Foto: Kokoshca
Foto: Remate
Foto: Palisandro
Foto: Joaquín Pascual
El miércoles pudimos ver a unos pamplonicas Kokoshca muy guitarreros siguiendo la estela punk-rock con frescura y atendiendo a una filosofía del hazlo tú mismo bajo el legado del grunge de los 90, que recuperan el sonido de The Cramps y de Beat Happening. Graban en el sello Birra y Perdiz, y cuentan con fans como Antonna, guitarra de Los Punsetes, presente entre el público. Remate cerró la velada con un acústico desbordante, aunque menos afinado que en otras ocasiones. Y eso que es uno de los grandes crooners de nuestro país. A pesar de ser su cumpleaños, no fue el ambiente ideal para su música elaborada y tranquila. No encajaba en el cartel, más aún después de la energía punk expuesta antes por Kokoscha y con un público que no respetaba el silencio y al artista en escena. Remate presentó canciones en español de lo que será su próximo disco, que muestran más aristas de un cantautor que tiene mucho talento por descubrir. En español posee la misma fuerza que ha demostrado hasta la fecha en inglés. Ataviado con una camiseta de Michael Jackson, rescató grandes canciones de sus dos últimos discos ‘Safe & sound’ (Mushroom Pillow, 2008) y ‘On junk’ (Mushroom Pillow, 2006) que sonaron al desnudo, con su esqueleto primario y poderoso.
El jueves Palisandro encendió con un hardcore melódico que apunta alto y es que este trío barcelonés tiene madera. Y pueden proyectar más allá de la sombra de las bandas de BCore. Lo de Joaquín Pascual (ex Surfin’ Bichos y Mercromina) pertenece a otro planeta, provoca elogios hasta en otros músicos de la escena Indie (véase Javier Sánchez, guitarra de La Buena Vida y en Ama). Parado su proyecto colectivo como Travolta ahora apuesta por lo personal. Y es que se le ve cada vez más pletórico defendiendo las canciones de ‘El ritmo de los acontecimientos’ (El Genio Equivocado, 2010), un disco de escucha íntima, sincera, repleto de textos y músicas que incitan a la reflexión, a ubicarse en este mundo complejo que desdibuja al ser. Bajo esa maraña directa, instantánea, con un sonido de baja fidelidad, que refleja la energía, la rabia y la realidad con sus lado borroso, sucio, gris o multicolor. Estrenó una bonita Fender, a la que extrajo el sonido más limpio y lo-fi, ¡y eso que reconoció que estaba aún por domar! Pascual perfila su sentir en este mundo tan sumamente jodido, sensaciones y pinceladas que compartimos muchos y que retratan a una persona que va más allá de lo visible. Y es que Pascual además resulta doblemente interesante acompañado por una excelente cómplice como Ana Galletero (teclados, bajo). Interpretó trece de las diecinueve canciones que componen su disco, con estampas tan curiosas como la presencia de la religión, el tipo que te suelta un rollo y tu sólo le habías pedido un cigarro, las noches confusas y extrañas que producen colapso o cómo ver un beso de una pareja te llama la atención, te da buenas vibraciones, y ves las coincidencias porque es la unión y es la fuerza. También nos regaló dos canciones nuevas que saben a gloria, “Perdidos en el páramo” y “Estaré perdiendo el tiempo”, ésta última que parece que seduce a su perro. Fue una noche memorable. La grandeza del indie en petit comité.
Texto: Andrés Castaño
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