solista era su propio hijo, que compartía su nombre.
Via El País
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