Hay ejemplos históricos en el devenir del rock en cuanto a movimientos de este tipo. The Stooges editaron bajo el sello Columbia en 1973 un LP, Raw Power, que terminaría remezclado por David Bowie. Iggy Pop, no contento con el sonido alcanzado por su camaleónico amigo, editó décadas después de manera oficial la mezcla original que él había planteado desde un principio. El resultado fue un disco estruendoso, saturado, correoso.
Volviendo a la actualidad, y fijándonos en nuestro país, La Broma Negra aparcó el aire gótico eléctrico original para seguir en los últimos dos años con las mismas ideas y canciones, pero más centradas ahora en las jugadas de la electrónica pop. Kompadres Muertos pretenden, consiguiéndolo, una atmósfera característica de esa lo-fi sucia de finales de los años 80 y principios de la década siguiente. Una mezcla entre la desazón de Parálisis Permanente y álbumes como The Iron Mask de Christian Death (desde que arranca la pieza ‘Wakatxaka‘ parece continuar el viaje que aquella formación ya realizó gracias a composiciones de la talla de ‘Skeleton Kiss‘).
No hay corte malo en este CD, incluso cuando se acercan a la genial leyenda ya desaparecida Celia Cruz (‘Karnaval‘) lo hacen con respeto y la soltura suficiente como para bailarla por otros sones. Kompadres Muertos es un conjunto como quedan pocos, la banda que de seguro amenizaría una enfermiza velada con Ana Curra.