De esta forma, su penúltimo “invento” (siempre habrá otro que le suceda), ha sido unir a dos vocalistas de jerarquía y de distinto sexo. Por el lado masculino, alguien que no necesita presentaciones: Michael Kiske y, por el femenino, la cantante y compositora norteamericana Amanda Somerville quien, además de su carrera en solitario, cuenta con algunas incursiones en el mundo del heavy metal como, haber sido la sustituta de Simone Simons en Epica, cuando esta última enfermó durante un tour por Norteamérica, así como colaboraciones en el álbum Ghost Opera de Kamelot y participación en la gira de Avantasia.
El ex vocalista de Helloween, involucrado en varios proyectos y, envuelto más recientemente en su retorno a los escenarios, está aquí como pez en el agua ya que nos encontramos ante un trabajo en consonancia con su actual filosofía de afrontar “aventuras” de cierta base comercial y recurrente accesibilidad, huyendo de los excesos metálicos.
Junto con Amanda, forman una dupleta que hará las delicias de los seguidores del rock melódico porque todas las composiciones se ciñen a unos parámetros reconocidos.
Qué se puede objetar a la labor de dos profesionales de la talla de Michael y Amanda, absolutamente nada. Sus cualidades están fuera de toda duda y su impecable trabajo satisfará a quienes disfruten de las melodías cargadas de sutileza.
Pero es obvio que en una grabación de estas características hay otros implicados sin cuya participación sería imposible llevarla a cabo, ese es el otro atractivo que incluye el disco.
En primer lugar se debe citar al guitarrista Magnus Karlsson (Starbreaker, Primal Fear) quien junto al bajista Matt Sinner (Sinner, Primal Fear), se han encargado del mayor trabajo compositivo y que, con su aportación a las seis cuerdas dota a la grabación de la energía y calidad necesarias como para no caer en los esquemas excesivamente empalagosos que a veces perjudican este tipo de grabaciones.
Así, piezas como, “Nothing Left To Say”, “If I Had A Wish” y “Arise” (con destacada presencia del bajo), forman una trilogía donde la vitalidad instrumental compite con las voces por el protagonismo.
Como es lógico, muchas canciones están dominadas con mayor profusión por las partes vocales como, “Silence”, donde sobresalen las partes de teclado a cargo de Jimmy Cresic, o las más melodramáticas “End Of The Road”, “A Thousand Suns” (con Amanda forzando su garganta al máximo), “Rain” y “One Night Burning”, pero siempre arropadas convenientemente por la instrumentación.
El único corte que se decanta hacia los esquemas propios de las baladas es “Second Chance” y, aún así, no deja de mostrar arreglos que le dan toques diferenciadores.
Como bonus track se incluye “Set A Fire”, otra composición inclinada hacia el lado más enérgico con un poderoso riff compartiendo espacio con la voz de Amanda.
Mencionar también la colaboración a la guitarra de Sander Gommans, ex After Forever y de los baterías Martin Schmidt y Ramy Ali.
Como es habitual en grabaciones de Frontiers, la producción, supervisada por el propio Matt Sinner, es intachable.
CALIFICACION: 7,75/10
GRUPO: Kiske/Somerville
TITULO: Kiske/Somerville
DISCOGRAFICA: Frontiers
AÑO: 2010
PAIS: Plurinacional
CRITICA REALIZADA POR LOCKY PEREZ